Novelas de (de)formaci¨®n: el gran crack de los 40
La literatura y el cine explotan m¨¢s que nunca el estado de locura tragic¨®mica de la crisis de la mediana edad, con pel¨ªculas como This is 40, de Judd Apatow, y novelas como Eres el mejor, Cienfuegos, Stone Arabia o A prop¨®sito de Abott, entre muchas otras
Se les pone cara de anuncio de Bisolgrip Forte. Les asalta la extra?a sensaci¨®n de haber consumido ya dos tercios de la botella de cerveza (saben que les queda solo uno, la euforia del primer trago queda lejos, y que lo que les queda sabr¨¢ peor: menos fresco, m¨¢s triste). Algunos se conforman con ponerse un anillo en el pulgar, pero otros frecuentan los abrevaderos juveniles de los puertos espa?oles donde parlotean en un slang atemporal e incomprensible (¡°me chanela tu peluco¡±). Evitan los espejos (las entradas, la barriga de la infelicidad) y rescatan camisetas de grupos que los delatan (prendas que en su espalda llevan inscritas la prueba definitiva: The Smiths 1987 World Tour; la llorera) para hacer air guitar encima del sof¨¢ cuando nadie los ve. Se debaten entre si es m¨¢s decente mirar a la madre o a la hija adolescente que discuten en su mismo vag¨®n de metro y calibran con cu¨¢l se quedar¨ªan, para asumir segundos despu¨¦s que ambas son inalcanzables como lunas de J¨²piter.
Todo en su vida son p¨¦rdidas y s¨®lo ganan peso. La fogosa relaci¨®n de adolescencia con ese miembro mutante de su anatom¨ªa, que en su d¨ªa fue un flechazo, se debate ahora entre la amistad cordial que vive y deja vivir y el cari?o fraternal por los viejos y ajetreados tiempos. Alguien en el bus los llama de usted y ellos se ponen a la defensiva como el jugador de Cluedo que se sabe arrinconado. Aseveran con una risita nerviosa que son treinta?eros hasta pocos d¨ªas antes de cumplir los 41. Muchos de ellos se aferran a la m¨²sica con una virulencia demente que s¨®lo hab¨ªan experimentado a los 14 a?os.
¡°Los protagonistas de Hemingway o Fitzgerald parece que tengan 40 pero tienen 25. Son adultos. Vivimos en tiempos de adolescencia extendida¡ Y la obsesi¨®n con la cultura pop est¨¢ conectada a eso: colecciones de discos y fuertes opiniones sobre asuntos insustanciales", (Chris Bachelder)
Son los tipos que padecen la crisis de los 40. Esa de la que te enteras el ¨²ltimo, como en una fiesta sorpresa, pero al rev¨¦s. Como el que lleva la bragueta abierta, el jersey del rev¨¦s, la salsa en la comisura, el moco en la napia. El gran crack de la mediana edad. Si llegaran unos alien¨ªgenas y vieran a uno de esa raza, les tirar¨ªan monedas a los pies. Inspiran pena, mucha, pero precisamente por eso tambi¨¦n desatan risas. Piensan que pueden refugiarse, huir de ella comprando grandes gadgets y ropas chillonas, pero no saben que, como le sucede al h¨¦roe de la tragedia con el destino, cuanto m¨¢s huyen antes y con m¨¢s violencia se van a estampar contra ella. Quiz¨¢s estemos exagerando, pero es que esto solo es un ejercicio de estilo. Porque los que van a hablar aqu¨ª s¨ª la han vivido ya y la describieron (de f¨¢bula) para superarla.
Quiz¨¢ en su miga tragic¨®mica resida la raz¨®n por la que, m¨¢s que nunca, la literatura, la televisi¨®n y el cine se ocupe ahora m¨¢s que nunca de ellos. Ante las novelas de formaci¨®n del adolescente desnortado podr¨ªamos oponer todas estas, a¨²n m¨¢s desternillantes pero tambi¨¦n m¨¢s tristes, ¡°novelas de deformaci¨®n¡± (perdonen al arriba firmante por el juego de palabras).
