El miedo del troglodita
DreamWorks sigue apuntando con productos s¨®lidos
Desde que se fund¨® DreamWorks, all¨¢ por el a?o 1994, no pocas veces el estudio comandado en materia de animaci¨®n por Jeffrey Katzenberg ha amenazado el dominio hasta entonces ¨²nico de la todopoderosa Disney (de donde proced¨ªa precisamente Katzenberg), sobre todo con el impacto (inicial) de la saga Shrek. Y aunque la posterior adquisici¨®n de Pixar, verdadero agitador del formato, devolvi¨® la posici¨®n de privilegio a Disney, DreamWorks sigue apuntando con productos tan s¨®lidos como su ¨²ltima criatura: Los Croods, segundo trabajo de Chris Sanders para DreamWorks despu¨¦s de abandonar Disney y haber creado all¨ª la base del gui¨®n de hitos como La Bella y la Bestia, Aladdin y El rey le¨®n, y de haber dirigido Lilo & Stitch. Como se ve, los flujos y reflujos entre estudios parecen continuos, cuando no el espionaje industrial, que con toda probabilidad tambi¨¦n se da, pero si de esa feroz competencia siguen surgiendo pel¨ªculas como Los Croods, bienvenida sea la lucha.
LOS CROODS
Direcci¨®n: Chris Sanders, Kirk DeMicco.
Int¨¦rpretes (voces): Nicolas Cage, Emma Stone, Ryan Reynolds.
G¨¦nero: animaci¨®n. EE UU, 2013.
Duraci¨®n: 98 minutos.
Tres grandes patas sostienen su engranaje cualitativo. Primero, un magn¨ªfico dise?o de personajes, en el que cada miembro de la familia ejerce un rol en cuanto a tono: del puramente c¨®mico de la abuela, el hijo mayor y la ni?a peque?a hasta la madura mesura de la madre, pasando por la emocionante rebeld¨ªa de la hija mayor. Segundo, un ritmo y una planificaci¨®n que no deja un momento de respiro, mezclando la aventura cl¨¢sica con el estrambote c¨®mico, y este con el slapstick. Y tercero, un subtexto esencial para que el adulto acompa?ante termine identific¨¢ndose (adem¨¢s de pas¨¢rselo pipa), a pesar de que el relato suceda en la Edad de Piedra: el hecho de que la nueva generaci¨®n de padres (y madres), buena parte ya cuarentones, tendamos hacia la excesiva sobreprotecci¨®n de nuestros hijos, provocando que apenas haya hueco para la experimentaci¨®n, aunque sea pasando por el ineludible error. As¨ª, desde su sensacional pr¨®logo, Los Croods apela al divertimento exc¨¦ntrico al tiempo que apunta al miedo a nuestro fracaso (y no el de los ni?os) como verdadero motor del mimo excesivo.
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