Cynthia Ozick: ¡°Me opongo a la poetizaci¨®n mitol¨®gica del Holocausto¡±
La escritora estadounidense retoma un relato de Henry James en 'Cuerpos extra?os'
Una profesora de instituto neoyorquina, de ascendencia jud¨ªa, se ve obligada, bajo la presi¨®n de su dominante hermano, a buscar a su sobrino voluntariamente perdido en el Par¨ªs sombr¨ªo de la posguerra. As¨ª comienza Cuerpos extra?os, la ¨²ltima novela de Cynthia Ozick (Nueva York, 1928), escritora consagrada, conocida en Espa?a sobre todo por El chal, autora de ensayos, novelas y relatos cortos, de la que se han publicado tambi¨¦n en espa?ol, Los ¨²ltimos testigos y Virilidad. Hija de inmigrantes jud¨ªos lituanos, en Cuerpos extra?os retoma un relato (The Ambassadors) de Henry James, el autor que ha sido una de sus grandes obsesiones literarias. Profundamente religiosa, en sus obras resurge con frecuencia la sombra del Holocausto y del antisemitismo que lo hizo posible. Cuerpos extra?os, publicada en ingl¨¦s en 2010, llega a las librer¨ªas espa?olas editada por Lumen. Ozick ha mantenido con EL PA?S un di¨¢logo a trav¨¦s de Internet, en el que se muestra llena de energ¨ªa a la hora de criticar el antisemitismo que, en su opini¨®n, pervive en la mentalidad europea.
Pregunta. El p¨²blico y la cr¨ªtica anglosajona recibieron muy bien su novela Cuerpos extra?os, que ahora llega a las librer¨ªas espa?olas. ?Cree que hay diferencias apreciables entre los p¨²blicos de distintos pa¨ªses?
Respuesta. La pregunta es fascinante, pero es un poco pronto para responderla en lo que respecta a Cuerpos extra?os, porque, fuera de Reino Unido y Francia [y Espa?a ahora], el proceso de traducci¨®n a otros idiomas est¨¢ a¨²n en curso. He notado diferencias notables entre Reino Unido y Francia: la reacci¨®n de los brit¨¢nicos fue bastante similar en el fondo a la de los americanos, haciendo m¨¢s hincapi¨¦ en el estilo literario que en el trasfondo del texto, mientras que los franceses, a tenor de las muchas cr¨ªticas literarias que he visto, han demostrado un punto de vista mucho m¨¢s europeo. Con eso quiero decir que han mostrado una mayor conciencia de lo que solo puedo llamar un sentimiento tr¨¢gico de la vida, un conocimiento directo del impacto de la Historia, del que se carece absolutamente en Am¨¦rica. Me di cuenta de esa distancia con mayor claridad, cuando se tradujo mi anterior novela, Los ¨²ltimos testigos, me pareci¨® que las implicaciones de mi trabajo se entend¨ªan mucho mejor en Europa que en mi pa¨ªs.
¡°Como novelista el Holocausto no me interesa. Tampoco como jud¨ªa, ya que la cultura que lo produjo no es mi cultura: es la cultura del opresor¡±
P. Cuerpos extra?os se basa en Los embajadores, una novela de Henry James, su autor m¨¢s admirado, pero se desarrolla en una ¨¦poca diferente, la Europa de 1952, y ley¨¦ndola, el lector llega a la conclusi¨®n de que, en aquellos momentos, Am¨¦rica era pese a todo un sitio mejor para vivir que Europa. ?Por qu¨¦ eligi¨® precisamente esa historia? ?C¨®mo ve la relaci¨®n de fuerzas entre Europa y Am¨¦rica hoy?
