Basurizaci¨®n
Los altos cargos de la comunidad de Madrid padecen una esquizofrenia dial¨¦ctica que les obliga a llamar externalizaci¨®n a la privatizaci¨®n sanitaria. Es tal el esfuerzo mental que incurren en constantes lapsus. Para solventar este problema y esquivar a Freud, lo mejor es que opten por una tercera palabra, libre de correspondencias mentales directas. Pueden llamarlo basurizaci¨®n. Suena hasta bien: la basurizaci¨®n de los servicios p¨²blicos. Porque en realidad de lo que se trata es de hacer con los servicios sanitarios lo que en muchos lugares se hizo con la recogida de basuras. Convocar un concurso y conceder la gesti¨®n externa a cambio de un fijo anual por habitante.
A lo largo de los a?os hemos visto casos repetidos de ama?o de concurso y cobro de comisiones corruptas para designar las concesiones de limpieza. Espa?a tendr¨¢ que alcanzar la transparencia alg¨²n d¨ªa, lo dijo la vicepresidenta en Espejo p¨²blico, con un enorme acierto en el diagn¨®stico sobre el desprestigio de la pol¨ªtica producto del opaco funcionamiento de la administraci¨®n. Pero miremos hacia Granada, donde la huelga de recogida de basuras ha llevado a la ciudad a extremos insultantes. Sucede cada cierto tiempo en otras ciudades, aeropuertos, hospitales, colegios, generando una situaci¨®n en la que la administraci¨®n, pese a haberse lavado las manos en el asunto, termina por estar obligada a mediar en el conflicto ante el problema de salubridad p¨²blica. El chantaje de las concesionarias es habitual, por un lado aprietan la precariedad de sus trabajadores y por otro ponen la mano para aumentar el pago de la administraci¨®n. As¨ª, la soluci¨®n so?ada por contables de laboratorio se convierte en un doble problema.
Mientras se produce el alucinante dislate de que dentro del partido gobernante se haya alzado una batalla por el fraudulento e insultante euro por receta, la basurizaci¨®n de los servicios sanitarios avanza implacable, con un concepto de ahorro asombroso, como el que hemos visto en Castilla-La Mancha con el cierre de las urgencias rurales. Es cierto que la mejor manera de ahorrar es morirse, pero plantearlo tan abiertamente da un poco de pasmo. Existe un ahorro inteligente y moral, que tiene su primer gesto en la transparencia y el rigor. Dos elementos opuestos al concepto de basurizaci¨®n.
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