Cuarenta segundos de silencio (mientras miramos de reojo el reloj biol¨®gico para calibrar cu¨¢nto nos queda o cu¨¢ndo la padecimos).
Al l¨ªo. A unas semanas del estreno en Espa?a de This is 40 (aqu¨ª, c¨®mo no, otro recital de dudosa traducci¨®n: Si fuera f¨¢cil), la pel¨ªcula m¨¢s autobiogr¨¢fica de Judd Apatow, las estanter¨ªas de las librer¨ªas rebosan novelas sobre la crisis, pero sobre la crisis que llega, con la puntualidad de un reloj suizo, con esa edad: Eres el mejor, Cienfuegos, de Kiko Amat (Anagrama), Stone Arabia, de Dana Spiotta (Blackie Books), A prop¨®sito de Abbott, de Chris Bachelder y Jernigan, de David Gates (Libros del Asteroide), incluso El tiempo es un canalla, de Jennifer Egan (Min¨²scula) o Juliet, Desnuda, de Nick Hornby (Anagrama). Todas ellas est¨¢n empapadas de l¨¢grimas de ese gran Crack emocional, pero en casi todas ellas, tambi¨¦n en la pel¨ªcula, la m¨²sica pop juega un papel crucial.
Existen muchas definiciones, de las m¨¢s grandilocuentes (¡°La peor de las Edades Medias es la mediana edad del hombre¡±, Lord Byron) a las m¨¢s simples y certeras (¡°Los hombres se convierten en ni?os apenados¡±, Kiko Amat). Todas ellas supuran un humor fr¨ªo que hiela la sonrisa.
Como con toda crisis, lo mejor es verla venir. Poner las barbas en remojo. As¨ª que he aqu¨ª algunas claves explicadas por escritores que la han descrito con risa, puchero, lloro y ¨¦xito.
?1.- Los s¨ªntomas.
¡°Un hombre no sabe cu¨¢les son sus actos postreros: la ¨²ltima vez que nada en el mar, la ¨²ltima vez que hace el amor. Sin embargo, a los treinta y siete a?os, quiz¨¢ en el punto medio de su vida, la ¨²nica que tiene, Abbott sabe que ha intentado dar su ¨²ltima voltereta¡±, Chris Bachelder, en A prop¨®sito de Abbott.
El alter ego de Judd Apatow en This is 40 (interpretado por Paul Rudd) se encierra m¨¢s en el lavabo que un esmerado adolescente en quinto de la carrera de zambomba, solo que en su caso lo ¨²nico que hace una vez all¨ª es jugar al Apalabrados con su iPad (¡°Yo hago lo mismo, solo que leo el Hufftington Post¡±, ha confesado, henchido de dignidad, el director en m¨¢s de una entrevista). El protagonista de El tiempo es un canalla, sin embargo, hace tiempo que consume unos copos de oro para recuperar su vigor sexual. ?Ejemplos? Tomen asientos y p¨ªdanse algo. Amat, que acaba de firmar su novela m¨¢s tronchante, pero tambi¨¦n m¨¢s tierna, sobre un novelista y cr¨ªtico musical que ha dejado de bailar, que pudo ser tanto y que luego vendi¨® su alma y cuyo cad¨¢ver (m¨¢s bien rechoncho pero podrido) da tumbos por Barcelona: ¡°Cito de Cienfuegos, aunque est¨¦ feo: ¡®la curva sintom¨¢tica suele incluir absentismo conyugal, l¨ªbido rampante, alcoholismo pertinez, ca¨®tico cuadro de toxicoman¨ªas, alto ¨ªndice de siniestralidad automotriz, aislamiento antisocial, paranoia y, si no se corrige a tiempo, adulterio, locura, divorcio y muerte¡¯. Habitualmente van a clubs (cuando lo ¨²ltimo que bailaron en su vida era la yenka¡±. David Gates, que retrat¨® esa misma debacle en la desternillante (hasta el lloro, de risa y