Una locomotora llamada deseo
El director y autor Miguel del Arco ha vuelto a dar la campanada con ¡®Deseo¡¯, una ins¨®lita mezcla de vodevil, drama y 'thriller', con poderosas interpretaciones de su espl¨¦ndido cuarteto protagonista

1 Juego de dobles. La semana pasada les comentaba que El cr¨ªtico, de Mayorga, me parec¨ªa una pieza francesa, a caballo entre Guitry y Eric-Emmanuel Schmitt. O sigue la tendencia o siguen mis gafas, porque luego veo Deseo, escrita y dirigida por Miguel del Arco, un gran ¨¦xito en el teatro Alc¨¢zar/Cofidis, y pienso que bajo su aspecto de vodevil tr¨¢gico asoman las maquinaciones de Marivaux y la sonrisa perversa de Las relaciones peligrosas. Para buscar un referente (m¨¢s o menos) cercano, podr¨ªamos echar a ese c¨®ctel unas gotas del Polanski m¨¢s claustrof¨®bico, el de Cul-de-sac y Lunas de hiel. La premisa de Deseo no puede ser m¨¢s marivaudiana: Paula (Bel¨¦n L¨®pez), el equivalente contempor¨¢neo de una libertina dieciochesca, persuade a la ingenua Ana (Emma Su¨¢rez), su compa?era de gimnasio, de que en el transcurso de un fin de semana puede abocar a su esposo, Manu (Gonzalo de Castro), a la infidelidad. Y como a ese taburete le falta una pata, al final de la escena segunda comparece Teo (Luis Merlo), al que su mujer ha echado de casa tras haberle pillado con la asistenta, y que bien pudiera ser la pareja perfecta para Paula. Lo que promet¨ªa ser un p¨ªcaro juego de camas en la sierra, pr¨®digo en correteos y batir de puertas, acaba convirti¨¦ndose en algo mucho m¨¢s peligroso. En todos los sentidos, porque no es cosa f¨¢cil armar una trama que, aunque arranca casi como vodevil, va a instalarse poco a poco en el drama para virar hacia el thriller en el ¨²ltimo recodo. Aqu¨ª hay muchas sorpresas y, sobre todo, una muy notable capacidad de su autor y director para jugar en serio y medir esos cambios de marcha sin que el coche se estampe contra un ¨¢rbol, a partir de una pieza que escribi¨® hace diez a?os y que pod¨ªa haberse quedado en un ejercicio de estilo o una puesta al d¨ªa de las comedias ¡°fuertes¡± de Alonso Mill¨¢n.
Es la verdadera protagonista de la funci¨®n, y las proyecciones sugieren que todo sucede en su memoria
Las tres grandes bazas de Deseo ser¨ªan, a mi entender: a) Muy buenos di¨¢logos y situaciones, siempre bordeando lo extremo, pero sin perder nunca la toma de tierra; b) Tiene un alto voltaje er¨®tico y al mismo tiempo es helada y desoladora como una lecci¨®n moral. Del mismo modo, los personajes saltan una y otra vez del lado de luz al lado de sombra (y viceversa), y, c) El humor no rebaja sino que potencia, como suele suceder, la intensidad de la propuesta: no hay mejor sistema para que te la metan doblada que hacerte re¨ªr medio minuto antes. Hasta que llega el momento del ¡°tiemble despu¨¦s de haber re¨ªdo¡±, como dec¨ªan en La Codorniz, y ya no hay carcajada que valga, porque el juego ha ido demasiado lejos.
Las tres cosas que no me acaban de convencer: a) La primera escena (el encuentro en el gimnasio) tiene un cierto aire de sitcom espa?ola trillada. La narraci¨®n de las haza?as sexuales de Paula suena demasiado hiperb¨®lica, demasiado apresurada, como si se condensaran en una varias conversaciones sucesivas, y la respuesta de Ana no va mucho m¨¢s all¨¢ del crescendo de risitas escandalizadas. b) En la segunda escena, la aceleraci¨®n verbal de Gonzalo de Castro roza en ocasiones lo ininteligible. ?Por qu¨¦ se agita tanto? Cabr¨ªa aplicarle (en masculino, claro) lo que le dijo una vez Luis Escobar a Aurora Bautista al comienzo de un c¨¦lebre ensayo de Yerma: ¡°Tranquila, hija m¨ªa, que a¨²n no te ha pasado nada¡±. Y c) la banda sonora de Arnau Vil¨¤ tiene pasajes muy brillantes pero, para mi gusto, con sobredosis de acentos ominosos, modelo ¡°Atenci¨®n, que viene lo chungo¡±. No creo que haga falta esa anticipaci¨®n (ni ese exceso de volumen).
