Un solvente Soderbergh y un intolerable Dumont
Steven Soderbergh milit¨® en el cine independiente y supo adaptarse a Hollywood
Steven Soderbergh milit¨® durante un tiempo razonable y con ¨¦xito inicial en el cine independiente. Cuando llegaron los descalabros supo adaptarse como buen superviviente a lo que Hollywood esperaba de ¨¦l. Se adentr¨® en el cine de grandes presupuestos y protagonizado por estrellas. Logr¨® la extraordinaria Traffic y otras como Erin Brockovich y la serie de Ocean¡¯s, que deben de haberle hecho rico a perpetuidad. Eso le permite alternar el cine comercial con proyectos arriesgados y muy personales (algunos de los cuales le han salido fatal) y producir pel¨ªculas ajenas con vocaci¨®n de trascendencia. Ha sabido equilibrar lo que le interesa como artista con las exigencias del mercado.
No tengo claro si su ¨²ltima pel¨ªcula Side effects es un encargo o algo que deseaba hacer. En cualquier caso, logra algo tan elogiable como mantener la atenci¨®n del espectador de principio a fin. Tambi¨¦n sorprendernos con los giros que se producen en una historia muy turbia. Durante mucho tiempo crees que asistes a un retrato de esa niebla temible, de ese infernal estado de ¨¢nimo llamado depresi¨®n. La sufre una mujer joven con tendencia suicida cuyo marido, un poderoso broker, fue encarcelado al ser pillado traficando con informaci¨®n confidencial. Sigue hundida en esa tenebrosa oscuridad al quedar en libertad su esposo y es tratada con viejos y nuevos f¨¢rmacos por un competente psiquiatra. Pero cuando crees que la trama va a continuar describiendo la enfermedad, esta se transforma en un relato negr¨ªsimo, ofreci¨¦ndote siniestras vistas de que nada es lo que parece.
El cine psicol¨®gico se torna en un argumento que hubiera filmado Hitchcock. La angustia que nos provoca la descripci¨®n de la locura va a prolongarse en una retorcida intriga criminal. Rooney Mara, que interpretaba a Lisbeth Salander en la adaptaci¨®n que hizo David Fincher de Los hombres que no amaban a las mujeres, aqu¨ª no lleva piercings, tatuajes ni viste de cuero, pero los tacones y los trajes de chaqueta le sientan inmejorablemente. Su inquietante personaje despide verdadero morbo y cuando comparte secuencias t¨®rridas con esa excelente actriz y guap¨ªsima mujer que es Catherine Zeta Jones la tensi¨®n sexual es de primera clase.
El director Bruno Dumont tambi¨¦n habla de la locura en Camille Claudel 1915, pero como es tan pretendidamente aut¨¦ntico y destroyer no se le ha ocurrido una idea mejor que rodear a Juliette Binoche, que interpreta a la hermana del piadoso Paul Claudel y despechada amante de Auguste Rodin durante su confinamiento en un manicomio, de verdaderos y compadecibles enfermos mentales. Y me pregunto si es l¨ªcito exhibirlos en un producto destinado a venderse. Igualmente imagino que han necesitado el permiso de las familias de los dementes y de los m¨¦dicos que les atienden. Y me planteo lo que har¨ªa yo si alguien tuviera la gran idea de proponerme en nombre del arte cinematogr¨¢fico, c¨®mo no, exhibir ante una c¨¢mara durante meses de rodaje el desastre mental y f¨ªsico de mis familiares m¨¢s cercanos. Lo m¨¢s probable es que me asaltaran impulsos homicidas. Mi rechazo al osado experimentalismo de Dumont en principio es ¨¦tico. Y como siempre en su cine, su lenguaje est¨¦tico me resulta insufrible.
Lamento la paranoia y la tragedia que sufri¨® Camille Claudel, pero mucho m¨¢s que me muestre durante 97 minutos el pat¨¦tico estado de gente que no interpreta, y que tampoco tiene capacidad para disfrutar del dinero que les hayan pagado por su lamentable presencia ante la c¨¢mara. Dumont ama tanto el realismo que practica la villan¨ªa para conseguirlo.
Es demasiado obvio afirmar que cualquier persona con sentido com¨²n detesta que alguien sea censurado, perseguido y encarcelado por el gobierno de su pa¨ªs debido al mensaje de sus pel¨ªculas. Es lo que le ocurri¨® al director iran¨ª Jafar Panahi. Pero ese intolerable acorralamiento no justifica que tenga que gustarte su cine. Pard¨¦, dirigida por Panahi y por Kamboziya Partovi, es metaf¨®rica, incomprensible y aburrid¨ªsima. Creo que trata de eso tan arriesgado de cine dentro del cine. Panahi rueda una pel¨ªcula sobre un hombre perseguido que se oculta en una casa junto al mar y recibe la visita de dos personajes que tambi¨¦n huyen de algo. En la parte final aparecer¨¢ el propio Panahi cont¨¢ndonos sus miedos y sus cuitas. Ojal¨¢ que este hombre pueda vivir en libertad y hacer el cine que desee. Pero ser¨ªa muy agradecible que este tuviera inter¨¦s.
Babelia
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