de no risa) Jernigan, sobre un cuarent¨®n que intenta rehacer su vida encam¨¢ndose con (feliz idea) la madre de la novia de su hijo (la longitud de la etiqueta da una pista de lo descabellado de la idea, sobre todo si la mujer en cuesti¨®n tiene un criadero de conejos en el s¨®tano), opina que la crisis de los 40 suele ser tan hist¨¦rica que puede llegar a ser poco literaturizable: ¡°Todos conocemos los s¨ªntomas cl¨¢sicos: comprar un coche deportivo o una gran moto, enamorarse de una joven amante, tocar en una banda de rock, hacerse un tatuaje¡ Pero se han usado tanto que quiz¨¢s un escritor de ficci¨®n deber¨ªa evitarlos¡±. Bachelder, que ha escrito una especie de dietario del hombre de mediana edad culto y atribulado, tiene claro que ¡°te asalta cuando por fin entras en raz¨®n y constatas que, en el mejor de los casos, ya te has ventilado la mitad de tu d¨ªa. Es una crisis sobre la mortalidad¡ Y quiz¨¢s de ah¨ª ese deseo por experimentar nuevas cosas y por usar el cuerpo mientras todav¨ªa funcione (o por detener el tiempo o retrasarlo, aunque sabemos que eso no funciona)¡±. ¡°Yo tengo casi 42 y te digo que aprecio m¨¢s mi cuerpo que nunca. Y es porque, y no a pesar de que, mi cuerpo est¨¢ lleno de achaques y limitaciones. A¨²n funciona bien, pero soy consciente de ¨¦l todo el rato. Y s¨®lo puedes apreciar algo si eres consciente de que lo tienes¡±. Como dec¨ªa el c¨®mico Louis CK, el amo en radiografiar esta modalidad de borrasca vital, ¡°es muy f¨¢cil sentirse bien con tu cuerpo. S¨®lo tienes que aceptar que te parece asqueroso y vivir con ello¡±. El monologuista y creador de la serie Louie da siempre en el clavo, como cuando pregunta en una cita con una joven, a la que ¨¦l comparece en corbata y ella, casi en ch¨¢ndal: ¡°?Por qu¨¦ estoy yo nervioso y no t¨²? ?Yo tengo hijos! ?He hecho algo! ?Qu¨¦ has hecho t¨² adem¨¢s de ser mona?¡±
?La crisis de los 40, evidentemente, no es una afecci¨®n exclusivamente masculina. Queda claro en el personaje de Leslie Mann en This is 40, la mujer en la vida real de Appatow (tambi¨¦n aparecen sus dos ingenios¨ªsimas hijas, que deber¨ªan frecuentar un Proyecto Hombre de adictos a Perdidos). Toda la familia real de Apatow padece la crisis en la pel¨ªcula junto al alter ego de su marido, si bien ella la sobrelleva con algo menos de histerismo.
Egan se qued¨® a las puertas de contestar las preguntas, pero s¨ª lo hizo Spiotta, que en su novela, una reflexi¨®n sobre la memoria y la mortalidad, plantea la historia de dos hermanos (¨¦l, una estrella del punk fracasada con un mundo propio; ella, la mujer responsable que ya era incluso de ni?a) que miran la juventud en el retrovisor, como un Ada y el ardor pop y de cuarentones. ¡°Creo que la mediana edad empieza cuando tienes que cuidar de tus padres. Si un padre falta mental o f¨ªsicamente, te ves forzado a centrarte en la mortalidad¡±, apunta.
¡°Me ech¨¦ a re¨ªr, pero de pronto me puse triste por re¨ªrme: no ten¨ªa ninguna necesidad de recurrir a subterfugios c¨ªnicos cada vez que dec¨ªa algo relevante¡±, Dana Spiotta, en Stone Arabia.
