Kert¨¦sz: ¡°No he dejado la literatura¡±
Imre Kert¨¦sz, superviviente h¨²ngaro del Holocausto y premio Nobel en 2002, escribe una novela sobre la creaci¨®n en la vejez, publica sus diarios en Hungr¨ªa y 'Cartas a Eva Haldimann' en Espa?a
Muchas llamadas ha recibido Imre Kert¨¦sz en estos ¨²ltimos d¨ªas. Han sido para felicitarle por el acto que se celebr¨® el d¨ªa 15 de noviembre, poco despu¨¦s de que cumpliera los 83 a?os, en la Academia de las Artes de Berl¨ªn, a la que el premio Nobel h¨²ngaro ha cedido sus manuscritos y que ha creado en consecuencia el Archivo Imre Kert¨¦sz. Tambi¨¦n lo llama su traductor espa?ol, su ¡°yo espa?ol¡±, como ¨¦l dice. ¡°?Y qu¨¦ contiene ese Archivo?¡±, le pregunto. ¡°Muy sencillo¡±, responde, ¡°toda la obra de una vida dedicada a la literatura, un mont¨®n de papeles, ni siquiera yo s¨¦ lo que hay all¨ª dentro¡±, a?ade riendo. Y la Academia ha organizado, adem¨¢s, una exposici¨®n con ese material que se ha ido depositando en la instituci¨®n desde el a?o 2001. All¨ª se encuentran, pues, los manuscritos de Sin destino, Fiasco, Kaddish por el hijo no nacido, Liquidaci¨®n, Dossier K., Yo, otro, con sus trabajos previos y sus variantes, all¨ª est¨¢ la correspondencia del autor, as¨ª como un particular tesoro: los diarios a partir del a?o 1961. Seg¨²n cuenta su esposa Magda, que tambi¨¦n se pone al tel¨¦fono, hab¨ªan recibido peticiones de instituciones de Estados Unidos para acoger ese legado en vida, pero ¨¦l prefiri¨® que el material permaneciese en Europa, donde se hab¨ªa gestado y adonde pertenec¨ªa. ¡°All¨ª¡±, dice Kert¨¦sz refiri¨¦ndose a la Academia de las Artes berlinesa, ¡°est¨¢n preparados para trabajarlo, pues se necesitan personas competentes, especialistas, eruditos, fil¨®logos, estar¨¢, por tanto, en buenas manos. As¨ª tiene que ser¡±, a?ade, ¡°ya que se trata de una vida y de una obra muy especiales, profundamente relacionadas con el Holocausto¡±. El acto oficial de apertura del Archivo result¨® sumamente emotivo: el p¨²blico en pie ovacion¨® al escritor, que sigui¨® la ceremonia sentado en la silla de ruedas. Kert¨¦sz se alegra tambi¨¦n de que en Alemania ¡°empiecen a valorar sus ensayos¡±, y de que se haya fundado un Instituto Imre Kert¨¦sz (Imre-Kert¨¦sz-Kolleg) en la Universidad de Jena con el prop¨®sito de fomentar el estudio y el an¨¢lisis de los acontecimientos del siglo XX en Europa del Este.
Lo llamaba tambi¨¦n, como tantas veces en los ¨²ltimos a?os, para interesarme por su salud. Su enfermedad, Parkinson, ha ido avanzando de manera implacable, reduciendo sus movimientos; le cuesta hablar, siente dolores intensos, en la espalda, en la columna, en todo el cuerpo, la medicaci¨®n ayuda, pero al mismo tiempo aletarga. Mientras hablamos, lo imagino en su piso en Berl¨ªn, donde reside desde principios de nuestro siglo, un d¨²plex en Charlottenburg, un barrio que ama, cercano al Kurf¨¹rstendamm, en la parte occidental de la ciudad.
