Agon¨ªa y cierre
La agon¨ªa y muerte de Hugo Ch¨¢vez ha sido el ¨²ltimo cap¨ªtulo de una biograf¨ªa pol¨ªtica que no puede entenderse aislada del fen¨®meno televisivo
La agon¨ªa y muerte del presidente Hugo Ch¨¢vez ha sido el ¨²ltimo cap¨ªtulo de una biograf¨ªa pol¨ªtica que no puede entenderse aislada del fen¨®meno televisivo. En Ch¨¢vez, como de otra manera en Berlusconi, todos los caminos confluyen en los medios. Fue tras la asonada militar fallida de 1992 cuando Hugo Ch¨¢vez entr¨® directo en el universo televisivo, al exigir que su discurso de rendici¨®n se retransmitiera en la cadena p¨²blica, con la boina roja y aquel desaf¨ªo dial¨¦ctico que se har¨ªa real: ¡°Por ahora¡±. La revoluci¨®n bolivariana hab¨ªa fracasado ¡°por ahora¡±, pero aquel teniente coronel paracaidista, tras un paso forzosamente breve por el presidio y luego la amnist¨ªa, aterriz¨® con un triunfo reiterado en las urnas. Comparec¨ªa cada semana en su programa Al¨®, presidente, en pugna por no perder nunca el cord¨®n umbilical con el pueblo que le proporcionaba la televisi¨®n.
Desde el extranjero se cometieron todos los errores posibles de apreciaci¨®n, tras el intento de derrocarlo en 2002, una d¨¦cada antes de que la enfermedad impusiera su superioridad habitual. Espa?a cometi¨® entonces un desliz pol¨ªtico que se perpetu¨® en un trato de superioridad algo despreciativa, inoculado de una manera natural ante ciertos l¨ªderes y que no sucede con otros. Ch¨¢vez ha vivido una manipulaci¨®n del proceso terminal parecida a la que sufri¨® Franco, lagrimeo en el anuncio incluido. Lo prioritario era controlar la situaci¨®n en beneficio de los herederos, antes que dar informaci¨®n veraz a los ciudadanos. Para muchos el descr¨¦dito de su pol¨ªtica pasa por la utilizaci¨®n del chorro de liquidez que le proporcionaba el petr¨®leo, pero pocos ejercen con la misma virulencia esa cr¨ªtica contra otras naciones que tambi¨¦n recurren al dinero del petr¨®leo para sostener su r¨¦gimen y su posici¨®n internacional.
En esas contradicciones ajenas estuvo el mejor combustible de este fotonovelero l¨ªder grandilocuente, telepredicador de los mitos bolivarianos, que se garantizaba una amplia aceptaci¨®n con solo el recuerdo de las d¨¦cadas de corrupci¨®n de las ¨¦lites y de indiferencia general hacia el destino de los venezolanos m¨¢s pobres. Nadie aprende la lecci¨®n seg¨²n la cual las injusticias sociales y la desigualdad abren las ventanas medi¨¢ticas al discurso enso?ador y mesi¨¢nico. Esa fue la m¨²sica que toc¨® Ch¨¢vez desde la pantalla amiga, mientras guerreaba contra las hostiles.
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