Parejas, tr¨ªos y...
Ritmo y di¨¢logos picados, con ensayos hasta la extenuaci¨®n, sin improvisaciones. Actores sin m¨¦todo, luz y artificio, olvidando el pudor y centr¨¢ndose en la palabra. Pedro Almod¨®var vuelve a la comedia con Los amantes pasajeros y escribe para Babelia sobre las claves del g¨¦nero
La comedia es el g¨¦nero donde predomina el humor. Hay humor de varios colores y comedias de varios tipos, y como todos los g¨¦neros tambi¨¦n se combina con otros, el drama, la tragedia, la cr¨ªtica social, y se multiplica en toda suerte de g¨¦neros bastardos y par¨®dicos. En todas mis pel¨ªculas hay humor, a veces la comedia irrumpe en otros g¨¦neros encarnada en uno de sus personajes, perd¨®n por la autocita, Agrado (Antonia San Juan) en Todo sobre mi madre y Paca (Javier C¨¢mara) en La mala educaci¨®n cumpl¨ªan esa funci¨®n. Cuando aparecen en escena llevan la comedia con ellos y se imponen al tono general de la narraci¨®n. Como escritor y director disfruto mucho con este tipo de incursiones y me ha llevado tiempo imponerlas en pel¨ªculas dram¨¢ticas, especialmente ante los cr¨ªticos anglosajones, menos flexibles a la hora de aceptar la mezcla de g¨¦neros, algo tan natural en la vida como en el cine. Desde que te levantas hasta que te acuestas, a lo largo del d¨ªa atraviesas varios g¨¦neros, algunos de ellos opuestos. De ese modo entend¨ª, desde el principio de mi carrera, la narraci¨®n cinematogr¨¢fica.
Dentro de esta mezcla constante que he ido destilando a lo largo de los ¨²ltimos treinta a?os, la ¨²ltima comedia sin impurezas que he hecho ser¨ªa Mujeres al borde de un ataque de nervios, en Volver, La flor de mi secreto y Todo sobre mi madre hay mucho humor pero solo en ocasiones o adherido a alguno de sus personajes, como he explicado. En La Flor de mi secreto, el d¨²o Chus Lampreave-Rossy de Palma es un d¨²o c¨®mico, pero el tema era la debilidad de la escritora Leo en su camino a la locura. Por tanto, Los amantes pasajeros es la primera comedia que hago desde Mujeres al borde de un ataque de nervios, hace veinticinco a?os.
Aspectos que he tenido muy en cuenta:
Ensayo/Ritmo. A pesar de la espontaneidad propia del g¨¦nero, las comedias que he hecho hasta ahora, y esta no es una excepci¨®n, las ensayo exhaustivamente durante el periodo de preproducci¨®n y, despu¨¦s, en el rodaje. La espontaneidad es producto siempre del ensayo.
Las ensayo como teatro, pero no las ruedo como teatro (de hecho no he dirigido nunca teatro
Un guion no est¨¢ terminado hasta que la pel¨ªcula no se haya estrenado. Ensayo el guion como una obra de teatro. Casualmente tanto Mujeres¡ como Los amantes¡ parecen obras de teatro, la acci¨®n de ambas transcurre mayormente en un solo decorado. Las ensayo como teatro, pero no las ruedo como teatro (de hecho no he dirigido nunca teatro, no s¨¦ c¨®mo es). Son comedias muy orales, la acci¨®n radica b¨¢sicamente en la palabra y la falta de pudor de los personajes.