Hungr¨ªa jam¨¢s se ha preguntado por qu¨¦ ha estado siempre en el lado equivocado de la historia¡±
Son muchos los cambios que vivi¨® Kert¨¦sz desde el comienzo del nuevo siglo, uno de ellos, fundamental, su traslado de Budapest a Berl¨ªn, donde se siente m¨¢s a gusto que en la capital h¨²ngara, m¨¢s comprendido, m¨¢s querido, donde no vive la irritaci¨®n, la degradaci¨®n, lo que ¨¦l llama la mala educaci¨®n. Berl¨ªn le parece un lugar culto, civilizado, ¡°por el que se puede andar¡±. A la pregunta de si estar en Berl¨ªn es para ¨¦l estar en Occidente, responde que s¨ª, ¡°es que yo nac¨ª occidental, soy un europeo occidental¡±, aunque luego matiza, como tantas veces: conceptos como ¡°Occidente¡± no tienen en el fondo mucho significado. En cambio, s¨ª lo tienen para ¨¦l otros como ¡°cultura, civilizaci¨®n, comprensi¨®n, tolerancia¡±, palabra que repite, ¡°tolerancia y tambi¨¦n paz¡±. Eso es lo que ¨¦l percibe en Berl¨ªn, ¡°que es mi mundo¡±.
No as¨ª Budapest, ciudad en la que a¨²n se escuchan sesudas disquisiciones sobre por qu¨¦ no es Kert¨¦sz un escritor verdaderamente h¨²ngaro, ya que en un pa¨ªs en el que rige el nacionalismo m¨¢s virulento y cerril las energ¨ªas se dedican a determinar qui¨¦n es y qui¨¦n no es, qui¨¦n pertenece y qui¨¦n no pertenece. Kert¨¦sz reprocha a Hungr¨ªa el no haber aprovechado la gran oportunidad del cambio de r¨¦gimen, lo cual se debe quiz¨¢, afirma, a que no conoci¨®, de hecho, la democracia en curso de los siglos, a que no particip¨® en los momentos de liberaci¨®n y de emancipaci¨®n en el continente europeo, a que no ha afrontado con claridad y valent¨ªa los lados oscuros de su historia y tambi¨¦n a que no ha asumido y reconocido su papel en la deportaci¨®n masiva de una parte de su poblaci¨®n, la jud¨ªa, a los campos de exterminio. Como suele decir: ¡°Hungr¨ªa jam¨¢s se ha preguntado por qu¨¦ ha estado siempre en el lado equivocado de la historia¡±. En los ¨²ltimos a?os ha crecido en su pa¨ªs la nostalgia por el r¨¦gimen de Horthy (1920-1944), precisamente el que llev¨® a la naci¨®n a la mayor quiebra moral y pol¨ªtica al aliarse con Alemania en la Segunda Guerra Mundial. El antisemitismo y el odio a los gitanos est¨¢n en auge en Hungr¨ªa, donde ¡°campan por sus fueros los antisemitas y la ultraderecha¡±, dice Kert¨¦sz, y donde poco o nada se hace para ponerles coto.
Desde hace un tiempo, me dice, ¡°me siento como un actor que ha de representar el papel de Imre Kert¨¦sz
De hecho, Imre Kert¨¦sz siempre vivi¨® en una situaci¨®n de cierta marginalidad en su pa¨ªs, donde instalado en una quasi inexistencia escribi¨® Sin destino, Fiasco, Kaddish por el hijo no nacido, en una situaci¨®n de aislamiento que en los ¨²ltimos a?os, los de su fama, a veces incluso ha a?orado. Desde hace un tiempo, me dice, ¡°me siento como un actor que ha de representar el papel de Imre Kert¨¦sz y que para colmo lo hace mal¡±. En su periodo de iniciaci¨®n literaria no le¨ªa a los autores h¨²ngaros de la ¨¦poca, sino a los cl¨¢sicos, le¨ªa a los grandes escritores del siglo XX, a Thomas Mann, a Albert Camus; luego ley¨® tambi¨¦n a Canetti, a Wittgenstein, a Freud, autores a los que tradujo al h¨²ngaro, as¨ª como muy especialmente a Nietzsche. Esas d¨¦cadas de marginalidad absoluta lo marcaron, hasta que se produjo el cambio de r¨¦gimen, la ca¨ªda del Muro, y ¨¦l comprob¨® que a pesar de todo Hungr¨ªa segu¨ªa empantanada, que sus advertencias no se escuchaban, que su marginaci¨®n segu¨ªa. ¡°En los ¨²ltimos a?os la situaci¨®n se ha deteriorado mucho¡±, asegura.
