Al volver la ¨²ltima p¨¢gina
El editor Will Schwalbe revive el ocaso de su madre enferma Repasa la estrecha relaci¨®n que ambos mantuvieron a trav¨¦s de literatura que compart¨ªan
¡°Cuando mi madre muri¨® no pudo leerse su obituario en ning¨²n peri¨®dico ya que no era una persona c¨¦lebre o famosa. Lo que si era es una persona extraordinaria, y esto es cierto para la mayor¨ªa de las madres. Este libro es mi peque?o homenaje a nuestras conversaciones y a ella, pero tambi¨¦n a todas esas madres ordinarias que son extraordinarias¡±. Will Schwalbe se cita con EL PA?S en un bar del Upper East Side neoyorquino quiz¨¢s porque algunos temas son m¨¢s llevables con la compa?¨ªa de un buen vino. Su libro, El club de lectura del final de tu vida (RBA) se acaba de editar en Espa?a.
Schwalbe es un hombre afable, sonriente y extremadamente amable que en 2007 estaba al frente de la poderosa Hyperion books y dedicaba la mayor parte de su tiempo a la lectura. Su madre, Mary Anne, era un rel¨¢mpago, colaborando en toda clase de actividades ben¨¦ficas incluyendo la construcci¨®n de una biblioteca en Afganist¨¢n, visitas peri¨®dicas a Birmania o escapadas a Bosnia, proyectos que la llevaban lejos de Estados Unidos varias veces al a?o. Todo cambi¨® cuando a Mary Anne le detectaron un c¨¢ncer de p¨¢ncreas de diagn¨®stico incierto (este tipo de c¨¢ncer es uno de los m¨¢s severos) y de repente la familia se vio obligada a tomar algunas decisiones. Schwalbe decidi¨® que necesitaba pasar mucho m¨¢s tiempo con ella. ¡°Siempre hab¨ªamos hablado mucho y nuestra relaci¨®n era muy cercana pero, obviamente, la enfermedad nos uni¨® a¨²n m¨¢s¡±.
El punto de uni¨®n definitivo lleg¨® a trav¨¦s de los libros. Tolkien, Wallace Stegner, T.S. Elliot, John O'Hara, Roberto Bola?o, Stieg Larsson, Marylinne Robinson o Karen Connelly aparecen en El club de lectura del final de tu vida (RBA) de un modo distinto, no tanto en su condici¨®n de cl¨¢sicos (de todos tipos y tama?os) sino como poderosos instrumentos de comunicaci¨®n capaces de saltar las dichosas barreras generacionales. Una pasi¨®n que madre e hijo compart¨ªan desde siempre: ¡°Mi madre y yo siempre nos recomend¨¢bamos libros y nos los intercambi¨¢bamos. Habl¨¢bamos de ellos todo el tiempo y pod¨ªamos pasar horas discutiendo sobre un cap¨ªtulo en concreto. En cierto modo el c¨¢ncer amplific¨® esa necesidad de hablar y los libros se convirtieron en nuestra excusa. Fue muy divertido porque era un toma y daca continuo que acab¨® convirti¨¦ndose en un ejercicio de memoria. En cierto modo El club de lectura del final de tu vida trata de c¨®mo nos relacionamos con los libros, c¨®mo nos ayudaron, qu¨¦ nos ense?aron. No pretend¨ª hacer una biograf¨ªa, mi intenci¨®n nunca fue esa¡±.
Schwalbe se ajusta las gafas constantemente y nunca pierde la sonrisa, y en ese sentido su personalidad, inquieta, se refleja en cada una de las p¨¢ginas de El club de lectura del final de tu vida, un libro con un delicado equilibrio emocional que nunca cae en el sentimentalismo barato y que utiliza el humor como rompehielos sin callarse nunca nada: ¡°Me cost¨® escribir sobre la muerte, esa fue la parte m¨¢s dura del libro. Intent¨¦ que los hechos hablaran por si solos, sin edulcorarlos. A veces, esos momentos en el hospital, viendo a mi madre morirse, eran profundamente tediosos. El tiempo pasa de forma lenta, muy lenta, y no es f¨¢cil convivir con eso. Creo que a la gente no le gusta hablar de ello pero es cierto, no quer¨ªa esconder esos detalles, quer¨ªa tratar de ser honesto¡±.
Sin embargo, el gran protagonista de este volumen son los libros, toneladas de papel que el escritor y su madre devoraron hasta el final. ¡°Una de las cosas favoritas de mi madre era cuidar de sus nietos y mientras escrib¨ªa este libro pens¨¦ que quiz¨¢s ser¨ªa un buen modo para que ellos conociesen a su abuela. Es una de las cosas m¨¢s bonitas que tiene la literatura: no s¨®lo puedes conocer a alguien leyendo sobre ¨¦l sino leyendo los libros que le gustaban¡±, dice Schwalbe.
De momento, como si quisieran darle la raz¨®n, el libro ha arrasado en Estados Unidos, no s¨®lo en los clubes de lectura (un fen¨®meno muy popular en el universo anglosaj¨®n) sino en plataformas tan dispares como Amazon o los rankings del New York Times o las librer¨ªas Barnes & Nobles. ¡°Lo que m¨¢s feliz me hace es la reacci¨®n de muchas personas que me han escrito para decirme que han pasado por algo semejante y que han disfrutado del libro. No podr¨ªa aspirar a algo mejor¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.