En los ensayos suelo improvisar mucho, despu¨¦s reescribo las secuencias para volverlas a ensayar, y as¨ª sucesivamente hasta la obsesi¨®n. Con las improvisaciones las secuencias suelen alargarse, pero es el mejor modo que conozco de encontrar matices y situaciones paralelas que desde el respeto envarado al texto nunca descubrir¨ªa. Despu¨¦s de estirarlas y hacerlas explotar, vuelvo a reescribirlas tratando de sintetizar lo improvisado. Y vuelta a ensayar. Algunos de los actores, especialmente Carlos Areces, no soporta que le quites uno solo de sus chistes, aunque haya surgido mientras la escena se busca a s¨ª misma y no est¨¦ consolidada. Todo lo que surge e implica a su personaje le pertenece, si por ¨¦l fuera la pel¨ªcula durar¨ªa tres horas. (A veces ruedo dos versiones de la misma escena y reconozco que en ocasiones monto la ¡°improvisada¡±). Lola Due?as tambi¨¦n es de las que se apropian inmediatamente de todas las gamberradas que se me ocurren durante los primeros ensayos, despu¨¦s resulta desgarrador decirle que era solo un juego, un modo de estirar, delirar, indagar, perder el sentido del rid¨ªculo y sobre todo perderle el respeto al texto, y que solo era un mero ejercicio. Cuando Lola me ve improvisando una escena de su personaje, por pasada que sea, si le gusta la agarra y no hay modo de convencerla de que no iba en serio. Reconozco que a veces ha conseguido salirse con la suya. La idea de la puesta en escena de la primera vez que entra en trance en la cabina buscando sensaciones mientras soba el cuerpo de los dos pilotos se me ocurri¨® entre las risas de los afectados, pero no pens¨¦ montar la secuencia as¨ª (pero de esta manera es como queda en la pel¨ªcula). Despu¨¦s de insistirme mucho, Lola me pidi¨® que al menos viera c¨®mo la hac¨ªa y despu¨¦s decidiera, pero que le diera la oportunidad de interpretarla as¨ª. Y la hizo, y despu¨¦s de verla no me qued¨® m¨¢s remedio que dejarla. Lola Due?as es capaz de respirar tal verdad en las situaciones m¨¢s alocadas que consigue hacer veros¨ªmil cualquier disparate.
Reconozco que a veces Lola Due?as ha conseguido salirse con la suya
Los ensayos en plan teatral van encaminados a conseguir otro de los elementos clave de una comedia, el ritmo, el tempo. En comedia, el tempo es otro que en el tiempo racional. Cuando el actor da la r¨¦plica, no ha tenido tiempo f¨ªsico ni mental de asimilar la frase anterior, pero debe soltar la suya a toda velocidad. Nadie se va a preguntar si ha entendido lo que le dec¨ªan, y si alg¨²n espectador se lo pregunta mala se?al. Dentro de la comedia, el estilo que imparte lecciones de ritmo (adem¨¢s de todo Woody Allen, pero yo creo que es por las prisas del director neoyorquino) es el screwball, la comedia disparatada americana. Vean Medianoche (Mitchell Leisen), Historias de Filadelfia (George Cukor), La fiera de mi ni?a (Howard Hawks), Ninotchka (Billy Wilder), Un marido rico (Preston Sturges), Ser o no ser (Lubitsch), Una chica afortunada (Mitchell Leisen), Los viajes de Sullivan (Preston Sturges) y en general cualquier comedia donde d¨¦ la r¨¦plica Cary Grant, Carole Lombard o Katherine Hepburn (Marilyn es una diosa del g¨¦nero, pero ella ten¨ªa su propio ritmo, un ritmo letal. Las seductoras en general necesitan ese ritmo para seducir, Marlene Dietrich ni siquiera dirigida por Lubitsch consigui¨® hablar r¨¢pido. Ellas son las excepciones. Las guap¨ªsimas y los guap¨ªsimos no suelen ser buenos actores de comedia. A?adamos a la lista de excepciones a Sof¨ªa Loren y Pen¨¦lope Cruz, ambas guapas de no dar y que tambi¨¦n saben hablar vertiginosamente, pero claro una hace de napolitana y la otra es de Alcobendas). Pero por ejemplo Claudette Colbert puede hablar como una cotorra, y Ginger Rogers, y tambi¨¦n Katherine Hepburn, que aunque sea bell¨ªsima a los ojos contempor¨¢neos era una rara para los c¨¢nones de la ¨¦poca.
El tempo. Di¨¢logos picados. Ensayos. De otro modo, aunque las situaciones sean divertidas y los actores excelentes, y con recursos, la pel¨ªcula se alarga y las escenas tambi¨¦n. No quiero se?alar con el dedo, pero un ejemplo de este problema es La boda de mi mejor amiga. El director espera que las actrices improvisen hasta dar con el chiste buscado. No se debe improvisar delante de la c¨¢mara, sino mucho antes. Para remate, tanto el montador como el director se enamoran de los int¨¦rpretes y del material rodado. El resultado es una pel¨ªcula resultona, valga la redundancia, pero que dura 125 minutos (se salva porque Kristen Wiig y Melissa McCarthy son maravillosas comediantas). Otra regla de oro: las comedias no deben durar m¨¢s de hora y media. Basta ver las que m¨¢s nos gustan, suelen durar de 75 a 90 minutos.
