All¨¢ donde todo est¨¢ bien hecho
El dise?ador Oki Sato, estrella de la Feria del Mueble de Estocolmo
Es verdad que, a bordo del Arlanda Express ¡ª¡°la manera m¨¢s econ¨®mica y sostenible de llegar al aeropuerto¡±, anuncian por megafon¨ªa¡ª uno entiende lo que podr¨ªa ser la domesticaci¨®n de una m¨¢quina. Las jambas de las ventanas de este tren son de roble. Y no solo no se enfr¨ªan con el paisaje nevado que se cuela por los vidrios sino que la madera invita a tocarlas. No es un lujo, es un detalle que indica prioridades: el confort y el buen envejecimiento por encima de la ostentaci¨®n. Todo eso define a un pa¨ªs. Tambi¨¦n que las pantallas del mismo tren hablen de un experimento en Uppsala ¡ªal norte¡ª en el que a una ni?a rumana le cambiaron los apellidos para que sonaran m¨¢s suecos: sus notas empezaron a destacar. Lejos de ocultar esa informaci¨®n, la exponen en sueco y en ingl¨¦s.
Suecia es un pa¨ªs n¨®rdico con inmigraci¨®n. Por eso, al civismo y a la cultura de lo bien hecho, aqu¨ª se a?ade contraste, mezcla y, fundamentalmente, lugar para lo inesperado. Fue eso, lo inesperado, lo que llev¨® a un Oki Sato (Toronto, 1977) reci¨¦n convertido en arquitecto a exponer en el Green House de la Feria del mueble de Estocolmo. Esa sala muestra el talento de j¨®venes dise?adores que todav¨ªa no han encontrado productor para sus ideas. De eso hace diez a?os y, este Febrero, Sato ocupa el coraz¨®n de la Feria. Es el invitado de honor. En una d¨¦cada ha trabajado para empresas como Miyake, Starbucks, Camper o Swedese. Cuenta que en Suecia aprendi¨® lo que es el dise?o. ¡°Se supon¨ªa que iba a exponer en un espacio para j¨®venes y a mi lado hab¨ªa un se?or mayor mostrando toallas¡±.
Sato cree que su disciplina no tiene que ver con las formas o los colores y s¨ª con las emociones, con c¨®mo nos afectan los objetos. ?C¨®mo se transforman las emociones en productos para el consumo? ¡°En nuestra sociedad, lo que incita a comprar es el valor emocional. El dise?o es como un pegamento que adhiere una funci¨®n a una emoci¨®n. Pero es la emoci¨®n lo que llega a la gente¡±, cuenta.
Admite que hay diferencias culturales y que no todos reaccionamos igual, pero, aun as¨ª, insiste en las similitudes: ¡°Todos nos relajamos frente al oc¨¦ano¡±. Ese campo en com¨²n es la materia con la que ¨¦l trabaja, lo que llama el pegamento. As¨ª, considera m¨¢s importante la historia detr¨¢s del objeto que el objeto en s¨ª. A esa conclusi¨®n lleg¨® hablando con otros dise?adores: ¡°Experiment¨¦ la colaboraci¨®n frente a la competici¨®n. Eso te transforma tambi¨¦n a ti. Te hace ver que uno no puede ser el centro de su dise?o, que el dise?o es una herramienta para ayudar a la gente¡±.
Como fundador del estudio Nendo, con sede en Mil¨¢n adem¨¢s de en Tokio y en Singapur, Sato expone siempre en el Salone de esa ciudad. Sin embargo, insiste en que lo que sabe de dise?o no lo aprendi¨® en Italia sino en Estocolmo. ¡°Mil¨¢n tiene energ¨ªa. Pero se basa en las novedades. Ofrece una idea del dise?o cercana a la moda. Aqu¨ª los valores son otros. El dise?o japon¨¦s y el escandinavo tienen mucho en com¨²n. Empieza por la manera en que tratamos los materiales y tiene que ver con lo peque?o, con lo que descubres m¨¢s que con lo que te anuncian¡±.
Tambi¨¦n Sato considera que para el dise?o se terminaron las estrellas. ¡°Muchos pensamos que el tiempo de Philippe Starck ha pasado. Es respetable, pero ser¨ªa absurdo no aprovechar la oportunidad de trabajar a partir de lo que ¨¦l no hizo bien: acerc¨¢ndonos a la sociedad y eligiendo ayudar en lugar de sorprender¡±.
Cuenta que en la Escuela de Arquitectura de Tokio solo aprendi¨® a solucionar problemas con l¨®gica pero que haberse criado en Canad¨¢, donde trabajaba su padre, le permiti¨® ver que no hay una manera ¨²nica de hacer las cosas. As¨ª, asegura que el papel del dise?o en nuestra sociedad no est¨¢ en producir y vender objetos baratos si no en buscar emociones. ¡°Son m¨¢s importantes que las posesiones. Valorarlas nos llevar¨ªa a elegir con responsabilidad. Uno no puede comprar las emociones. Ha de buscarlas en s¨ª mismo¡±.
Ikea no es profeta en su tierra
La semana de Estocolmo es la mayor feria de dise?o escandinavo, el que no cansa. Se anuncia en el aeropuerto con la sonrisa de los dise?adores. El espacio que en Espa?a ocupar¨ªa Casillas lo llenan aqu¨ª los rostros an¨®nimos de quienes hacen un trabajo que su gobierno valora. El gobierno quiere que se conozca c¨®mo la cultura est¨¢ detr¨¢s de muchas mejoras sociales. Esta semana, The Economist lo ha valorado. La portada del semanario brit¨¢nico cuenta, con la imagen estereotipada de un vikingo, que los pa¨ªses n¨®rdicos son el pr¨®ximo modelo mundial. Y argumenta que es la cultura, no los negocios, lo que los ha hecho grandes. De negocios y cultura va esta feria que re¨²ne en la capital sueca a dise?adores y productores que muestran productos en un mercado donde importa m¨¢s la l¨®gica que el capricho. Comenzaron la presentaci¨®n anunciando su preocupaci¨®n: "nos cuesta mucho reducir los costes de producci¨®n si queremos mantener salarios dignos". Luego explicaron lo que podr¨ªa ser su fortaleza "Nadie ha conseguido producir con menos impacto ambiental que nosotros". En eso, en lo que son l¨ªderes, trabajan. Es curioso que Ikea no participe en la feria. La firma que populariz¨® por el mundo una idea del dise?o escandinavo no quiere ser profeta en su tierra.
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