En el origen de la vanguardia
Se traduce ¡®El absoluto literario¡¯, manual imprescindible para los interesados en la teor¨ªa del arte. Cl¨¢sico de la cr¨ªtica, se trata de un libro sobre el origen del romanticismo, uno de los momentos m¨¢s fascinantes de la modernidad

Durante un par de d¨ªas me dediqu¨¦ a constatar que en efecto esta era la primera edici¨®n en espa?ol de El absoluto literario, de Philippe Lacoue-Labarthe y Jean-Luc Nancy, seg¨²n anuncia el editor (Eterna Cadencia, Buenos Aires). Al parecer han circulado algunas traducciones privadas (de Emilio Bernini, por ejemplo), pero nunca antes se hab¨ªa editado completo este tratado, uno de los m¨¢s influyentes en la actual filosof¨ªa del arte.
El caso es que apareci¨® originalmente en 1978 (Seuil), hace pues treinta y cinco a?os, pero todav¨ªa nadie se hab¨ªa atrevido con ¨¦l en Espa?a. Me parece sorprendente. Lacoue (muerto en 2007) y Nancy pertenec¨ªan a una generaci¨®n que no s¨®lo se hab¨ªa alejado del a¨²n poderoso estructuralismo, sino que desconfiaba de los post-estructuralistas, de modo que tomaron un camino propio a la sombra de Heidegger. La producci¨®n de ambos fil¨®sofos ha sido abundante y de notable inter¨¦s. Sin embargo, este trabajo que ahora se edita en espa?ol es, a mi modo de ver, su mejor contribuci¨®n.
En ella analizan uno de los momentos m¨¢s fascinantes de la modernidad. Como ellos mismos dicen, se trata de un episodio ef¨ªmero (pongamos que de 1798 a 1803), un grupo de gente cambiante (aunque siempre dirigidos por los hermanos Schlegel) y una revista de la que s¨®lo se editaron seis n¨²meros (Athenaeum). He dicho antes que es un momento de la modernidad, aunque en todos los manuales aparece como un momento del romanticismo e incluso del primer romanticismo (el fr¨¹hromantik). Ciertamente es un prototipo de romanticismo, pero en una acepci¨®n de la palabra que, a mi modo de ver, deber¨ªa incluir un vast¨ªsimo proyecto que s¨®lo acaba hacia 1960. Si se acepta esta noci¨®n, el grupo aqu¨ª estudiado fue de los primeros en poner las bases de la modernidad: ¡°Se trata, de hecho, y no es exagerado decirlo, del primer grupo de ¡®vanguardia¡¯ de la historia¡± (p¨¢gina 27).
El invento de este grupo, al que podemos llamar ¡°del Athenaeum¡±, es nada menos que la literatura en cuanto tal. Hasta ese momento no hab¨ªa tal cosa como una literatura en el sentido de un arte absoluto de la palabra escrita. Hab¨ªa, eso s¨ª, un arte de la poes¨ªa, otro del drama, algo (poco) de la novela, y as¨ª sucesivamente. El grupo del Athenaeum unifica la totalidad del arte de la palabra y propone una primera teor¨ªa de la literatura como absoluto. Asombrosamente, en esa teor¨ªa la prosa toma el lugar de la m¨¢s alta poes¨ªa y la literatura queda fundida en la filosof¨ªa en tanto que dos modos (literarios) de expresar el mundo en su verdad m¨¢s rec¨®ndita. Esto es el ¡°absoluto literario¡±.
As¨ª lo expone Friedrich Schlegel en su Conversaci¨®n sobre la poes¨ªa: ¡°Todo arte y toda ciencia que act¨²an mediante la palabra, cuando se ejercen como arte por s¨ª mismas, y cuando alcanzan su cima m¨¢s alta, aparecen como poes¨ªa¡± (p. 380). No es s¨®lo un ataque contra la secular teor¨ªa de los g¨¦neros y sus forzosos parangones, es tambi¨¦n la negaci¨®n de toda la filolog¨ªa hasta ese momento y la propuesta de una historia de la literatura tan audaz que ni siquiera es posible escribirla en nuestros d¨ªas.
El grupo estaba compuesto por dos dictadores, los hermanos Schlegel, y un conjunto variable de afiliados (Novalis, Wackenroder, Brentano, Von Arnim) que se reun¨ªan, se expulsaban, se exclu¨ªan o formaban secesiones, como es habitual en cualquier movimiento de vanguardia. En su proximidad giraba una nube de mujeres poco t¨ªpicas de su ¨¦poca, sexualmente emancipadas, con una notable formaci¨®n filos¨®fica y aguda percepci¨®n art¨ªstica. Son Sophie Tieck, Bettina von Arnim, Carolina Michaelis o Dorothea Mendelssohn-Veit. Todas acabaron casadas con alguno de los participantes del grupo.
Hab¨ªa tambi¨¦n una relaci¨®n externa, pero intensa, con personajes de extraordinaria importancia como H?lderlin, Schelling, Hegel, Schleiermacher o Goethe. Este ¨²ltimo los detestaba, pero a ¨¦l se unir¨ªan los Schlegel cuando la edad los volviera rapaces y la invasi¨®n napole¨®nica pusiera en marcha el nacionalismo germano.
No s¨®lo inventaron la literatura tal y como la entendemos ahora. Tambi¨¦n transformaron la recepci¨®n de la herencia griega. A veces parece que la palabra ¡°romanticismo¡± s¨®lo puede usarse para asuntos empalagosos, pero es un enorme error. El romanticismo fue un movimiento revolucionario y salvaje que sac¨® de la quietud marm¨®rea, del estatismo idealista, a los neocl¨¢sicos y a los kantianos. La Grecia que aparece tras la cr¨ªtica de los rom¨¢nticos del Athenaeum ya no tiene nada que ver con ¡°la belleza¡±, la ¡°serenidad¡± o ¡°la perfecci¨®n¡±, es la Grecia arcaica, infernal, enigm¨¢tica, siniestra que a?os m¨¢s tarde Nietzsche expondr¨¢ magistralmente en su seminal Origen de la tragedia.
La traducci¨®n es meritoria, aunque con imperfecciones inevitables dada la oscuridad del propio texto (t¨¦ngase en cuenta que la mitad del libro es una antolog¨ªa de escritos de los Schlegel, Schelling y Novalis), lo que las hace excusables. S¨®lo he pillado un error grave, pero que puede corregirse con facilidad: la p¨¢gina 22 da como fechas del Sturm und Drang 1870-1880. Son, evidentemente, 1770-1780. Contando con estas m¨ªnimas mancillas, el libro es imprescindible para cualquier interesado por la teor¨ªa del arte y aun por la teor¨ªa de la teor¨ªa.
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