Dios entra en las leyes, las casas y las escuelas
Juli¨¢n Casanova repasa en este extracto, relata el desmantelamiento del laicismo republicano por parte del franquismo
Juli¨¢n Casanova revisita en su nuevo libro la Guerra Civil Espa?ola. En este extracto, el historiador relata c¨®mo el franquismo se apresur¨®, a¨²n en plena contienda b¨¦lica, a dinamitar el laicismo republicano. La revitalizaci¨®n religiosa acab¨® con el divorcio y el matrimonio civil e impuso el crucifijo en todos los ¨®rdenes de la vida
La fusi¨®n entre la tradici¨®n cat¨®lica y el ideario fascista ten¨ªa como v¨ªnculo com¨²n la destrucci¨®n de las pol¨ªticas y de las bases sociales y culturales de la Rep¨²blica. Antes de que apareciera en escena Francisco Franco como general¨ªsimo y caudillo de los militares rebeldes, la Junta de Defensa Nacional de Burgos orden¨®, el 4 de septiembre de 1936, "la destrucci¨®n de cuantas obras de matiz socialista o comunista se hallen en bibliotecas ambulantes y escuelas" y la supresi¨®n de la "coeducaci¨®n", de la ense?anza de ni?as y ni?os juntos en las escuelas, uno de los caballos de batalla de la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica y de los cat¨®licos contra la pol¨ªtica educativa republicana.
La revitalizaci¨®n religiosa lleg¨® hasta el ¨²ltimo rinc¨®n de las tierras en poder de los militares sublevados, con el cambio de calles, la restauraci¨®n del culto p¨²blico, el restablecimiento de la ense?anza religiosa y la "reposici¨®n" de los crucifijos en las escuelas. El "regreso" de los crucifijos a las escuelas, que hab¨ªan sido retirados de ellas durante los a?os republicanos, adquiri¨® una especial carga simb¨®lica, con los ni?os como testigos. Alcaldes y sacerdotes dirigieron en la mayor¨ªa de los casos las ceremonias, mientras que los obispos sol¨ªan aportar el discurso.
En la primera reuni¨®n del primer Gobierno de Franco, el jueves 3 de febrero de 1938, se decidi¨® "revisar" toda la legislaci¨®n laica de la Segunda Rep¨²blica, y as¨ª, a golpe de decreto derogatorio, se anularon los matrimonios civiles (marzo de 1938) y cay¨® una ley tras otra, desde la Ley de Divorcio (agosto de 1938) hasta la de Confesiones y Congregaciones Religiosas (febrero de 1939), aquella ley de junio de 1933 que hab¨ªa marcado el punto ¨¢lgido de desencuentro entre la Iglesia cat¨®lica y la Rep¨²blica.
La "renovaci¨®n" legal fue tan r¨¢pida que solo unos meses despu¨¦s, el ¨²ltimo d¨ªa de junio de 1938, Jos¨¦ Mar¨ªa Yanguas Mess¨ªa hac¨ªa balance de la "catolicidad" de su Gobierno en el discurso de presentaci¨®n de credenciales como embajador ante la Santa Sede: "Ha devuelto ya el crucifijo y la ense?anza religiosa a las escuelas, ha derogado la Ley del Matrimonio Civil, ha suspendido el divorcio, ha restaurado ante la ley civil la Compa?¨ªa de Jes¨²s, ha reconocido en letras oficiales la personalidad de la Iglesia cat¨®lica como sociedad perfecta, la santidad de las festividades religiosas y ha llevado al Fuero del Trabajo una concepci¨®n aut¨¦nticamente cat¨®lica y espa?ola".
Agradecida y feliz estaba la Iglesia cat¨®lica ante tanta obra reparadora por parte del Gobierno. En primer lugar, con el "glorios¨ªsimo Caudillo", a quien se le consideraba sin ninguna duda el "hombre providencial, elegido por Dios para levantar Espa?a", seg¨²n rezaba el Catecismo patri¨®tico espa?ol que el dominico Ignacio G. Men¨¦ndez Reigada public¨® en Salamanca en 1937, anticipo del rosario de catecismos que iban a publicarse en los primeros a?os de la posguerra.