R. La verdad es que lo que me interes¨® de Los embajadores no fue la historia en s¨ª, que ni siquiera era nueva, James la tom¨® de¡ la eternidad, la verdad. La historia del joven que se va de casa para buscar fortuna o para encontrarse a s¨ª mismo, como se dice hoy, se viene contando desde el principio de los tiempos, y es un tema recurrente en cuentos de hadas y relatos populares. Lo que me llam¨® la atenci¨®n fue la visi¨®n de Europa que hab¨ªa en Am¨¦rica, en 1903, cuando se public¨® la novela de James. Am¨¦rica, entonces, era un pa¨ªs joven, sin desbastar, agresivo, exuberante, sin cultivar; mientras que Europa con sus museos, sus viejas iglesias, su larga historia y su educada sociedad era el summum de la civilizaci¨®n. Ten¨ªa las mejores pinturas, la mejor m¨²sica y literatura, era la cuna de todos los grandes fil¨®sofos. Pero, en 1952, muy poco despu¨¦s de la brutal guerra y del inconcebible secuestro criminal de toda la poblaci¨®n jud¨ªa (con el consentimiento de sus vecinos), y los horrores inconcebibles de las c¨¢maras de gas, Europa era un continente hecho trizas y debilitado. Un continente que hab¨ªa perdido el cetro de la civilizaci¨®n, que hab¨ªa atravesado el oc¨¦ano hacia el Nuevo Mundo. ?Con esto no quiero decir que Estados Unidos fuera admirable en todos los aspectos en 1952! El macartismo estaba en su momento ¨¢lgido, tambi¨¦n la guerra de Corea, el movimiento de derechos civiles no hab¨ªa nacido. Pero era el ej¨¦rcito americano el que hab¨ªa derrotado a la Alemania nazi, salvando a Occidente de una carnicer¨ªa tecnificada. En 1952, adem¨¢s, la energ¨ªa cultural occidental se hab¨ªa trasladado claramente a Am¨¦rica, donde todas las artes, que ya inclu¨ªan la cinematograf¨ªa, florec¨ªan como en ninguna parte. El contraste entre el valor que James conced¨ªa a Europa y el devastado y viejo aspecto de la Europa de 1952 no podr¨ªa ser m¨¢s brutal.
P. El tema del Holocausto aparece en muchas de sus novelas y relatos breves. Tambi¨¦n en Cuerpos extra?os, una de las protagonistas, Lili, es superviviente de los campos de concentraci¨®n.
¡°Tiendo a dejar fuera cualquier elemento autobiogr¨¢fico, pero no renuncio a robar (con la esperanza de disfrazarlo) cosas de la vida de otros¡±
R. Como novelista el Holocausto no me interesa para nada. Tampoco como jud¨ªa, ya que la cultura que lo produjo no es mi cultura: es la cultura del opresor. Pero el Holocausto es importante, para entender la intenci¨®n, el sentido y el car¨¢cter de la civilizaci¨®n. Y es un hecho que se mantiene como parte del legado de las generaciones que han nacido despu¨¦s. Como escritora me niego normalmente a usarlo por una cuesti¨®n de principios. En Cuerpos extra?os solo hay una frase que se refiere abiertamente a esta cuesti¨®n. Tampoco ten¨ªa la intenci¨®n de incluir en la novela a una v¨ªctima del Holocausto. Sin embargo, y pese a mi resistencia, surgi¨® Lili. Lo que significa que el periodo nazi est¨¢ ah¨ª detr¨¢s, te presiona y, a veces, se me presenta, siempre contra mi voluntad, ya que me opongo a la poetizaci¨®n mitol¨®gica del Holocausto en la ficci¨®n dram¨¢tica y en cualquier tipo de material imaginativo. Los jud¨ªos aparecen en la ficci¨®n con demasiada frecuencia ¡ªy en la mente de los antisemitas¡ª como meros s¨ªmbolos y met¨¢foras, pero los seres humanos no son ni s¨ªmbolos ni met¨¢foras.
P. En su novela hace hincapi¨¦ en la permanencia del antisemitismo en Francia inmediatamente despu¨¦s de la II Guerra Mundial, incluso entre quienes ayudaban a inmigrantes y refugiados.
R. Me invent¨¦ el personaje del bar¨®n y su centro de atenci¨®n a los inmigrantes para subrayar hasta qu¨¦ punto resulta imposible erradicar el antisemitismo de la mentalidad europea. Sin embargo, la verdad es que en esa etapa de la posguerra el antisemitismo fue muy impopular, o por lo menos no se manifestaba abiertamente, por el impacto de las im¨¢genes filmadas de aquellas monta?as de cad¨¢veres desnudos. Si fue la verg¨¹enza lo que propici¨® aquel silencio desconfiado, desde luego hoy, en 2013, no queda rastro de ella. Y vemos en toda Europa un antisemitismo rampante, incluso mientras hablamos usted y yo. Se ve en los peri¨®dicos, y abrumadoramente en las universidades, est¨¢ en labios de los m¨¢s respetados l¨ªderes de opini¨®n. Coexiste, de una forma casi sat¨ªrica, con las conmemoraciones del Holocausto. Por supuesto, esto se niega rotundamente, y se oculta detr¨¢s de las incesantes difamaciones y demonizaciones de Israel, que se presentan como mera cr¨ªtica pol¨ªtica. Resumiendo, es un virulento y deshonesto antisemitismo que se camufla bajo las palabras derechos humanos, paz y justicia. Y no tolera hechos, informaci¨®n, verdades, ni mucho menos historia, ni la de los ¨¢rabes ni la jud¨ªa.
