Puerta del Pr¨ªncipe para un magistral Juli
El torero triunfa en La Maestranza y sale a hombros despu¨¦s de cortar tres orejas
El Juli se encaram¨® a la gloria torera, y desde la cumbre, motivad¨ªsimo, pleno de suficiencia, expres¨® un magisterio deslumbrante que dej¨® boquiabierta a la Maestranza que pidi¨® los m¨¢ximos trofeos para quien, por un momento, hab¨ªa devuelto la alegr¨ªa a la fiesta. Cort¨® tres orejas que pudieron ser m¨¢s, sali¨® a hombros por la Puerta del Pr¨ªncipe, y dej¨® en el ambiente el sabor de las grandes tardes de toros que permanecer¨¢n para siempre en el recuerdo de los buenos aficionados.
No es que El Juli estuviera bien, que estuvo sensacional de principio de fin; lo mejor, lo m¨¢s destacable, fue su ilusi¨®n desbordante, su seguridad, su amor propio¡ Parec¨ªa un chaval en la b¨²squeda desesperada de un triunfo cuando demostr¨® ser un torero macerado por el tiempo, pleno de sabidur¨ªa, dominador de la t¨¦cnica m¨¢s depurada y con la sensibilidad a flor de piel.
Se nota y se siente cuando un torero llega a la Maestranza convencido de su triunfo. En cuanto los clarines anunciaron la salida del segundo de la tarde, El Juli sali¨® del burladero y se arrodill¨® en los medios. All¨ª recibi¨® al toro con una larga cambiada, que complet¨® despu¨¦s con un par de ver¨®nicas hondas. A continuaci¨®n, se gust¨® y palade¨® un lent¨ªsimo quite por chicuelinas que hizo sonar la m¨²sica y puso al p¨²blico en pie.
Estaba claro a estas alturas que el torero ven¨ªa a por todas. Brind¨® la faena de muleta a la concurrencia, y antes de abrir la franela se ol¨ªa en el ambiente faena grande. No hab¨ªa m¨¢s que ver la disposici¨®n del torero, muy por encima de la muy noble y pastue?a condici¨®n del toro, que embest¨ªa con excesiva suavidad, que desluc¨ªa, si cabe, la emoci¨®n de la labor del torero.
Falt¨® codicia en el toro; era excesivo el dominio, un combate desequilibrado. Un torero, por una parte, repleto de facultades, valent¨ªsimo, pundonoroso, poseedor de una t¨¦cnica deslumbrante y una suficiencia abrumadora; y un toro, por otro, bueno como el pan, de noble casta y derrochadora bondad. Hubo buen gusto, torer¨ªa, muletazos inmensos, y falt¨® esa emoci¨®n que impone la acometividad de una embestida alegre y pronta. Quiz¨¢, por eso, el presidente solo concedi¨® una oreja.
Ficha
Garcigrande/Morante, El Juli, Manzanares
Cinco toros de Garcigrande, desiguales de presentaci¨®n, blandos, descastados y muy nobles; el 1?, de Parlad¨¦, desclasado.
Morante de la Puebla: casi entera atravesada y un descabello (pitos); casi entera ladeada (silencio).
El Juli: estocada trasera (oreja); estocada trasera (dos orejas). Sali¨® a hombros por la Puerta del Pr¨ªncipe.
Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares: _aviso_ pinchazo y estocada (ovaci¨®n); estocada _aviso_, tres pinchazos, estocada -2? aviso- y dos descabellos (silencio).
Plaza de la Maestranza. 31 de marzo. Inauguraci¨®n de la temporada. Lleno de 'no hay billetes'.
Volvi¨® a las andadas en el quinto. Otra vez de rodillas en los medios para salir apurado del encuentro ante una frenada imprevista del toro, Otro quite, esta vez por ver¨®nicas, lucido. Y en el tercio de banderillas lleg¨® la cogida del subalterno Ni?o de Legan¨¦s, que fue volteado y prendido tras colocar el primer par, y que, al parecer, sufre tres cornadas en el muslo derecho de pron¨®stico grave.
Ante este toro, con m¨¢s movilidad y recorrido, El Juli hizo todo un derroche de conocimiento, se mostr¨® como un maestro en saz¨®n, como un torero de una pieza. Para ello, embebi¨® la embestida en la muleta, arrastrada en cada pase, desgran¨® la ligaz¨®n total y enloqueci¨® a los tendidos. Fue la suya una lecci¨®n extraordinaria de magisterio taurino. Volvi¨® a volcarse sobre el morrillo del animal y cobr¨® otro estoconazo, trasero como el primero, que desbord¨® el entusiasmo. En suma, una tarde gloriosa.
No se puede decir lo mismo de sus compa?eros. La verdad es que ¡®ca uno es ca uno¡¡¯, y ayer Morante no tuvo ese toro que le permitiera abrir sus esencias. Al primero lo vio claro y no le dur¨® m¨¢s de un minuto en el ¨²ltimo tercio. Ciertamente, era un animal muy desclasado. Morante mont¨® la espada entre la sorpresa general y alivi¨® el posible aburrimiento. Lo intent¨® en el cuarto sin ¨¦xito. Noble pero insulso era el animal, propenso al cabeceo y los muletazos surg¨ªan desdibujados. Un par de ver¨®nicas alivi¨® la ansiedad.
Y como cada persona es un mundo, Manzanares estuvo a punto de dar el mitin ante dos toros muy aceptables que no entendi¨®. Dos faenas largu¨ªsimas, sopor¨ªferas, de mantazos que iban y ven¨ªan sin ton ni son en distintos terrenos de la plaza. Pero todo muy deslavazado, muy fr¨ªo, muy desva¨ªdo, sin hondura, sin gracia, como quien tiene que hacer un tabique y lo hace sin ganas. Nobles fueron sus dos oponentes y se dejaron torear hasta el aburrimiento general, pero Manzanares estaba ayer en pegapases, y eso es insufrible. Dio la impresi¨®n de que no se enter¨® de lo que ten¨ªa delante, aburri¨® soberanamente y se salv¨® por poco de que le echaran el sexto a los corrales.
Por cierto, estos tres toreros que tanto hablan del futuro de la fiesta y tanto dicen defenderla de los ataques de otros, han escrito una p¨¢gina de desverg¨¹enza torera en los corrales. Hasta 17 toros tuvieron que ser reconocidos para completar la corrida. Petardo del ganadero, incapaz de traer una corrida digna para la Maestranza; y petardo de los toreros, que presionan hasta la saciedad para que la autoridad admita lo inadmisible. Que se sepa que El Juli, Morante y Manzanares utilizan toda clase de presiones para dar gato por liebre, sardina por toro. Y una figura, un h¨¦roe, se debe vestir por los pies y presentarse en Sevilla con una corrida que por su hechuras y trap¨ªo apruebe con sobresaliente el examen. Pero eso solo lo hacen las figuras de verdad.
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