2.- La tragicomedia
?¡°Entonces Bennie se sac¨® del bolsillo una cajita roja esmaltada, abri¨® el complejo cierre, pellizc¨® unos copos de oro con dedos temblorosos y los ech¨® en la taza. Hab¨ªa empezado aquel r¨¦gimen hac¨ªa dos meses, despu¨¦s de leer en un libro sobre medicina azteca que estos cre¨ªan que el oro y el caf¨¦ combinados garantizaban la potencia sexual¡±, Jenniger Egan, en El tiempo es un canalla.
?Decimos tragicomedia, pero en realidad toda comedia es tr¨¢gica y toda tragedia, con el tiempo, tiene algo de c¨®mica (o casi todas). Nada es m¨¢s tragic¨®mico que la crisis de los 40: las adolescentes pueden dar m¨¢s l¨¢stima o desatar m¨¢s carcajada, pero la de los 40 es definitivamente tragic¨®mica. ¡°Creo que la gente se ha hartado del adolescente llorica. El cuarent¨®n tiene problemas m¨¢s grandes. Es una cuesti¨®n de tama?o. El joven cambia de novia o abandona el empleo. Sus cuitas son demasiado peque?as para que el lector empatice tanto con ellas. Pero un padre con dos hijos no soluciona lo suyo con coraje y amigos y algo de dinero. Necesita, como dice Louis CK: una escopeta, un billete de avi¨®n y tinte para el pelo¡±, apunta Amat, progenitor de dos reto?os con el mismo color de cabello que el del c¨®mico, ¡°Y mucho tipo de resistencia. Son otro tipo de cojones. Los del caballo de Animal Farm. Aunque su tragedia sea c¨®mica, creo que la gente se enternece con la ca¨ªda del cuarent¨®n. Tiene razones de peso. No es un caprich¨ªn¡±. ¡°?Tragic¨®mico? Claro. No hay nada m¨¢s rid¨ªculo que un viejo haci¨¦ndose el joven, lo hemos visto en bodas de toda la vida, cuando nuestro t¨ªo borracho se pon¨ªa a hacer break (a los sesenta). Es el gag del rap de Homer: verg¨¹enza ajena a tutipl¨¦n. Multiplica el gag del rap de Homer por 365 d¨ªas (o el doble) y tendr¨¢s la crisis de los 40. Dos a?os de verg¨¹enza ajena¡±.
Gates a?ade el matiz econ¨®mico: ¡°Es tr¨¢gico porque la muerte intimida. Es c¨®mico porque afecta a gente con el suficiente dinero como para preocuparse por cosas como ¨¦sa. Y la incongruencia del viejo que se hace el joven es inherentemente graciosa¡±. Bachelder tira a¨²n m¨¢s de ese hilo: ¡°Mira, comparado con la crisis real global (hambruna, discriminaci¨®n, enfermedad, guerra) una crisis de la mediana edad no es ni siquiera una crisis. Implica una vida confortable en un contexto de inmenso sufrimiento. Tener todo lo b¨¢sico nos conduce a preocuparnos por la muerte o por lo insignificante de nuestras vidas. Es una crisis a la vez rid¨ªcula y grave. Es doloroso para quien la sufre entender que es un privilegio sufrir la crisis de la mediana edad¡±. Spiotta cree en que el margen de tiempo es clave para no acabar de ponerse totalmente estupendos con el melodrama: ¡°No puedes pretender tener una vida eterna, pero no es tan directo como contemplar tu propia muerte a los 75 a?os. Todav¨ªa tiene algo de divertido¡±.
3.- Tus modelos
?¡°A la ma?ana siguiente Tom y Betsy, de rodillas, se afanaron en revocar la grieta y luego repintaron toda la pared; pero cuando la pintura estuvo seca la gran escotadura junto al suelo qued¨® perfectamente visible, y arrancando de ella el trozo curvado que sub¨ªa que sub¨ªa casi hasta el techo dibujaba un signo de interrogaci¨®n¡±, Sloan Wilson, en El hombre del traje gris.