Espa?a volv¨ªa a ser cat¨®lica, una, grande y libre, pero para consolidar eso hab¨ªa que meter "a Dios y sus cosas en todo", en las leyes, en la casa y en las instituciones. Y hab¨ªa que arrojar a los "falsos ¨ªdolos intelectuales", expurgar las bibliotecas, ped¨ªa Enrique Pla y Deniel, obispo de Salamanca, en su carta pastoral de mayo de 1938, "sobre todo las populares y aun escolares y pedag¨®gicas, en las cuales tanta mercanc¨ªa averiada y venenosa se hab¨ªa introducido en los ¨²ltimos a?os".
La Iglesia ped¨ªa todo eso y mucho m¨¢s a los gobernantes, a cambio del apoyo prestado a la sublevaci¨®n, de la bendici¨®n de la violencia emprendida contra republicanos y revolucionarios. La "reconstrucci¨®n espiritual" pasaba sobre todo por las escuelas. "Se acab¨® el desd¨¦n por nuestra historia", dec¨ªa Pedro Sainz Rodr¨ªguez, mon¨¢rquico fascistizado, ministro de Educaci¨®n en el primer Gobierno de Franco, en una circular a la Inspecci¨®n de Primera Ense?anza que envi¨® a comienzos de marzo de 1938. Y unos meses despu¨¦s, desde el mismo Ministerio, se marcaba el camino a seguir en la reorganizaci¨®n de la ense?anza p¨²blica en Barcelona, cuando cayera conquistada por las tropas de Franco: "Debe llevarse a las escuelas crucifijos, retratos del jefe del Estado, banderas nacionales y algunos letreros breves con emblemas y leyendas sint¨¦ticas, que den la idea a los ni?os de que se forma un nuevo Estado espa?ol y un concepto de patria que hasta ahora se desconoc¨ªa".
No todo era religi¨®n, sin embargo, en la retaguardia franquista. Y para escapar del viejo concepto de caridad y beneficencia y plasmar los sue?os de "justicia social" falangistas, la lucha en plena guerra contra "el hambre, el fr¨ªo y la miseria", naci¨® en octubre de 1936 Auxilio de Invierno, convertida en Delegaci¨®n Nacional de Auxilio Social en mayo de 1937. Fue la obra de Mercedes Sanz Bachiller, viuda de On¨¦simo Redondo, y de Javier Mart¨ªnez de Bedoya, un antiguo amigo de estudios de On¨¦simo, quien, tras pasar una temporada en la Alemania nazi, volvi¨® a Espa?a en junio de 1936 y en oto?o de ese mismo a?o le propuso a Sanz Bachiller, que era en ese momento jefa provincial de la Secci¨®n Femenina de Valladolid, crear algo similar a la Winterhilfe nazi para recoger donativos y repartir comida y ropa de abrigo entre los m¨¢s necesitados. En menos de un a?o, lo convirtieron "en una instituci¨®n al servicio de la pol¨ªtica demogr¨¢fica del nuevo Estado franquista", defendiendo la maternidad, con la puesta en marcha de una obra de protecci¨®n a la madre y al ni?o: "Necesitamos madres fuertes y prol¨ªficas, que nos den hijos sanos y abundantes con que llevar a cabo los deseos de imperio de la juventud que ha muerto en la guerra".
La formaci¨®n de ese nuevo Estado y del nuevo concepto de patria destroz¨® las conquistas y aspiraciones pol¨ªticas de intelectuales, profesionales y sectores de la Administraci¨®n que hab¨ªan desarrollado una cultura pol¨ªtica com¨²n marcada por el republicanismo, el radicalismo democr¨¢tico, el anticlericalismo y, en algunos casos, el mesianismo hacia las clases trabajadoras. Maestros, m¨¦dicos, funcionarios y profesores de universidad eran perseguidos por haber desarrollado una labor "perturbadora". El castigo, en forma de asesinato, alcanz¨® a los rectores de algunas universidades. Famosos fueron los casos de Leopoldo Garc¨ªa-Alas, hijo del escritor Leopoldo Alas Clar¨ªn, jurista y pol¨ªtico republicano, profesor y rector de la Universidad de Oviedo, fusilado en febrero de 1937. Y Salvador Vila Hern¨¢ndez, rector de la Universidad de Granada, notable arabista, disc¨ªpulo de Miguel de Unamuno, fusilado en octubre de 1936 en V¨ªznar, en el mismo lugar que hab¨ªa ca¨ªdo asesinado dos meses antes el poeta Federico Garc¨ªa Lorca.
Cr¨ªtica edita Espa?a partida en dos. Breve historia de la Guerra Civil espa?ola, de Juli¨¢n Casanova, el 12 de febrero.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.