El pueblo contra el proletariado
Owen Jones denuncia en un exitoso ensayo la demonizaci¨®n interesada de la clase obrera El autor es una de las promesas del pensamiento brit¨¢nico
Aunque la palabra chav resulta intraducible a otras lenguas, cualquier reci¨¦n llegado a Reino Unido intuir¨¢ de inmediato que ese concepto tan recurrente en los medios de comunicaci¨®n locales no significa nada bueno. El chav es una persona de clase baja y a menudo joven, adepta a la ropa deportiva de marca (real o de imitaci¨®n). Un ser vulgar y rayano en el comportamiento antisocial, seg¨²n los diccionarios ingleses que han incorporado el nuevo e informal vocablo. Los seguidores espa?oles de la serie humor¨ªstica de la BBC Little Britainpueden identificarlo en el personaje de Vicky Pollard, madre soltera adolescente que viste un horrendo ch¨¢ndal rosa, roba chucher¨ªas en el supermercado y busca nuevos embarazos para seguir cobrando el cheque de ayuda social. El periodista y escritor Owen Jones (Sheffield, 1984) es probablemente uno de los pocos televidentes que no le r¨ªen las gracias, porque ve en esa Vicky el estereotipo al que ha sido reducida la clase trabajadora por parte de una ¨¦lite pol¨ªtica y period¨ªstica: una especie irresponsable, indeseable y par¨¢sita en la que nadie se reconoce.
¡°La pobreza y el paro ya no son percibidos como problemas sociales, sino en relaci¨®n con los defectos individuales: si la gente es pobre, es porque es vaga. ?Para qu¨¦ tener entonces un Estado del Bienestar?¡±, plantea Jones en el libro Chavs: La Demonizaci¨®n de la Clase Obrera (Capit¨¢n Swing Libros) que ha provocado muchos oleajes en el Reino Unido y lo ha convertido en un referente de la nueva izquierda brit¨¢nica. El autor de ese diagn¨®stico no es ning¨²n veterano nost¨¢lgico de otros y mejores tiempos, sino el portador de un rostro angelical y ani?ado que no hace justicia a sus 28 a?os. Un joven que transita por Londres en bicicleta y que f¨¢cilmente podr¨ªa confundirse entre el grupo de estudiantes que visita la British Library, lugar que ha propuesto para la cita. Y, sin embargo, una primera obra lo ha convertido en una estrella medi¨¢tica, indispensable en los debates de calado, y ha traspasado los confines nacionales hasta merecer la atenci¨®n de medios tan influyentes como The New York Times y su traducci¨®n a varias lenguas, entre ellas la espa?ola. En la versi¨®n que llega a las librer¨ªas se a?ade un ep¨ªlogo con un brillante an¨¢lisis de las razones de los disturbios que asolaron Gran Breta?a en verano de 2011 y sobre los que los medios informaron estableciendo v¨ªnculos entre la devastaci¨®n callejera y los t¨®picos chav, como la capucha o la influencia de los videojuegos.
?l mismo reconoce que, ¡°de haberse publicado tres o cuatro a?os antes, cuando los estragos de la crisis econ¨®mica no eran tan palpables, el libro quiz¨¢ no habr¨ªa suscitado el mismo inter¨¦s¡±. ¡°Los chavs son un fen¨®meno muy brit¨¢nico, pero por ejemplo Espa?a tambi¨¦n es un pa¨ªs de clases, una sociedad desigual donde los brutales programas de austeridad se est¨¢n cebando en la gente corriente¡±.
Lejos de un farragoso tratado, el libro de Jones es f¨¢cil de leer e ilustra con ejemplos actuales y bien conocidos del p¨²blico su tesis sobre la demonizaci¨®n de la clase obrera: ¡°Pretendo desmontar los mitos (asentados en m¨¢s de tres lustros de bonanza econ¨®mica) de que ¡®ahora todos somos de clase media¡¯, que la divisi¨®n de clases es anticuada y que la creciente desigualdad es producto de los fallos del individuo¡±.
La obra da saltos en el tiempo para reflexionar sobre el antiguo concepto de una clase obrera respetada como uno de los puntales de la econom¨ªa hasta su conversi¨®n en esa ¡°escoria que pretende el establishment neoliberal¡±. Tambi¨¦n es una diatriba contra los medios, transformados ¡°en una ¨¦lite encerrada en una burbuja de privilegios y desconectada de los problemas de la gente corriente¡±. Ellos han contribuido a forjar en el imaginario colectivo la perniciosa noci¨®n del chav. Jones describe en el libro el tratamiento desigual y sesgado que tuvieron en la prensa sendos secuestros de dos ni?as inglesas, Madeleine McCann y Shannon Matthews. De la primera, la hija de una pareja de m¨¦dicos cuyo caso mereci¨® enorme cobertura tambi¨¦n en Espa?a, lleg¨® a escribirse: ¡°Esto no suele sucederle a gente como nosotros¡± (l¨¦ase clase media).
La madre de la segunda, una mujer que vive de los beneficios sociales, fue desde el primer momento estigmatizada como una chav incapaz de cuidar de su prole. Y, por extensi¨®n, lo fue toda la clase que encarna, mientras se obviaba la movilizaci¨®n de su comunidad para localizar a Shannon.
¡°Vivimos en una era de reacci¨®n y derrota¡±, se lamenta este activista cuyo objetivo esencial es ¡°recuperar una voz para la clase obrera, aquella que hace tres d¨¦cadas trabajaba en la mina, las f¨¢bricas y los muelles y que hoy lo hace en supermercados, call centers o caf¨¦s¡± por sueldos de risa. La mayor¨ªa pertenecen a su generaci¨®n y ya no son un colectivo organizado como anta?o. Si bien el movimiento de los indignados que ocup¨® la City, Wall Street y las calles espa?olas ¡°llen¨® un vac¨ªo y ayud¨® a expresar la ira de la gente¡±, Jones considera que ¡°no es una alternativa¡±. Ah¨ª se manifiesta el hijo de un matrimonio de sindicalistas, con carn¨¦ del Labour desde los 15 a?os, a pesar de la ¡°traici¨®n¡± que ha supuesto el viraje de este partido hacia la derecha. ?No cree que muchos j¨®venes consideran a los sindicatos una antigualla de la era pretecnol¨®gica? Responde con otra pregunta: ¡°?Por qu¨¦ es anticuado querer que los trabajadores se unan y se apoyen?¡±
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