Manet se retrata en Londres
La Royal Academy acoge una ambiciosa retrospectiva centrada en los retratos del artista franc¨¦s En ellos, se une el clasicismo de Vel¨¢zquez y Tiziano con el posimpresionismo de Gauguin
Cuando ?douard Manet (Par¨ªs, 1832-1883) pint¨® Olympia, c¨¦lebre retrato de una belleza desnuda que escruta inmisericordemente al espectador, inspirado en La venus de Urbino,de Tiziano, el rechazo result¨® tan feroz como para que un cr¨ªtico escribiera: ¡°El arte ha ca¨ªdo tan bajo que no merece ni reproches¡±.
Con parecida ausencia de simpat¨ªa fue recibida su inmortal comida campestre, Le d¨¦jeuner sur l¡¯herbe (1863), en la que dos hombres vestidos y una mujer desnuda comparten escena y viandas. Ambas obras fueron rechazadas en el parisiense Sal¨®n de Oto?o por su descaro y por una t¨¦cnica que, a¨²n nadie lo sab¨ªa, acabar¨ªa siendo contemplada como revolucionaria. Manet, desesperado, escribi¨® a su amigo Baudelaire: los insultos, le confes¨®, ca¨ªan sobre ¨¦l con la dureza del granizo.
Lejos quedaban a¨²n los tiempos en que aquella escena buc¨®lica inspirar¨ªa a Picasso y a Jean Renoir. Y a¨²n m¨¢s distante el d¨ªa en el que Manet protagonizar¨ªa una de las grandes fechas en la temporada de exposiciones londinense. Fue ayer, cuando la Royal Academy desvel¨® las cartas de su gran apuesta para 2013: una gran retrospectiva centrada en la faceta de retratista del genio, con 50 obras maestras que muestran que supo vincular la tradici¨®n de Vel¨¢zquez y Tiziano con los planteamientos posimpresionistas de Gauguin y C¨¦zanne.
Le d¨¦jeuner sur l¡¯herbe, propiedad de la Courtauld Gallery de Londres, es la estrella de Manet. El retrato de la vida, que se abre al p¨²blico el pr¨®ximo viernes y podr¨¢ ser visitada hasta el 14 de abril. La comisaria, Mary Anne Stevens, se mostraba ayer convencida de que la cita desmontar¨¢ muchos prejuicios y malentendidos que a¨²n circulan en torno a la obra del pintor franc¨¦s. ¡°Es una figura enigm¨¢tica y de alg¨²n modo se tiende a evitarle. Ha generado mucho material literario, pero casi todo interpretativo y de segunda mano¡±. Para esa tarea, Stevens cuenta la ayuda de Larry Nichols, experto del Museo de Arte de Toledo en Ohio, que ha invertido cinco a?os en investigar a Manet. ¡°Sin ¨¦l, no se puede entender la historia del arte desde 1850¡±.
Nacido en el seno de una familia de clase media acomodada en Par¨ªs como el hijo de un magistrado del Ministerio de Justicia, hered¨® a los 30 a?os una considerable fortuna que le permiti¨® dedicarse enteramente al arte, libre de presiones econ¨®micas. Rompedor en sus temas, estilos y t¨¦cnica, los rechazos se suceder¨ªan a partir de entonces. Sus vivos contrastes de luces y sombras se confundieron a menudo con zafios borrones. Sus personajes, tomados de apuntes hechos en las calles o en los bares, se tacharon de vulgares.
Acaso por eso mismo, fue admirado y respetado por los j¨®venes impresionistas (Monet, Renoir, Sisley, C¨¦zanne), aunque Manet declinase exponer con ellos. Su af¨¢n de solitario impenitente le convirti¨® en un h¨¦roe marginal. Y pese a los esfuerzos de su amigo ?mile Zola, el reconocimiento a su obra fue discreto en vida.
Una existencia corta, pero fruct¨ªfera; se le atribuyen 400 obras, aut¨¦nticas joyas por las que suspiran las colecciones p¨²blicas y privadas de todo el mundo, incluso aunque algunas sigan inacabadas o luzcan roturas producidas por el muy exigente Manet.
La muestra de Londres avanza empujada por dos fuerzas (la cronol¨®gica y la tem¨¢tica), aunque siempre sobre un mismo eje: el retrato. La primera parada trata del artista y su familia.
A la intimidad se yuxtapone en el recorrido la amistad: la que le uni¨® a Baudelaire, Zola, Georges Moore, Zacharie Astruc, Th¨¦odore Durer, Antonin Proust, Eva Gonz¨¢lez, Berthe Morisot y Victorine Meurat y otros rostros que funcionan en la exposici¨®n como un deslumbrante fotomat¨®n del siglo XIX y sustentan la advertencia de Stevens; no ha sido f¨¢cil reunir tantas obras maestras.
Cierto es que no est¨¢n los grandes lienzos de los ¨²ltimos a?os, cuando la luz se adue?¨® de las telas. Es tambi¨¦n la etapa en la que empieza a sufrir dolores terribles causados por una enfermedad relacionada con la s¨ªfilis. Son tambi¨¦n los tiempos en que abandona el ¨®leo por resultarle demasiado trabajoso y opta por el pastel. Tras su ¨²ltima gran obra (El bar del Folies Berg¨¨re, de 1882), su estado empeor¨® y tuvieron que amputarle una pierna gangrenada. Muri¨® una semana despu¨¦s. Ten¨ªa 51 a?os. Los honores no tardaron en llegar, pero para ¨¦l ya era demasiado tarde.
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