Como oigo por el tel¨¦fono que tiene m¨²sica de fondo, le pregunto qu¨¦ est¨¢ escuchando: ¡°El ¨²ltimo concierto de Alfred Brendel¡±, responde. ¡°?Y qu¨¦ escuchar¨¢ despu¨¦s?¡±. B¨¦la Bart¨®k, al que considera ¡°uno de los grandes cl¨¢sicos¡±. ¡°No es un vanguardista¡±, dice, ¡°pero, ojo, modernidad y vanguardia no siempre son lo mismo¡±. La m¨²sica ha sido una de las fuentes de la que brota su literatura. ¡°De hecho¡±, se?ala, ¡°siempre me acompa?a y ha sido decisiva, adem¨¢s, en mi vida, pues mi primera gran experiencia art¨ªstica fue la m¨²sica, la literatura vino despu¨¦s¡±. As¨ª como en las primeras obras, en Sin destino, en Kaddish por el hijo no nacido, estaba presente de forma invisible como elemento estructurador, en los ¨²ltimos trabajos ha aflorado, se ha vuelto visible y son muchas las p¨¢ginas que el escritor le dedica. En los diarios que han empezado a publicarse en h¨²ngaro ¡ªy que por supuesto est¨¢n ya en la agenda de la editorial Acantilado¡ª escribe sobre Wagner, Mahler, Sch?nberg, Debussy, Beethoven, Bach, y hay muchas alusiones a amigos m¨²sicos como el compositor Gy?rgy Ligeti o como el pianista Andr¨¢s Schiff (siempre recuerda con alegr¨ªa que Schiff toc¨®, como sorpresa, la sonata opus 111 de Beethoven, ¡°su obra preferida¡±, en un acto relacionado con el Premio Nobel).
En 'La ¨²ltima fonda' (la novela que quiz¨¢ quede inacabada) y en los diarios, espejo de un esp¨ªritu atormentado y l¨²cido a la vez
En los ¨²ltimos a?os mencionaba a menudo lo que estaba escribiendo: una novela titulada A v¨¦gs? kocsma [La ¨²ltima fonda], que era ¡°algo sobre la muerte¡± y estaba ¡°inspirada en los ¨²ltimos cuartetos de Beethoven¡±. La idea era trasladar a la literatura aquello que ¨¦l llama ¡°obras de la senectud¡±. Hay en los diarios numerosas referencias a esas obras, las pinturas de Turner, por ejemplo, las composiciones del propio Beethoven; referencias a la pregunta de si existe un arte espec¨ªfico de la vejez en el que se desdibujan las l¨ªneas y aparecen con m¨¢s intensidad los matices. Y numerosas reflexiones tambi¨¦n sobre el arte en general y sobre lo que Kert¨¦sz llama el ¡°gran arte¡± (se refiere, por ejemplo, a la tragedia griega, pero igualmente a las novelas de Thomas Mann). Seg¨²n ¨¦l, est¨¢ desapareciendo, porque ¡°el tipo de hombre que lleva ahora las riendas del mundo ni lo entiende ni lo necesita¡±. Ese gran arte, dice Kert¨¦sz sin embargo, forma parte de la civilizaci¨®n europea, no se extinguir¨¢ del todo y ¨¦l, se?ala, ¡°procura que est¨¦ recogido en su obra¡±.
Una parte de estos diarios se ha publicado ya en su lengua original y existe asimismo una traducci¨®n francesa. La recepci¨®n de Ment¨¦s m¨¢sk¨¦nt, que recoge sus apuntes entre 2001 y 2003 y cuyo t¨ªtulo se debe a que por esas fechas empez¨® a escribir en ordenador, ha sido, por fin, muy positiva en Hungr¨ªa, aunque Kert¨¦sz considera tambi¨¦n que todav¨ªa ¡°no se ha entendido la construcci¨®n¡±. En estos ¨²ltimos trabajos, en La ¨²ltima fonda (la novela que quiz¨¢ quede inacabada) y en los diarios, espejo de un esp¨ªritu atormentado y l¨²cido a la vez, de un esp¨ªritu que ve enseguida nuestras trampas e ilusiones, abundan las reflexiones sobre la vejez, la degradaci¨®n f¨ªsica, la enfermedad y la muerte.