El ritmo depende de los actores y del montaje. Hay escuelas que favorecen este ritmo y escuelas que suponen un atentado en su contra. Entre las primeras, favorece tener mucha experiencia en subproductos (vampiros, muertos vivientes, endemoniadas, alien¨ªgenas, robots, espionaje, etc¨¦tera) o venir del cabar¨¦, ambas experiencias son las mejores escuelas. El cabar¨¦ entendido al modo mediterr¨¢neo o anglosaj¨®n. A m¨ª, por ejemplo, Saturday nigth live me parece cabar¨¦, cuna durante d¨¦cadas de los mejores c¨®micos americanos. El Actor¡¯s Studio sin embargo, con todo el respeto y admiraci¨®n que merece, me parece lo contrario. Brando, ?actor de comedia? No. Y lo intent¨®. Incluso cant¨® y bail¨® en Ellos y ellas (Joseph L. Mankiewicz), tieso como una escoba, pero Brando era demasiado consciente de s¨ª mismo. Montgomery Clift, no s¨¦ si lleg¨® a intentarlo, pero no me lo imagino. Ni a James Dean. Ni a Daniel Day-Lewis, no discuto su grandeza (la de ninguno de ellos), por muy delgado que est¨¦ Daniel Day-Lewis no consigue dar la menor sensaci¨®n de ligereza. Marilyn Monroe sigue siendo la excepci¨®n, adoptada por los Strasberg, consigui¨® sobreponerse al peso del M¨¦todo.
De todos modos, volviendo al tema hombres y comedia, en la ¨¦poca dorada del screwball, los a?os treinta y cuarenta, aunque no fueras un gran actor c¨®mico ni se te pudiera comparar con el Rey Absoluto, Cary Grant, si ten¨ªas un buen guion y un buen palmito, y ca¨ªas en las manos de Ernst Lubitsch, Mitchell Leisen, Preston Sturges, Billy Wilder, George Cukor o Howard Hawks pod¨ªas lucir dignamente como actor c¨®mico, no solo Joel McCrea y Gary Cooper, incluso el excesivamente machirulo Clark Gable, James Stewart o John Wayne salieron ilesos, bastante atractivos y muy bien vestidos en comedias m¨ªticas. Pasada la lozan¨ªa de los veintipocos a?os, ya pod¨ªas descuidarte y subirte a lomos de un caballo, bien armado, y convertirte en leyenda del Oeste.
En comedia, el tempo es otro que en el tiempo racional
Otro modelo que escapa a la norma es actores o actrices con encanto. Audrey Hepburn es el ep¨ªtome junto a Shirley MacLaine, ambas fueron un g¨¦nero en s¨ª mismas. Y Cary Grant, siempre. Y Rex Harrison y su esposa Kay Kendall. Encanto y clase. O unos dientes prominentes, Carol Burnett, Marta Fern¨¢ndez Muro, o simplemente ser inglesa, Maggie Smith. O tirando a payasa, Rosalind Russell, Lucille Ball, Lina Morgan. O un chico del mont¨®n, Jack Lemmon, o simplemente feo y socarr¨®n, Walter Matthau. Tener una voz rara, tirando a chillona tambi¨¦n ayuda y funciona muy bien en este g¨¦nero, Judy Holliday, Gracita Morales, Ver¨®nica Forqu¨¦. Deber¨ªa nombrar a alguna c¨®mica francesa. Ya est¨¢, Arletty, una mujer que se adelant¨® varias d¨¦cadas en su modo de actuar, directo y contempor¨¢neo. Las caracter¨ªsticas antes mencionadas no servir¨ªan de nada si no fueran unidas a toneladas de talento, como es el caso de todos ellos.
Algunas damas y varones del cine negro consiguieron a base de buenos guiones y sentido del ritmo ser francamente divertidos, se llevan la palma Humphrey Bogart y Lauren Bacall. Y Myrna Loy junto a William Powell en la divertida saga de El hombre delgado. Alargaron hasta seis largometrajes los personajes creados por Dashiell Hammett, siempre rebosantes de encanto, estilo y chispa. Esto nos lleva a otra de las grandes claves que una comedia debe respetar: las parejas.
