Tras el rastro rom¨¢nico de T¨¤pies
El artista utiliz¨® para una obra un fresco arrancado del altar rom¨¢nico de Sant Climent de Ta¨¹ll 'Pintura rom¨¢nica y barretina', del a?o 1971, no es la ¨²nica creada con piezas antiguas
Antoni T¨¤pies, gran pintor de la materia y uno de los artistas m¨¢s relevantes del ¨²ltimo siglo, emple¨® en Pintura rom¨¢nica con barretina (1971) parte de un fresco del siglo XII arrancado del altar de la iglesia de Sant Climent de Ta¨¹ll, obra cumbre del rom¨¢nico pirenaico, declarada Patrimonio de la Humanidad en 2000 y hogar de un celeb¨¦rrimo Pantocr¨¢tor. La teor¨ªa es de Milagros Guardia, catedr¨¢tica de Historia del Arte Medieval y profesora de la Universidad de Barcelona, que ha investigado a fondo los templos del Pirineo correspondientes a ese periodo. Y casa perfectamente con una certeza: T¨¤pies fue tambi¨¦n un gran coleccionista de arte y due?o de un museo personal en el que reuni¨® desde obras egipcias hasta piezas modernas. Un conjunto excepcional que influy¨® en su forma de concebir la pintura y que, en muchos casos, dado su inter¨¦s en reutilizar materiales para transformarlos en artefactos art¨ªsticos, acabaron siendo parte de sus creaciones.
Dom¨¨nech i Montaner describi¨® la joya por primera vez en 1904
La pieza fue entregada al artista por Josep Gudiol en los a?os cincuenta
La obra, una pintura mural arrancada y traspasada a lienzo de 117 cent¨ªmetros, forma parte de la colecci¨®n particular del artista, fallecido el a?o pasado, aunque se ha expuesto en varias ocasiones: en Madrid en 1980, en Karlsruhe (Alemania) en 1983 y en dos exposiciones en Barcelona, en 1995 (Agnus Dei, Museo Nacional de Arte de Catalu?a, MNAC) y en 2009 (Iluminaciones. Catalu?a visionaria, CCCB). Las dos ¨²ltimas fueron comisariadas por la cr¨ªtica de arte Pilar Parcerisas. Esta experta fue la primera que apunt¨® a que el origen de la pintura podr¨ªa estar en el regalo que le hizo al artista su gran amigo el historiador Josep Gudiol i Ricart. Fue a finales de los a?os cincuenta. ¡°Me lo cont¨® cuando preparaba una de las exposiciones. Seguro que no le dio importancia en su momento. Recibi¨® un regalo sin conocer su procedencia y lo reutiliz¨® para una de sus piezas¡±, explica Parcerisas.
Guardia ha reconstruido la peripecia de este fragmento de pintura desde Sant Climent hasta su actual encarnaci¨®n. En 1904, Llu¨ªs Dom¨¨nech i Montaner, describi¨® en la iglesia un altar que sobresal¨ªa del retablo g¨®tico instalado en el ¨¢bside: ¡°El grueso de la mesa del altar est¨¢ tambi¨¦n policromado, hay unos c¨ªrculos refundidos pintados de azul y, entre estos, perlas pintadas con amarillo y rojo¡±, escribi¨® en su cuaderno de notas revisado por Guardia, quien entre 1987 y 1993 fue conservadora de las colecciones de Rom¨¢nico del MNAC. Tres a?os m¨¢s tarde, en 1907, durante la expedici¨®n del Instituto de Estudios Catalanes, mos¨¦n Josep Gudiol i Cunill (t¨ªo del historiador que entreg¨® la pieza a T¨¤pies), tambi¨¦n dio cuenta del altar, refiri¨¦ndose al frontal que cubr¨ªa el fresco.
El rastro del altar se pierde hasta los a?os cincuenta. Es entonces cuando se inicia la campa?a de restauraci¨®n de iglesias dirigida por el arquitecto estatal Alejandro Ferrant. ¡°La documentaci¨®n no es clara, pero en ese trabajo, que acab¨® con el traslado de algunas pinturas al MNAC [como las procedentes de la cercana iglesia de Santa Maria], participaron el historiador y cr¨ªtico de arte Joan Ainaud de Lasarte y el restaurador Ramon Gudiol¡±, explica Guardia. La profesora coincide con Parcerisas en que en aquella ¨¦poca era normal ¡°repartir o quedarse con fragmentos poco importantes, como segundos arranques o capas profundas, o comprar trozos de pintura rom¨¢nica¡±.
Guardia: ¡°No creo que a nadie se le ocurra pedir que se desmonte el cuadro¡±
En el reparto de personalidades entre los hermanos Gudiol, Ramon era el restaurador apasionado, mientras que Josep, un gran historiador medievalista, tambi¨¦n estuvo vinculado con el arte contempor¨¢neo como galerista y marchante de, entre otros, T¨¤pies. Gudiol apost¨® por el joven artista: le organiz¨® su primera individual, fue uno de los primeros compradores de su obra y procur¨® protegerle proporcion¨¢ndole encargos.
A la luz de esa relaci¨®n, no extra?a que la joya rom¨¢nica acabase en manos de T¨¤pies. No ser¨ªa la ¨²ltima vez: en 1973, dos a?os despu¨¦s de Pintura rom¨¢nica con barretina, cre¨® El foll (El loco), con t¨¦cnica acr¨ªlica sobre resto rom¨¢nico, y dedicada a Ramon Llull, tambi¨¦n perteneciente a la colecci¨®n privada de T¨¤pies.
¡°No creo que a nadie se le ocurra pedir que se desmonte la pintura. Ya nos hemos cargado muchas obras para ¡®recuperar¡¯ nuestro rom¨¢nico¡±, asegura Guardia. ¡°Dudo de que supiera que aquel pedazo era importante y por supuesto le pod¨ªan haber contado que era un fragmento de los que casi tiraban o que tienen en los fondos del museo de ciertas partes de la decoraci¨®n de la parte inferior de los muros¡±.
Parcerisas asegura que la obra de T¨¤pies es una pieza ¡°muy lograda porque con tan solo tres elementos, el muro como un objeto encontrado, la cuerda y la barretina, representa las reivindicaciones de los a?os setenta que tanto le preocupaban. Se ahoga la barretina como se ahogaba a Catalu?a¡±, explica la cr¨ªtica, que observa plena actualidad en la pintura realizada hace m¨¢s de 40 a?os. ¡°Existe un espacio temporal hist¨®rico, desde lo antiguo medieval hasta lo contempor¨¢neo, lo duro y lo blando. Es una pieza con mucho impacto, que no puede estar en ninguna clasificaci¨®n, es muy simb¨®lica, por eso no me extra?a que pertenezca a su colecci¨®n privada¡±.
Pintura rom¨¢nica y barretina volver¨¢ a ser protagonista de una exposici¨®n. Ser¨¢ este oto?o en el MNAC, en una muestra sobre la relaci¨®n con el arte medieval del Grup de Ta¨¹ll, que reuni¨® a los nombres m¨¢s destacados de la nueva vanguardia catalana de posguerra: Marc Aleu, Modest Cuixart, Josep Guinovart, Jaume Muxart, Jordi Mercad¨¨, Joan-Josep Tharrats y el propio T¨¤pies.
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