Modestas ambiciones
Mike Newell pone el acento en el envenenado ascenso de clase de un personaje convertido en pe¨®n dentro de un laberinto melodram¨¢tico
Los azares del destino han llevado a dos cineastas tan distintos como Alfonso Cuar¨®n y Mike Newell a limitar sus grados de separaci¨®n: ambos han coincidido en la saga cinematogr¨¢fica de Harry Potter y los dos son los responsables de las dos ¨²ltimas adaptaciones, si obviamos la miniserie televisiva de la BBC de 2011, de una de las novelas de Charles Dickens m¨¢s codiciadas por el cine. Grandes esperanzas, con 18 adaptaciones a sus espaldas, se convirti¨®, en manos de Cuar¨®n, en un poema de amor ambientado en el presente, salpimentado de realismo m¨¢gico y retratado por Emmanuel Lubezki con esa exuberancia pict¨®rica que no tardar¨ªa en deslumbrar a Terrence Malick: una pieza de orfebre en la articulaci¨®n de lo que se podr¨ªa calificar de afectada neocursiler¨ªa. El brit¨¢nico Mike Newell parece haber optado por un camino m¨¢s cl¨¢sico, pero su resultado es menos distintivo y, por tanto, m¨¢s olvidable.
GRANDES ESPERANZAS
Direcci¨®n: Mike Newell.
Int¨¦rpretes: Jeremy Irvine, Ralph Fiennes, Robbie Coltrane, Helena Bonham Carter, Sally Hawkins.
G¨¦nero: drama. Reino Unido, 2012.
Duraci¨®n: 127 minutos.
Si a Cuar¨®n parec¨ªa interesarle, por encima de todo, la historia de amor entre Pip ¡ªrebautizado como Finn en su pel¨ªcula¡ª y Estella, Newell pone el acento en el envenenado ascenso de clase de un personaje convertido en pe¨®n dentro de un laberinto melodram¨¢tico orquestado por dos figuras tr¨¢gicas. El cineasta lleva a cabo su lectura como si David Lean no le hubiese puesto las cosas demasiado complicadas a quien decidiese enfrentarse al texto tras Cadenas rotas (1946). El protagonista es sometido a la pertinente operaci¨®n de maquillaje y limado de aristas para favorecer la empat¨ªa y la identificaci¨®n del espectador. El cineasta no duda en recurrir a las ¨®pticas deformantes para los flashbacks, lanzando un clar¨ªsimo mensaje de confirmaci¨®n a quien pudiese sospechar que esta nueva versi¨®n iba a ser tan innecesaria como carente de hallazgos expresivos. Con todo, la fuerza de la ficci¨®n concebida por Dickens logra que uno se trague incluso a una Helena Bonham Carter con burtoniano piloto autom¨¢tico.
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