Entre tempo y canto: la b¨²squeda de la naturalidad
Wagner insist¨ªa en que se oyera a los cantantes sin que tuvieran que gritar
Una interpretaci¨®n hist¨®rica, fiel a la obra de Wagner, como la que se propuso ofrecer el Balthasar-Neumann-Ensemble bajo mi direcci¨®n con la presentaci¨®n del Parsifal de Wagner en el Teatro Real el pasado mes de enero, debe tener en cuenta una de las innovaciones musicales m¨¢s importantes del compositor: la flexibilidad del tempo. Es sobre todo este aspecto ¡ªadem¨¢s de otros¡ª lo que hace irrenunciable la figura del director en la ejecuci¨®n de las obras de Wagner. Por ejemplo, cuando se interpreta una sinfon¨ªa de Mendelssohn, cuyos movimientos apenas si presentan fluctuaciones r¨ªtmicas en s¨ª mismos, la funci¨®n del director es menos relevante. El propio Mendelssohn fue un magn¨ªfico director de sus composiciones. Pero algunas de sus sinfon¨ªas, como tambi¨¦n las de Schubert, fueron interpretadas sin director en varias ocasiones. Algo absolutamente factible cuando se trata de m¨²sica de esa ¨¦poca.
En el caso de Wagner la situaci¨®n es completamente diferente. Las emociones que expresan las palabras, ¨ªntimamente fundidas con la m¨²sica, determinan el tempo. Y Wagner exige un alto grado de flexibilidad en lo que respecta a las palabras, al texto. Cuando Amfortas canta en Parsifal es pr¨¢cticamente imposible seguir el ritmo anotado en la partitura puesto que cada persona transmite una emoci¨®n diferente a trav¨¦s de la m¨²sica. En ese caso resulta imprescindible la gu¨ªa del director.
Cosima difundi¨® el prejuicio antisemita de que las interpretaciones de los jud¨ªos eran muy r¨¢pidas
Por lo que respecta a la historia de la ejecuci¨®n de las obras de Wagner, se observa una progresiva ralentizaci¨®n con el correr de los a?os. Cosima, la mujer de Wagner, fue la responsable de esta evoluci¨®n, por motivos ideol¨®gicos. Tras la muerte de Richard Wagner, mantuvo bajo control sus obras durante 30 o 35 a?os e instaur¨® un verdadero culto a su esposo. Todo se mistific¨®, poco menos que se canoniz¨®, cobrando una forma definitiva irrevocable. Hab¨ªa que ser un adepto, un ap¨®stol; si no, se era un enemigo. Cosima difundi¨® el prejuicio antisemita de que las interpretaciones de los jud¨ªos eran por lo general muy r¨¢pidas. Por el contrario, vinculaba el tempo lento con el hombre germano, cristiano. Y con la espiritualidad. Sin embargo, yo creo que el tempo b¨¢sico de Parsifal era en principio m¨¢s r¨¢pido. Por eso, con el Balthasar-Neumann-Ensemble hemos buscado una interpretaci¨®n mucho m¨¢s fluida.
Adem¨¢s, no hay que olvidar que, en una ocasi¨®n, tras haber asistido a una representaci¨®n de Fausto en el Burgtheater de Viena, Wagner fue a ver a los actores para decirles que lo que acababan de hacer en el escenario estaba rematadamente mal pues deb¨ªan hablar el doble de r¨¢pido. Por lo general, Wagner dirig¨ªa la orquesta midiendo siempre a blancas, no a negras, lo cual permite suponer que exist¨ªa una gran diferencia respecto a la pr¨¢ctica habitual de la interpretaci¨®n de hoy en d¨ªa.
Naturalmente, en las obras de Wagner hay pasajes que han de sonar lentos y solemnes, como la m¨²sica sacra, de eso no cabe la menor duda. En Parsifal eso ocurre sobre todo en el primer acto y al final del ¨²ltimo: esos pasajes deben estar estrechamente vinculados con la m¨²sica lit¨²rgica. Y para m¨ª es muy importante que el coro cante como un coro de iglesia y no tanto como un coro oper¨ªstico.
Con instrumentos originales, el volumen de la orquesta baja entre un 30% y un 40%
En definitiva, creo que lo que Wagner compon¨ªa y la forma en que sus obras se interpretan hoy en d¨ªa son dos cosas enteramente diferentes. Ya en vida de Wagner exist¨ªa una gran diferencia entre la partitura y la ejecuci¨®n. A veces, en la partitura hay pasajes en los que la orquesta suena muy fuerte y de inmediato queda claro que el o la cantante va a tener problemas para hacerse o¨ªr. Pero precisamente ese era el elemento al que Wagner daba m¨¢s importancia en los ensayos: se ten¨ªa que o¨ªr a los cantantes, se ten¨ªa que entender lo que dec¨ªan. Y cuando eso no era posible, ped¨ªa a los directores que redujesen el volumen de la orquesta, hac¨ªa callar a los instrumentos de viento, acortaba notas y frases. Quer¨ªa estar completamente seguro de que se oir¨ªa a los cantantes sin que tuviesen que gritar. De ning¨²n modo deb¨ªan cantar constantemente en fortissimo, solo unas pocas notas; el resto del tiempo el volumen deb¨ªa oscilar b¨¢sicamente entre mezzoforte y piano.
Hoy en d¨ªa es completamente factible que los cantantes no se vean obligados a gritar cuando interpretan a Wagner. Si se emplean instrumentos originales, el volumen de la orquesta baja entre un 30% y un 40%; el sonido es m¨¢s c¨¢lido, m¨¢s grave y m¨¢s rico en matices. Las cuerdas de los instrumentos originales son de tripa, son similares a las cuerdas vocales. De este modo, la orquesta se asemeja mucho m¨¢s a la voz humana y alcanza una fusi¨®n m¨¢s ¨ªntima con el canto.
Thomas Hengelbrock es director de orquesta. En 2011 dirigi¨® Tannh?user en el Festival de Bayreuth y en enero pasado, Parsifal en el Teatro Real de Madrid.
Traducci¨®n de Newsclips.
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