Caldo
Cuando uno juzga las cosas no puede desligarlas del tiempo en que vive. Reportajes sobre la Monarqu¨ªa, similares a la entrevista de Jes¨²s Hermida al Rey por su 75 cumplea?os, han sido un plato cl¨¢sico servido para alimentar nuestra versi¨®n oficial de la historia. Si ahora se convierten en elementos de alta tensi¨®n opinativa lo es por el ambiente en que se sirven. El relato de un pa¨ªs obliga siempre a ajustarlo a sus circunstancias actuales, como no es igual el cuento de un campe¨®n el d¨ªa de su gran haza?a, que el de ese mismo deportista el d¨ªa en que se retira incapaz de alcanzar su mejor nivel.
Nadie se ba?a dos veces en el mismo r¨ªo y tampoco el Rey concede dos veces la misma entrevista, aunque preguntas y respuestas sean las mismas de siempre. Por eso, los que juzgamos su aparici¨®n en TVE en realidad de lo que hablamos, ya sea con cinismo, bondad o mesura, es del tiempo actual. Quiz¨¢ por ello la reuni¨®n de compa?eros de quinta se presentaba como una idea interesante para ampliar el campo de batalla. Unos hablaron m¨¢s que otros, por ese arte del montaje, siempre tan imposible de valorar. Pero se impuso un aire de esperanza basado en la consigna de que juntos podemos.
Nadie quiere preguntarse en serio cu¨¢ndo dejamos de sentirnos juntos de verdad. El entusiasmo es un m¨²sculo que se desgasta con el uso, pero se desgasta a¨²n m¨¢s si nadie lo provoca. Puede que los atentados islamistas en Madrid y la deriva posterior escenificaran la desuni¨®n ya exprimida desde tiempo atr¨¢s. Pero esa lecci¨®n de historia a¨²n no nos toca. Nos quedamos pues con el optimismo rentable de Eduardo Punset. Record¨® a los j¨®venes enfadados de hoy, que ya en 1959 los espa?oles abandonaban el pa¨ªs con una mano delante y otra detr¨¢s. No s¨¦ si el feo pasado consuela ante un feo futuro. Para que funcione ese sincero entusiasmo del juntos podemos, antes tenemos que entender qu¨¦ significa ese juntos. Y qu¨¦ tarea se nos pide y qu¨¦ pa¨ªs levantaremos con esa unidad. Para sentirnos juntos es fundamental sentir el Estado como un bien colectivo y no como el caldo donde las empresas de capital riesgo cocinan sus beneficios.
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