Me parece m¨¢s sutil y m¨¢s eficaz el juego de luces de Juanjo Llorens, sobre todo cuando proyecta esas crecientes sombras de ¨¢rboles sobre las habitaciones como en los melodramas de Sirk. Al principio pens¨¦ que el decorado de Eduardo Moreno (paneles gruesos, giratorio, proyecciones) era un poco mamotr¨¦tico, pero la sospecha me dur¨® poco: establece con gran fluidez los espacios interiores y exteriores de la casa, como si un diablo cojuelo levantara tejados y paredes.
Miguel del Arco tiene un olfato superlativo para la teatralidad y para sacar lo mejor de sus actores
Las interpretaciones, salvando esos peque?os tropezones del comienzo, me parecen estupendas, llenas de fuerza y de riesgo. Emma Su¨¢rez hace aqu¨ª uno de sus mejores trabajos. Es el personaje m¨¢s humillado, m¨¢s conmovedor (?la escena del vestido rojo!), y el que m¨¢s cambia a lo largo del relato, y esa progresi¨®n est¨¢ admirablemente conseguida. Es la verdadera protagonista de la funci¨®n, y las proyecciones sugieren que todo sucede en su memoria, en flashback. El Teo de Luis Merlo, al que hac¨ªa tiempo que no ve¨ªa en escena, es una flecha incendiada. Su personaje y su actuaci¨®n est¨¢n muy cerca del Kowalski de aquella otra obra con deseo dentro: una inquietante mezcla de brutalidad e inocencia. Desde que entra en escena irradia una tensi¨®n casi psicop¨¢tica, con los sentimientos a flor de piel: nunca sabes por donde te va a salir. El p¨²blico rompe a re¨ªr con ¨¦l y de golpe para en seco, como si vislumbrara el abismo a su pies. Gonzalo de Castro lidia con un Manu esencialmente antip¨¢tico y cobarde, y logra hacernos temer por su suerte a base de naturalidad y de matizaci¨®n, desvelando progresivas capas a medida que avanza la noche. Bel¨¦n L¨®pez es el elemento transgresor: temible y manipuladora, pero tambi¨¦n esencialmente solitaria y desesperada. No la hab¨ªa visto nunca antes en teatro, de modo que para m¨ª ha sido una revelaci¨®n: su Paula exhala una enorme sensualidad y provoca, llevando al l¨ªmite el doble perfil de los personajes, una amalgama, cosa nada f¨¢cil, de rechazo y comprensi¨®n. No es ninguna novedad decir que Miguel del Arco tiene un olfato superlativo para la teatralidad y para sacar lo mejor de sus actores: con Deseo ha vuelto a conseguir ambas cosas. No se la pierdan.
2 Telegramas. Tambi¨¦n est¨¢n marchando estupendamente Hermanas, de Carol L¨®pez, en el Maravillas, donde la veterana Amparo Fern¨¢ndez se lleva la funci¨®n, y El lindo don Diego, en el Cl¨¢sico, puesta por Carles Alfaro, con una compa?¨ªa, encabezada por Edu Soto, que parece fruto de un director de casting en estado de gracia: una absoluta delicia donde brillan todos y cada uno. En Barcelona (La Seca/Espai Brossa) he visto Somni, de Merc¨¨ Vila, los enredos amorosos que se suceden durante un ensayo de Shakespeare, y en la que relumbra, en un papel a su medida, esa enorme c¨®mica que es Alba (El a?o que viene ser¨¢ mejor) Florejachs.
Deseo. Autor y director: Miguel del Arco. Int¨¦rpretes: Emma Su¨¢rez, Bel¨¦n L¨®pez, Gonzalo de Castro y Luis Merlo. Teatro Cofidis. Madrid, hasta el 28 de febrero
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