M¨²sica, suspense y Venecia de la mano de Donna Leon
La escritora estrena novela, 'Las joyas del para¨ªso', y anuncia otra para mayo, 'El huevo de oro'
La gran pasi¨®n de Donna Leon (Nueva Jersey, 1942) es la m¨²sica barroca. "Apadrina¡±, como ella dice, la orquesta El Pomo d¡¯Oro, y ha viajado a Barcelona, luego lo har¨¢ a Madrid, solo para asistir a un recital de la mezzosoprano estadounidense Joyce DiDonato. ¡°Tambi¨¦n estuve en Alemania para escucharla. Soy una aut¨¦ntica fan suya. Es excelente y una gran profesional. Hace tres a?os, en el Convent Garden de Londres, en la inauguraci¨®n de El barbero de Sevilla, de Rossini, se cay¨® en el escenario en el primer acto y sigui¨® hasta el final con muletas. Acabada la representaci¨®n, fue a urgencias y le dijeron que se hab¨ªa roto un pie. Hizo el resto de representaciones en silla de ruedas¡±.
Fue otra mezzosoprano, Cecilia Bartoli (Roma, 1966), la que la convenci¨® de que escribiera su ¨²ltima novela, Las joyas del para¨ªso (Seix Barral y Edicions 62 en catal¨¢n). ¡°Cuando me lo dijo pens¨¦ que quer¨ªa que le escribiera un texto musicol¨®gico para su ¨¢lbum Mission, con m¨²sica de Agostino Steffani, pero no, quer¨ªa algo de ficci¨®n. Bueno, un relato, me dije. No, tampoco. ?Quer¨ªa que escribiera una novela! Pero si yo no puedo escribir novelas hist¨®ricas, 'no s¨¦', le respond¨ª. Me envi¨® biograf¨ªa, cartas¡ Y me invent¨¦ a Caterina Pellegrini, una especialista en m¨²sica barroca y traje al presente la historia de hace 300 a?os de Steffani¡±.
?Volver¨¢ Caterina Allegrini? ¡°S¨ª se me ocurre un buen tema, s¨ª. Siempre ha sido as¨ª. De una conversaci¨®n con un director de orquesta sobre la muerte de otro director surgi¨® mi primera novela, Muerte en La Fenice. Qu¨¦ cosa ?verdad? De ah¨ª viene mi ¨¦xito con el comisario Guido Brunetti, de esa charla, de las preguntas que nos hicimos. Se me ocurri¨® que ser¨ªa un buen tema para una historia policiaca. Antes jam¨¢s hab¨ªa pensado en escribir novela. Me cambi¨® la vida¡±.
Se divirti¨® mucho escribiendo Las joyas del para¨ªso, porque uni¨® sus tres pasiones: la m¨²sica barroca, Venecia, donde reside desde 1981, y el suspense y, adem¨¢s, cont¨® con la complicidad de Cecilia Bartoli, pero el futuro de Pellegrini no est¨¢ claro. ?Qui¨¦n gusta m¨¢s a sus lectores, la music¨®loga o el comisario? ¡°Mis lectores prefieren a Brunetti. Le conocen desde hace a?os y a su mujer, Paola, a sus hijos, Raffi y Chiara, a sus suegros, a Vianello, al vicequestore Patta, a la signorina Elettra¡±.
¡°Me siento llena de energ¨ªa y con muchas ganas de hacer cosas nuevas. He escrito un Brunetti al a?o, desde hace¡ m¨¢s de 20 y algunos a?os, otros libros, como los ensayos Sin Brunetti, quiz¨¢ debo aflojar un poco¡±.
Para tranquilidad de los seguidores del polic¨ªa veneciano, en mayo pr¨®ximo aparecer¨¢ un nuevo t¨ªtulo de la serie, El huevo de oro. Y, como siempre, la historia parte de una imagen, de una conversaci¨®n. ¡°En La otra cara de la verdad, la idea surgi¨® de una mujer que vi durante 30 segundos. Alta, delgada, rubia, elegante, bell¨ªsima, pero cuando me fij¨¦ en su cara vi que se hab¨ªa hecho la cirug¨ªa est¨¦tica. ?Cu¨¢ntos a?os pod¨ªa tener? ?30, 40, 50, 60, 70? No lo supe adivinar¡±.
¡°Con El huevo de oro, la idea me vino de una persona que ni siquiera aparece en la novela, al que todos ten¨ªan por muy respetable, pero me enter¨¦ de que no era en absoluto como parec¨ªa¡±. Hay otro tema en esta novela, que le entusiasma: la importancia del lenguaje. ¡°La capacidad de hablar, tienes la imagen en la cabeza y la explicas. Por el lenguaje transmitimos ideas, conceptos, es algo m¨¢gico¡±.
Donna Leon ya no se desespera como antes con la pol¨ªtica italiana. ¡°No entiendo nada. No veo futuro. Y, adem¨¢s, tenemos lo del Papa, que es m¨¢s importante porque afecta a un mayor n¨²mero de personas en todo el mundo. De algo s¨ª estoy segura, no ser¨¢ un Papa liberal, no ser¨¢ un Papa africano, no ser¨¢ italiano. En cualquier caso no cambiar¨¢ nada. Solo les interesa el poder, por eso elegir¨¢n un Papa al que le guste el poder¡±.
La escritora se siente m¨¢s estadounidense que italiana, pese a que Venecia sea la ¨²nica ciudad donde le apetece vivir. ¡°Los italianos son m¨¢s flexibles, pueden perdonarlo todo. A los anglosajones nos cuesta, somos m¨¢s estrictos. Mis dos abuelas eran irlandesas; mi abuelo materno, alem¨¢n y mi abuelo paterno, espa?ol. Tengo, un cuarto de sangre latina en las venas y creo que la mentalidad latina es mejor. Saben perdonar y mi primer impulso no es ese. Si lo pienso detenidamente lo acepto, pero no a la primera. Saber perdonar es bueno, al menos las cosas peque?as¡±.
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