Farsa ¡®ultralounge¡¯
'Remake' de 'Ladrona por amor' (1966), 'Un plan perfecto' parece condenada, como su modelo, a la seducci¨®n instant¨¢nea, pero no perdurable
Remake de Ladrona por amor (1966), dirigida por Ronald Neame, donde Michael Caine encarnaba a un estafador cockney aliado con una bailarina hongkonesa con cara de Shirley MacLaine para burlar al coleccionista de arte encarnado por Herbert Lom, Un plan perfecto parece condenada, como su modelo, a la seducci¨®n instant¨¢nea, pero no perdurable. Michael Hoffman regresa a los registros de comedia fr¨ªvola que ejercit¨® en la ya lejana Esc¨¢ndalo en el plat¨® (1991) y, para ello, desempolva un guion de los hermanos Coen que llevaba una d¨¦cada en el limbo. El resultado est¨¢ lejos de encontrar un lugar de honor en la gran historia de la comedia, pero delata un enorme porcentaje de placer invertido por parte de todos los implicados ¡ªde los guionistas hasta el ¨²ltimo miembro del reparto¡ª y acaba cristalizando en algo que no deber¨ªa ser subestimado: ese tipo de pel¨ªcula que bendecir¨¢ el p¨²blico cautivo de ese tren, autocar o l¨ªnea a¨¦rea donde se programe. Un plan perfecto proporciona una equilibrada dosis ¡ªcon su bienvenido metraje de 89 minutos¡ª de evasi¨®n pura, luminosa y efervescente, donde la idiotez y el chiste chusco se disfrazan, de manera harto convincente, de filigrana elegante y sofisticada.
UN PLAN PERFECTO
Direcci¨®n: Michael Hoffman.
Int¨¦rpretes: Colin Firth, Cameron Diaz, Alan Rickman, Tom Courtenay, Stanley Tucci, Cloris Leachman.
G¨¦nero: comedia. EE UU, 2012.
Duraci¨®n: 89 minutos.
Como los cr¨¦ditos animados parecen subrayar, la pel¨ªcula podr¨ªa ser un razonable suced¨¢neo de la comedia achampa?ada ¡ªo farsa ultralounge¡ª que, en su d¨ªa, encarn¨® La Pantera Rosa (1963) de Blake Edwards: Cameron Diaz, sin perder la efervescencia bufoer¨®tica que despleg¨® en La m¨¢scara (1994), reemplaza a la oriental MacLaine por una cowgirl white-trash, al tiempo que Colin Firth despliega un coreogr¨¢fico sentido del slapstick. Los Coen parecen hab¨¦rselo pasado tan en grande con los chusqu¨ªsimos di¨¢logos de doble sentido en la recepci¨®n del hotel ¡ªcasi un n¨²mero de revista del Paralelo reescrito en el New Yorker¡ª como Alan Rickman soltando a su histri¨®n interior, mientras Tom Courtenay contempla, flem¨¢tico, el controlado caos.
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