En el principio era el verbo, y el verbo se hizo obra
Se estrena en Madrid ¡®La lengua madre¡¯, mon¨®logo teatral de Mill¨¢s con Juan Diego
Un hipot¨¦tico mundo en el que fuerzas externas impusieran la disposici¨®n del alfabeto o de la sintaxis, o en el que las cosas, en vez de ser llamadas por su nombre, se refirieran a partir de eufemismos, ser¨ªa un mundo tal cual lo vemos hoy: un entorno hostil hacia el individuo en el que a una recesi¨®n se le denomina ¡°crecimiento negativo¡±; a los recortes, ¡°reformas¡±, o a la subida de impuestos, ¡°cambio fiscal¡±. ¡°Estamos en un momento en que los mercados han dicho que qui¨¦n es la gram¨¢tica para decirnos qu¨¦ orden tienen que tener las letras en las palabras o las palabras en las frases¡±, defiende Juan Jos¨¦ Mill¨¢s. De esa comprensi¨®n de que las dobleces no solo esconden mugre en econom¨ªa o en pol¨ªtica, sino en el propio lenguaje, escultor a fin de cuentas de las formas de la realidad, surgi¨® La lengua madre,un mon¨®logo teatral desarrollado por el escritor e interpretado por Juan Diego, que se representar¨¢ en Madrid entre el 9 de enero y el 3 de febrero en el teatro Bellas Artes para despu¨¦s ir de gira por distintas provincias.
Reunidos en una luminosa terraza cubierta en la casa de Diego, un reducido y acogedor espacio donde han pasado innumerables horas de tomas y dacas, puliendo el texto y perfilando el personaje, creador y hacedor resumen las claves de una pieza con vocaci¨®n de sentar tesis. ¡°Toda obra literaria buena, si es buena, lo quiera el autor o no, busca ese objetivo¡±, asegura su autor. El germen radica en una popular conferencia impartida por Mill¨¢s (Valencia, 1946), tambi¨¦n periodista y columnista de EL PA?S, que ha metamorfoseado en obra de teatro con la ayuda del int¨¦rprete y el director, Emilio Hern¨¢ndez. Sobre un escenario pr¨¢cticamente desnudo, donde lo primordial reside en su presencia f¨ªsica y su alocuci¨®n, Diego encarna a un erudito de provincias, un maestro o profesor, no se sabe, que ¡°empieza a mirar a su alrededor, a lo que ocurre en esta sociedad, y entonces comienza a hacerse preguntas porque siente la necesidad de hablar de la palabra¡±.
Remont¨¢ndose a¨²n m¨¢s atr¨¢s, La lengua madre nace de la extra?eza que siempre han provocado en el autor esos entes et¨¦reos y al tiempo de fuerza demoledora llamados palabras. ¡°En todas las lenguas tienen una doble condici¨®n¡±, explica. ¡°En el diccionario significan una cosa y en la calle otra¡±. At¨®nito ante esa dualidad, el personaje declama un soliloquio en el que el p¨²blico se imbuye progresivamente y sin remisi¨®n. ¡°Es una funci¨®n en la que la gente se r¨ªe, pero la risa es un da?o colateral, porque no est¨¢ buscada¡±, apunta Mill¨¢s, ¡°y el personaje se queda perplejo, porque ¨¦l est¨¢ diciendo cosas grav¨ªsimas¡±.
Por boca de Juan Diego (Sevilla, 1942), ese mensaje se transmite a trav¨¦s de un protagonista al que define como un ¡°secundario¡±, un humilde portavoz de la expresi¨®n popular. ¡°Es lo que m¨¢s se acerca a lo que debe ser ese personaje y lo que m¨¢s se aleja de m¨ª en lo que puedo representar como actor¡±. Madurada en un periodo de dos a?os, la obra es fruto de un trabajo calmado, sin presiones externas, que Diego se ha tomado como un ¡°homenaje¡± profesional: ¡°Estoy haciendo lo que quiero hacer y como lo quiero hacer¡±. Funci¨®n tras funci¨®n (ya han representado una quincena, en ciudades como Toledo o Sevilla), ambos contin¨²an d¨¢ndole vueltas al texto, en permanente evoluci¨®n para pulir las aristas y alejarlos, como dice Diego, a tanta distancia como sea humanamente posible de ser ¡°voceros de los infectos telediarios¡±.
El actor encarna a un erudito que ¡°empieza a mirar a su alrededor¡±
La ret¨®rica de la que se vale el poder ¡ªel que ostenta el PP de Mariano Rajoy, subraya Mill¨¢s evitando cualquier ambig¨¹edad¡ª y que los medios replican para construir el relato de la evoluci¨®n de una ¨¦poca aciaga es un arma para el enga?o y la perpetuaci¨®n de la situaci¨®n. ¡°Vivimos en una sociedad desmovilizada pese a que est¨¢ gobernando alguien que ha incumplido de pe a pa su programa, y que ha confesado que las ¨®rdenes le llegan de fuera¡±, arguye. ¡°No hay democracia porque nuestros gobernantes no nos obedecen a nosotros. La democracia en estos momentos no existe, es solo una manera de hablar¡±. Y para curtirse como sociedad moderna, se hace necesario un discurso sin rodeos ni verdades a medias: ¡°Si la gente se da cuenta de que esto no es una crisis, sino una estafa, e interioriza que le han robado, literalmente, la movilizaci¨®n ser¨¢ mayor¡±.
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