Talavante busca la consagraci¨®n
El matador se enfrentar¨¢ el 18 de mayo a seis toros de la ganader¨ªa de Victorino Mart¨ªn
Los carteles de San Isidro vienen con sorpresa, como los huevos de chocolate de los ni?os de ah¨ª puede salir cualquier cosa, pero la ilusi¨®n ya no la roba nadie. Alejandro Talavante, matador en evoluci¨®n, quiere hacerse con el trono del toreo. Mientras el resto de las figuras busca la comodidad, ¨¦l ha escogido el camino m¨¢s complicado, el que antes tomaban los aspirantes a figura. No es el m¨¢s sencillo pero s¨ª el m¨¢s directo para convertirse en lo que muchos anhelan y pocos rozan, ser figura del toreo. El matador se anuncia con seis toros de Victorino Mart¨ªn (Galapagar, 1929) el 18 de mayo.
Solo un d¨ªa despu¨¦s de la presentaciones de las combinaciones de los mundiales del toreo, ganadero y matador han organizado un tentadero como adelanto de lo que pasar¨¢ ese d¨ªa. La cita es a las diez de la ma?ana en Las Tiesas de Santa Mar¨ªa, la primera finca extreme?a del criador. A finales de los 70, cuando la sierra de Madrid comenzaba a ser un lugar atractivo para el veraneo, o incluso como ciudad dormitorio, decidieron que Galapagar no era el mejor lugar para criar toros. Demasiado vecinos asustados al encontrarse un c¨¢rdeno que salt¨® un cercado merodeando por las urbanizaciones.
El diestro, de chaqueta azul marina impoluta y vaqueros con un estudiado roto en la rodilla derecha, quiere probarse con este encaste. La ganader¨ªa de Victorino es peculiar en el tipo y el comportamiento. La bravura se basa en la nobleza, por definici¨®n, pero cambian algunos ingredientes. No valen las medias verdades. O se est¨¢, o no se est¨¢, porque se descubren las trampas.
Talavante se viste de corto para presentar sus progresos. Torea dos vacas de respeto. Mientras que muchos ganaderos hacen la cata de bravura, que no es otra cosa que la tienta, cuando las hembras est¨¢n cerca de los dos a?os, en Las Tiesas se espera a que rocen los tres. El examen es mucho m¨¢s real, pero eso significa una inversi¨®n de un a?o adicional alimentando una camada antes de comprobar si sirven para reproducirse o ir¨¢n al matadero. Alguna acaba en la cazuela. ¡°Todo lo que se come aqu¨ª es de casa¡±, presume el mayoral, ¡°salvo las jud¨ªas que las compramos¡±.
El diestro demuestra que aunque no es un victorin¨®logo sabe por d¨®nde anda. Se cruza y cita firme. Primero centra la vaca con el capote. Despu¨¦s la pone al caballo, de un extremo a otro de la placita. Por ¨²ltimo toma la muleta y comienza el recital.
La primera repite, se deja, pero no termina de rematar. Aun as¨ª estar¨ªa por encima de lo que se aprueba en muchas vacadas. La segunda es mucho m¨¢s franca, pronta y encastada. Acude al cite. Ah¨ª s¨ª se rompi¨® a torear Talavante. Hubo inspiraci¨®n, con una arrucina inesperada, cambios de manos y entrega absoluta en una serie de doce naturales.
Despu¨¦s, en la sobremesa confiesa, que est¨¢ encantado con c¨®mo embisten estos animales ¨²nicos: ¡°Hay que dar menos toques, ser m¨¢s directo. Cuanto menos te defiendes, m¨¢s se entregan, m¨¢s te dan¡±.
No es la primera vez que un torero se encierra con seis Victorinos. Ya lo hizo Andr¨¦s V¨¢zquez. En San Isidro solo Pedro Guti¨¦rrez El ni?o de la capea lo hizo en el 88. La diferencia estriba en que Talavante no ha matado un solo Victorino. Ser¨¢ un paso brutal, de no conocer estos toros a ir a la primera plaza del mundo, durante la feria y en solitario. El solo hecho de apuntarse en una terna, matando dos toros, se considerar¨ªa como un gesto interesante. Juega a todo o nada.
El ganadero, con Victorino Mart¨ªn Garc¨ªa (1961), su hijo, como responsable de la ganader¨ªa lleva el peso de mantener su hierro en lo m¨¢s alto. Los Victorinos quieren demostrar que no hay trampa alguna, que la corrida es tan espectacular como todos los a?os. Los ganaderos invitan a subir a un remolque y visitar un apartado detr¨¢s de la plaza de tientas.
Llevaba desde oto?o con esto en mente. Llega en mi mejor momento¡±, aclara el torero
El torero no est¨¢ solo. Le acompa?a su apoderado, Manuel Mart¨ªnez Erice, empresario de Las Ventas, y sus padres. No dudaron en subirse al remolque para supervisar tambi¨¦n los toros. La madre no quit¨® la mirada del suelo. Jacinto, con un toque de aventurero a lo Indiana Jones, veterinario de profesi¨®n, se recrea con la estampa. ¡°Muy parejos, recogidos, muy reuniditos¡±, comenta con calma, ¡°lo que se espera de Victorino¡±. Los hay m¨¢s en albaserrada, cl¨¢sicos en esta casa, y alguno m¨¢s asaltillado, a la mexicana. Destacan el 5, el 55 y el 62, por si alguien quiere hacer quinielas.
Los motivos del torero para dar este paso son varios. Desde subir su cach¨¦ a reconocimiento pasando por la superaci¨®n de un reto o dejar una p¨¢gina escrita en los anales de Las Ventas. ¡°Llevaba desde oto?o con esto en mente. Creo que llega en mi mejor momento¡±, aclara.
Victorino Mart¨ªn Garc¨ªa sabe que el espect¨¢culo no atraviesa su mejor momento, de ah¨ª que gestos como el de este torero le resulten necesarios: ¡°Al principio tuve mis reservas porque no ha lidiado ni un toro de la casa, pero viendo c¨®mo ha estado con las vacas y su momento profesional creo que puede dar una gran tarde de toros. Vivimos una crisis profunda y un cambio de siglo y han de darse apuestas y cambios importantes y creo en actitudes como la de Talavante¡±.
?Se puede temer que, por estar un torero de renombre anunciado bajar¨¢ el nivel del toro? Ah¨ª, el criador es tajante: ¡°Nosotros tambi¨¦n nos jugamos mucho. Llevamos una corrida de Victorino de Madrid, porque para dar credibilidad al torero y a la tarde tiene que ser as¨ª¡±. El matador apostilla: ¡°Si lo eligen para m¨ª no sirve de nada. Yo quiero victorinos de verdad¡±.
Antes de volver a Madrid, con las jud¨ªas en plena ebullici¨®n estomacal, peleando con la carne de su propia ganader¨ªa que han servido como comida, se plantea una duda: ?El 18 de mayo seguir¨¢n tan amigos? ¡°El respeto por ambas partes ser¨¢ el mismo, aunque s¨¦ que la tarde marcar¨¢ un antes y un despu¨¦s en mi carrera¡±, dice el torero. ¡°Igual no nos mira con la misma cara¡±, matiza Victorino hijo, ¡°pero apreciamos que haya dado este paso. La fiesta lo necesita¡±.
Babelia
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