De El hombre del traje gris, de Sloan Wilson, a Girl 20, de Kingsley Amis, los ejemplos de lo que hemos aceptado designar como novelas de deformaci¨®n son m¨²ltiples y extra?amente gloriosos. Pero, antes de seguir, dejemos que los invitados citen sus favoritas. Spiotta: ¡°Albert Brooks en Perdidos en Am¨¦rica (Nota del Articulista: el personaje m¨¢s logrado de This is 40 es el padre jud¨ªo y chantajista interpretado por Brooks)¡±. Amat: ¡°Reginald Perrin, por supuesto, y el Maxwell Sim de Jonathan Coe (que estaba muy influido por el Perrin de Nobbs). Basil Fawlty (nunca dice que la tiene, pero creo que salta a la vista; especialmente cuando flirtea con aquella australiana). Sin duda Richard Sherman en The Seven Year Itch, uno de los mejores. Mi querid¨ªsimo Bob Slocum de Something happened (de Joseph Heller). Jernigan, de David Gates¡±. Preguntemos, pues, a Gates, ya que sigue por aqu¨ª: ¡°Jack Torrance (Jack Nicholson) en El resplandor. Como Dante, est¨¢ a la mitad de su viaje, pero esta comedia resulta ser un mont¨®n de p¨¢ginas en las que ha escrito lo mismo, una y otra vez, All work and no play makes Jack a dull boy. Un gran lema para un tipo que sufre la crisis de los 40¡±. Y si Dante hablaba de estar ¡°en la mitad de la vida, con la senda derecha ya perdida¡± y proced¨ªa a culpar a muchos otros, Bachelder se saca de la manga unos cuantos: ¡°William Henry Deveraux Jr. en Straight Man, de Richard Russo. Sophie Bentwood en Desperate Characters, de Paula Fox. Jack Glandey en White noise, de Delillo. Alwyn Tower en The Pilgrim Hawk, de Glenway Wescott¡±. ?Lo ven? No est¨¢n solos. Apunten.
4.- M¨²sica pop.
?¡°El beb¨¦ ya ten¨ªa edad para empezar a conocer el percal, la fr¨ªa verdad, las cosas que importaban de la vida y la muerte. ?Qu¨¦ clase de para¨ªso es uno al que no te puedes llevar tus discos?¡±, Michael Chabon, en Telegraph Avenue.
?Est¨¢ presente en cada una de nuestras crisis. La m¨²sica pop es tan inherente a ellas que empezamos a sospechar que, en parte (nos rascamos la cabeza: ?un momento!), las provoca. Como una especie de medicamento homeop¨¢tico que descorcha brotes a¨²n peores.
¡°Es tr¨¢gico porque la muerte intimida. Es c¨®mico porque afecta a gente con el suficiente dinero como para preocuparse por cosas como ¨¦sa. Y la incongruencia del viejo que se hace el joven es inherentemente graciosa¡± (David Gates)
La m¨²sica es una enfermedad mental en ese fan de manual que es el protagonista de Juliet, desnuda, de Nick Hornby. Vertebra toda la novela de Jennifer Egan, la decadencia de su industria sirve como paralelo de la de los 40 en This is 40 personificada en el infantilismo del protagonista (?recuerdan, ya que estamos, el personaje masculino deleznable de Juno, tratado con tan escas¨ªsima piedad?), pero tambi¨¦n en la figura de la ex leyenda del rock Graham Parker, que ahora viste gorras de Oreo (muy recomendable la entrevista en el n¨²mero de enero de la revista brit¨¢nica Mojo). Por otro lado, tambi¨¦n sirve como modo de vida (y muerte y desaf¨ªo al olvido) en Stone Arabia. Incluso se usa como met¨¢fora en Telegraph Avenue, de Michael Chabon, colosal novela de pr¨®xima aparici¨®n en Mondadori, donde la tienda de discos de dos amigos de toda la vida se ve amenazada y m¨¢s vulnerable que nunca¡