¡°En 1952, la energ¨ªa cultural occidental se hab¨ªa trasladado a Am¨¦rica, donde todas las artes florec¨ªan como en ninguna parte¡±
Cynthia Ozick encuentra necesario precisar, a rengl¨®n seguido, que su novela, m¨¢s all¨¢ de la trama argumental, habla de otras cosas.
¡°Es que podr¨ªa pensarse que Cuerpos extra?os es una novela sobre el Holocausto, y no es as¨ª. Los dos temas esenciales que trata, ¨ªntimamente conectados, son por un lado el amor, y hasta qu¨¦ punto un amor generoso puede influenciar y transformar un car¨¢cter (la profundidad que da Lili al inmaduro y joven Julian), y por otro la arrogancia, y hasta qu¨¦ punto puede transformar el arte en mediocridad (las grandes aspiraciones de Leo corrompidas por su ego¨ªsmo oportunista). O dicho de otra manera: el arte est¨¢ en el car¨¢cter. Bea lo resume todo gracias a sus ambivalentes experiencias, en una frase: ¡°Qu¨¦ dif¨ªcil es cambiar la propia vida, qu¨¦ tremendamente f¨¢cil es cambiar la de los dem¨¢s¡±.
P. La fantas¨ªa, la imaginaci¨®n, son muy importantes en Literatura, pero leyendo a diferentes autores se llega a la conclusi¨®n de que escriben con mucha frecuencia de sus propias experiencias o de las experiencias de personas pr¨®ximas. ?Cu¨¢l es su proceso creativo?
R. Me temo que es distinto de unos escritores a otros. En mi caso, y salvo por el uso ocasional de alg¨²n sitio familiar, tiendo a dejar fuera cualquier elemento autobiogr¨¢fico, pero no renuncio a robar (con la esperanza de disfrazarlo convenientemente) cosas de la vida de otros. Creo que la confianza es un factor clave en un escritor. Llevo tiempo observando que los escritores que han obtenido un reconocimiento temprano (Updike, Roth y Oates son los principales ejemplos) no est¨¢n atormentados por la inseguridad, al menos no lo demuestran, juzgando por la naturaleza de su trabajo y la recepci¨®n que obtienen. Obviamente lo digo sin conocimiento ¨ªntimo de lo que pasa por sus mentes. Pero si juzgo por m¨ª, siempre empiezo el trabajo con incomodidad, desconfianza y miedo, que no ceden hasta que llevo bastante avanzada la escritura, cuando (con suerte) la inmersi¨®n es ya tan profunda que paso a vivir completamente en ese universo al que estoy dando vida. Es menos un proceso que un salto audaz en territorio salvaje. Coraje. Persistencia.
¡°Caballerosidad es lo opuesto a igualdad. Al menos esa clase de decorosa condescendencia ha desaparecido¡±
P. Hablando de Roth, un autor que usted ha confesado admirar en m¨¢s de una ocasi¨®n, ?qu¨¦ opina de su decisi¨®n de dejar de escribir?
R. Pura arrogancia de escritor. ?Qui¨¦n se cree que es? ?El Papa?
P. He le¨ªdo en alguna entrevista que usted considera el feminismo como otra forma de humanismo. Y se ha quejado de las mentiras que se han ido perpetuando sobre la capacidad humana, y la capacidad de las mujeres, en particular. ?Qu¨¦ importancia han tenido las mujeres escritoras en echar por tierra esas mentiras?
R. Me temo que las mentiras se mantendr¨¢n mientras no dejemos de hablar de mujeres escritoras cuando, en realidad, nunca hablamos de hombres escritores. Aun as¨ª, qu¨¦ duda cabe, ha habido progresos. Recuerdo c¨®mo, hasta hace no mucho tiempo, los cr¨ªticos literarios se refer¨ªan a Norman Mailer simplemente como Mailer, mientras al hablar de Susan Sontag se refer¨ªan a la se?orita Sontag. Caballerosidad es lo opuesto a igualdad. Al menos esa clase de decorosa condescendencia ha desaparecido. Lo que no ayuda mucho, me parece, es el ¨²ltimo viraje (la ¨²ltima clase) de feminismo, desde el feminismo cl¨¢sico (que aspiraba a un acceso sin cortapisas al mundo con may¨²sculas y su mir¨ªada de actividades) a la l¨ªnea actual que pone el ¨¦nfasis en la biolog¨ªa. Toda esa preocupaci¨®n acad¨¦mica centrada en el Cuerpo Femenino nos retrotrae, ir¨®nicamente, a los malos tiempos del pasado cuando las mujeres no eran consideradas m¨¢s que un cuerpo. La pol¨ªtica del cuerpo era reductivamente denigrante cuando los hombres manejaban el poder. Y no es menos reductivamente denigrante cuando la promulgan te¨®ricas que son mujeres.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.