Una feliz reaparici¨®n
El madrile?o Fernando Cruz cort¨® una oreja en cada toro y sali¨® a hombros de la plaza con una sonrisa de oreja a oreja
El madrile?o Fernando Cruz cort¨® una oreja en cada toro y sali¨® a hombros de la plaza con una sonrisa de oreja a oreja; pero este detalle, con ser importante, es lo de menos. Lo grande de verdad es que, una vez m¨¢s, se hizo realidad uno de los misterios de la tauromaquia: c¨®mo ser¨¢ posible que un hombre que estuvo a las puertas de la muerte hace solo seis meses (este torero sufri¨® una terrible cornada en el vientre el 15 de agosto en Madrid) es capaz de volver a enfundarse un traje de luces, enfrentarse de nuevo al toro y demostrar que mantiene intacto su valor y su inteligencia para reverdecer sue?os mil veces recordados. As¨ª lo supo reconocer el p¨²blico de Valdemorillo, que lo recibi¨® con una cerrada ovaci¨®n tras el pase¨ªllo y lo alent¨® durante todo el festejo.
Mart¨ªn /Aguilar, Cruz, Lamelas
Toros de Victorino Mart¨ªn, bien presentados, cumplidores en los caballos y de juego desigual. Destac¨® el tercero por su nobleza.
Sergio Aguilar: tres pinchazos, estocada, dos descabellos -aviso- y tres descabellos (silencio); tres pinchazos y estocada contraria (silencio).
Fernando Cruz: estocada ca¨ªda (oreja); pinchazo y estocada (oreja).
Alberto Lamelas: dos pinchazos y estocada (vuelta); pinchazo y estocada baja (vuelta).
Plaza de Valdemorillo. 10 de febrero. Tercera y ¨²ltima corrida de feria. Casi lleno.
No debe ser f¨¢cil para un ser humano olvidar el hierro candente de un pit¨®n que te traspasa la barriga, y que el toro vuelva a oler la cicatriz como pago inevitable para aspirar otra vez a la gloria. Quiz¨¢ por eso los toreros no son seres humanos, sino h¨¦roes capaces de protagonizar milagros vedados a los dem¨¢s.
El Fernando Cruz que se present¨® en la plaza era, como tantos otros compa?eros suyos en circunstancias similares, un h¨¦roe grande. Reapareci¨® con una corrida muy bien presentada de Victorino Mart¨ªn que no ofreci¨® facilidades, con toros que se orientaban con rapidez, que exig¨ªan mentes claras y rapidez de movimientos. Dificultoso fue su primero, pero Cruz estuvo a la altura de las circunstancias, centrado, serio y valeroso, sin vender m¨¢s victimismo que su propia afici¨®n. Le rob¨® unos aceptables muletazos por el lado derecho y se gan¨® el favor del respetable por su torer¨ªa. Soso y parado result¨® el quinto, pero el torero volvi¨® a insistir en sus buenos fundamentos taurinos y dej¨® la estela de un toreo asentado, de buena colocaci¨®n y mejor disposici¨®n. Era una sonrisa de ni?o feliz la suya cuando se lo llevaban a hombros, pero solo un hombre de los pies a la cabeza como ¨¦l, un h¨¦roe, sabe lo dif¨ªcil que debe ser una resurrecci¨®n como la suya. Ojal¨¢ no sea este m¨¢s que el principio de una larga y exitosa carrera.
Y hubo otra reaparici¨®n: la de un torero llamado Alberto Lamelas, natural de Ja¨¦n, desconocido para la mayor¨ªa de los aficionados. Reaparici¨®n desde el anonimato en que se encontraba sumido desde que tom¨® la alternativa en 2009. Y feliz tambi¨¦n porque dej¨® claro que tiene una buena concepci¨®n del toreo, que le acompa?a un valor extraordinario y se coloca ante el toro como mandan los c¨¢nones m¨¢s exigentes. Sorprendi¨® ante su primero, un toro noble al que mulete¨® por ambas manos con largura, temple y una ligaz¨®n impropia de su muy corta experiencia. Volvi¨® a las andadas ante el sexto, de peor condici¨®n, muy seguro, asentadas las zapatillas, bien colocado y jug¨¢ndose el tipo en cada envite. Los trofeos que ten¨ªa ganados los perdi¨® por el mal manejo de la espada, pero las dos vueltas al ruedo fueron muy merecidas.
Sergio Aguilar tuvo peor suerte con su lote -muy complicados fueron sus dos toros-, y ¨¦l no tuvo su d¨ªa con los aceros. Una mala tarde la tiene cualquiera.
Con la anochecida se llevaron a Fernando Cruz a hombros. Su sonriente semblante era, quiz¨¢, el mejor premio tras aquel mal trago de agosto en las Ventas. Cosas de h¨¦roes¡
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