Como preguntar¨ªa el ilustre entrenador de f¨²tbol: ?Por qu¨¦? ?Por qu¨¦ siempre apareces en el peor momento, m¨²sica pop? En This is 40, la esposa quiere m¨²sica para divertirse, mientras que el remedo de Appatow la quiere para revolcarse en el fango cual gorrino (ha reconocido que lo mismo les sucede en la vida real). ¡°Supongo que la m¨²sica aparece porque es, o sobre todo sol¨ªa ser, nuestra lengua franca, pero tambi¨¦n porque el rocanrol te retrotrae a juventud y energ¨ªa masculina, que es lo que querr¨ªa poseer un hombre de mediana edad en crisis¡±, apunta Gates. Bachelder: ¡°Los protagonistas de Hemingway o Fitzgerald parece que tengan 40 pero tienen 25. Ya han experimentado una vida casi completa y son adultos. Vivimos en tiempos de adolescencia extendida¡ Y la obsesi¨®n con la cultura pop est¨¢ conectada a eso: colecciones de discos y fuertes opiniones sobre asuntos insustanciales¡±. ¡°No lo s¨¦¡±, confiesa Spiotta, ¡°quiz¨¢s hay algo en este momento que es un poco mediana edad. Los baby boomers son ahora m¨¢s viejos. En realidad creo que los Estados Unidos est¨¢n viviendo su crisis de mediana edad¡±.
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5.- Tu personaje
¡°Annie consigui¨® una buena fotograf¨ªa de un var¨®n en un retrete p¨²blico, la imagen que cabr¨ªa esperar en esos casos. Cuando Duncan se apart¨®, Annie pudo ver que el inodoro, como casi todos los de los clubs de rock que hab¨ªa visto, estaba atascado. (¡) ¨C Si los retretes hablaran, ?eh?. Annie se alegraba de que aqu¨¦l no pudiera hacerlo. Duncan habr¨ªa querido quedarse charlando con ¨¦l toda la noche¡±, Nick Hornby, en Juliet, desnuda
Si bien Gates afirma (cre¨¦rselo o no por lo tremendamente emp¨¢tico y articulado que resulta Jernigan es harina de otro costal) que ¡°ninguno de sus personajes es un autorretrato¡±. Aun as¨ª, admite que siempre escribe de experiencias similares a las suyas y que no parte de una idea o arquetipo para construir un personaje: ¡°Pero cuando escribo bien, me parece que siento lo que sienten ellos. No s¨®lo el hombre de mediana edad, tambi¨¦n un gay o una mujer o un ni?o¡±. Bachelder explica c¨®mo molde¨® a Abbott sin gui¨®n ni acci¨®n, solo a partir de sus pensamientos cotidianos: ¡°S¨®lo intent¨¦ ser tan preciso como pude en reflejar sus sentimientos de pavor, maravilla, ira, autoconciencia, culpa, gratitud, miedo, conexi¨®n, separaci¨®n¡¡±. ¡°Cienfuegos soy yo de la misma manera que Arturo Bandini era John Fante. Tom¨¦ unas cuantas verdades emocionales de calado gordo, y unas cuantas realidades f¨ªsicas (cosas que sucedieron de veras en la vida real) y las envolv¨ª en ¡®una sarta de mentiras¡¯, que dice Harry Crews. Para hablar de lo peor de uno mismo es necesario tener la distancia que te proporciona un alter ego, de otro modo (en autobiograf¨ªa aut¨¦ntica) la tentaci¨®n de embellecer o dejarte mejor es demasiado poderosa. Cienfuegos da asco porque yo di asco. El que Cienfuegos no sea Yo hace que en realidad se parezca m¨¢s a mi Yo que si hubiese hablado de las tribulaciones de Kiko Amat as¨ª, sin disfraces¡±, apunta Dana Spiotta. Era broma. Ahora s¨ª, ella: ¡°Bueno, acabo de cumplir 47 a?os, as¨ª que no me ha hecho falta demasiada imaginaci¨®n¡±.
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