Las comedias no deben durar m¨¢s de hora y media
Cuando surge el milagro de la qu¨ªmica entre dos o m¨¢s actores hay que ponerlo todo a su servicio. Tanto en comedia como en otros g¨¦neros, la qu¨ªmica entre parejas es sagrada y ha dado resultados que ya son historia en la memoria de este noble arte centenario. Katherine Hepburn y Cary Grant, Walter Matthau y Jack Lemmon, Jack Lemmon y Shirley MacLaine, Diane Keaton y Woody Allen, Rafaela Aparicio y Florinda Chico, Katherine Hepburn y Spencer Tracy, Bogart y Bacall, Carole Lombard y cualquier actor que le pusieran al lado, Fern¨¢n-G¨®mez y Anal¨ªa Gad¨¦, Loren y Mastroianni, Vittorio de Sica y todas sus parejas, Tony Leblanc y Conchita Velasco, L¨®pez V¨¢zquez acompa?ado de Gracita Morales, Alfredo Landa, Manuel Alexandre o cualquier actor de su generaci¨®n, Mar¨ªa Luisa Ponte, Laly Soldevila tambi¨¦n en compa?¨ªa de cualquier actor o actriz, Luis Ciges, solo o en compa?¨ªa de otros, Tota Alba, Trini Alonso, Pajares y Esteso, Edgard Neville y Conchita Montes, Martes y Trece, Tip y Coll, y tantos otros. No pensaba incluir actores espa?oles para que no hubiera agravios comparativos, pero no he podido evitarlo. Hay muchos m¨¢s de los mencionados.
Admiro enormemente la escuela espa?ola de interpretaci¨®n y la mediterr¨¢nea, en general, no las incluir¨ªa en el estilo screwball (en los a?os treinta y cuarenta Espa?a no estaba como para hacer comedias disparatadas, nuestra tr¨¢gica realidad solo permit¨ªa la evasi¨®n cinematogr¨¢fica v¨ªa comedias de folcl¨®ricas, raciales y muy honradas). Pero la escuela mediterr¨¢nea tiene entidad propia, es una escuela identificable, en su modo de abordar todos los g¨¦neros, y muy distinta de la escuela brit¨¢nica, americana o francesa, a la que evidentemente no incluyo a pesar de que geogr¨¢ficamente sea mediterr¨¢nea.
En la escuela mediterr¨¢nea predominan la pasi¨®n de los personajes, la carnalidad y la falta de pudor
En la escuela mediterr¨¢nea predominan la pasi¨®n de los personajes, la carnalidad y la falta de pudor, como si los personajes no se respetaran a s¨ª mismos ni a los otros, esta caracter¨ªstica es algo que le va muy bien a la comedia, las mujeres y los hombres est¨¢n hechos de carne y hueso, no han pasado por la peluquer¨ªa y gritan much¨ªsimo, pierden el control, parece que se van a comer unos a otros, aunque despu¨¦s todo se solucione como debe ser, en la cama. Son menos elegantes que los sajones, pero m¨¢s sexis. Esta cercan¨ªa con la tierra y lo real permite a la escuela mediterr¨¢nea hablar de problemas sociales, con mucho humor, ri¨¦ndose de las limitaciones y tragedias de la vida, seg¨²n la ¨¦poca, y hacer que broten la luz y las risas dentro de la negrura. Un maestro, inclasificable y ¨²nico, y que trabaj¨® con los m¨¢ximos exponentes locales de este modo de actuar fue Luis Garc¨ªa Berlanga.
Luz y artificio. El tipo de comedia en el que se inspira Los amantes pasajeros es estil¨ªsticamente muy artificial, la luz y el decorado lucen restallantes en colores pasteles, subrayados por el rojo, que huyen deliberadamente del realismo y del naturalismo. El humor no debe preocuparse por la correcci¨®n pol¨ªtica, m¨¢s bien al contrario. Tab¨² y humor son dos conceptos antag¨®nicos. La comedia de cualquier estilo permite abordar todos los temas, incluidos los m¨¢s escabrosos. El genio de Charles Chaplin se atrevi¨® en el a?o 1940 del siglo pasado a que el inminente nazismo fuera sujeto de una comedia deliciosa. No se me ocurre un tema m¨¢s tremebundo que el nazismo. ?Deber¨ªan ser pol¨ªticamente correctos los Monty Python, Mae West o Saturday Nigth Live? Pues no.
Los amantes pasajeros est¨¢n a punto de aterrizar en nuestras pantallas. Tengo que agradecer a todos los actores su entrega ciega y absoluta. Ahora solo nos queda esperar que alguien se r¨ªa, o sonr¨ªa, y salga del cine con mejor ¨¢nimo del que entr¨®. Al fin y al cabo, la comedia es eso, que no es poco.
* Los amantes pasajeros se estrena el 8 de marzo.
Babelia
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