Por la cara
En el estado de cuentas que andamos es esclarecedor observar lo que llamamos mercado de oportunidades. No es raro que los programas aplaudan iniciativas como un taller de coches donde no hay mec¨¢nicos sino que te puedes arreglar t¨² mismo el carburador o el equilibrado de ruedas e incluso un local que alquila las m¨¢quinas de coser para que te hagas los apa?os de la ropa. Y cada tanto escuchamos una entrevista con alguien que le echa imaginaci¨®n y esfuerzo a la precariedad. Pero no creo que el entusiasmo pueda nunca estimular la econom¨ªa tanto como unas saneadas estructuras. La mejor manera de tomarle la temperatura al pa¨ªs es detenerse a mirar esas paradas de autob¨²s con un anuncio reluciente de una l¨ªnea de comida r¨¢pida que nos ofrece 4 croquetas por 1 euro.
?Pues en el pa¨ªs de las 4 croquetas por 1 euro, Juanra Bonet es el rey. Triunfa con su sencillo concurso Lo sabe, no lo sabe, donde reparte fajitos de billetes a los concursantes que atrapa por la calle. Ese Juanra regalando inesperados euros a los viandantes es hoy por hoy la mayor alegr¨ªa que la tele y la realidad han preparado para los peatones de la historia. Incluso la crueldad del programa, cuando a todo correr tienes que elegir a alguien que tenga cara de no saber la respuesta a una pregunta, hasta ahora no ha ofendido a nadie.
Juanra Bonet, que es un presentador fogueado, con capacidad para salir de pie de cualquier envite y adem¨¢s hacerlo entre coqueteos y agudezas, ha encontrado la suerte en este formato que en su versi¨®n original israel¨ª se llama Smart Face o Cara de listo. Es algo as¨ª como el antiministro, el antiMontilla, que viene a regalarte, con un pellizco de fortuna, todo un sobresueldo. Pero no en sobres sospechosos y perversos, sino por la cara y a las claras, como debe ser, en mitad de la calle, delante de todos, con la gente que aplaude feliz a tu alrededor. Regresan programas con aroma a posguerra y cierta grandeza popular a lo Ustedes son formidables. Donde adem¨¢s saberlo puede tener tanta importancia como no saberlo, donde, como en la vida misma, pasarse de listo penaliza m¨¢s que lo contrario.
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