S¨ª, se nos van los testigos de Auschwitz. ¡°?Significa eso que acaba la labor testimonial de quienes sobrevivieron y que hay que pasar del plano de la experiencia al plano del esp¨ªritu?¡±. ¡°S¨ª, exactamente esa es la esencia de mi obra¡±, dice Kert¨¦sz, ¡°trasladar lo ocurrido a una dimensi¨®n espiritual. Que quede en la conciencia, aunque ahora lo veo con menos optimismo que hace unos a?os. El Holocausto es el hundimiento universal de todos los valores de la civilizaci¨®n¡±, a?ade, ¡°y una sociedad no puede permitir que se repita, que vuelva a presentarse una situaci¨®n parecida. Pero mira la crisis econ¨®mica¡±, contin¨²a, ¡°una crisis as¨ª dio pie a la llegada de Hitler al poder. Por tanto, deber¨ªan sonar todas las alarmas. Pero no suenan. Lo cual quiere decir que el Holocausto no est¨¢ presente en la conciencia de los pol¨ªticos europeos¡±. Muchas veces ha repetido Imre Kert¨¦sz que Auschwitz puede volver a producirse en cualquier momento, porque aquello que lo hizo posible no ha desaparecido. No ha desaparecido, por ejemplo, el antisemitismo (¡°algunos pa¨ªses lo demuestran¡±), que en casos se disfraza de odio a Israel. En su obra de los ¨²ltimos a?os, en La ¨²ltima fonda, en los diarios, abundan las reflexiones sobre el ser jud¨ªo. ?l se considera un jud¨ªo no jud¨ªo, ¡°como Jean Am¨¦ry¡±, dice, que no siente un v¨ªnculo religioso con el juda¨ªsmo, que no piensa sobre ¡°cuestiones jud¨ªas¡±, pero cuyo juda¨ªsmo est¨¢ determinado por Auschwitz y por su desarraigo cultural. Kert¨¦sz, de hecho, se considera perteneciente a esa literatura jud¨ªa de Europa del Este, ¡°que empieza por Kafka, que pasa por Celan¡±, que llega tambi¨¦n a ¨¦l y que nunca ha formado parte de las literaturas nacionales.
La obra ya est¨¢ hecha, lo que escriba ahora ser¨¢ un regalo del destino¡±
Kert¨¦sz pierde a veces el hilo de la conversaci¨®n. No quiero insistir, no quiero molestarlo, no quiero cansarlo. S¨¦ que le cuesta levantarse, le cuesta moverse, le cuesta hasta el m¨¢s m¨ªnimo gesto. De pronto recuerdo un encuentro hace pocos a?os en Viena. Kert¨¦sz, ya enfermo, se sent¨ªa d¨¦bil, estaba agotado. Ven¨ªan de Budapest y al d¨ªa siguiente part¨ªan para Madeira. Cenamos juntos; ¨¦ramos cinco, ¨¦l, Magda, Cristina ¡ªmi mujer¡ª, Violeta ¡ªmi hija¡ª y yo, su traductor. La conversaci¨®n flu¨ªa con afecto y naturalidad como siempre, aunque a ¨¦l se le notaba el cansancio. En un momento dado mencion¨¦ lo que estaba traduciendo: Don Carlos, de Schiller. Y Kert¨¦sz se anim¨® entonces r¨¢pidamente y empez¨® a recitar de carrerilla el comienzo del drama del cl¨¢sico alem¨¢n. Se aferra a la literatura; la pasi¨®n literaria lo mantiene vivo.
El escritor se encuentra en una situaci¨®n dif¨ªcil, inconcebible: el cuerpo le ha ido cerrando poco a poco las posibilidades de escribir. Berl¨ªn, el escenario de su gusto por los buenos modales, por la elegancia, es tambi¨¦n el de la progresiva enfermedad, de los esfuerzos por apuntar simplemente unas l¨ªneas. En estas circunstancias, Kert¨¦sz ve la entrega de su legado a la Academia de las Artes berlinesa como un cierre. ¡°La obra ya est¨¢ hecha, lo que escriba ahora ser¨¢ un regalo del destino¡±, dice. Y luego a?ade: ¡°No he abandonado la literatura. Ahora mismo estoy revisando la edici¨®n alemana de los diarios, que se publicar¨¢ el a?o que viene¡±. Son tantos los hilos que lo unen a la escritura que nunca llegar¨¢n a cortarse todos.
Adan Kovacsics es traductor de Kert¨¦sz al espa?ol.
Babelia
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