Los ojos silenciosos de la Rep¨²blica Democr¨¢tica de Alemania
El director alem¨¢n Christian Petzold se estrena en Espa?a con 'B¨¢rbara' La pel¨ªcula narra la historia de una m¨¦dico exiliada en un pueblo del mar B¨¢ltico
¡°Hay que estar loco para ser feliz en este pa¨ªs¡±, dice B¨¢rbara. Tras su paso por el hospital m¨¢s importante de la Rep¨²blica Democr¨¢tica de Alemania, esta doctora acaba con sus enseres m¨¦dicos en un pueblo de la costa del mar B¨¢ltico. El director alem¨¢n Christian Petzold (Hilden, 1960)se estrena en Espa?a sin incluir en los di¨¢logos de B¨¢rbara, su nuevo filme, las causas del destierro forzado. En los ojos silenciosos de la actriz Nina Hoss y la asfixia de un lugar vaciado de vida se entrev¨¦ el choque frontal. La burocracia socialista que gobern¨® esta regi¨®n en los ochenta contra los ideales de una mujer hastiada de un sistema al que en alg¨²n momento se adscribi¨® sin fisuras.
En la contradicci¨®n amor-odio, Petzold sit¨²a la historia de esta m¨¦dico, inspirada tambi¨¦n en la novela hom¨®nima de Hermann Broch, ambientada en la Alemania de los a?os veinte. ¡°Mis padres, refugiados de la Rep¨²blica Democr¨¢tica de Alemania, nunca hablaban de sus experiencias en la parte oriental¡±, recuerda el cineasta, Oso de Plata a mejor direcci¨®n en la Berlinale de 2012. Durante los setenta, cuando la movilidad era reducida de un lado al otro del muro, la familia de Petzold pasaba las vacaciones en la zona este. ¡°Se convert¨ªan en otras personas, se reun¨ªan con amigos, iban al campo, cantaban,¡ sal¨ªan de la rutina¡±. Hasta que el sistema se derrumb¨® en 1989. ¡°Nunca m¨¢s volvieron. Despu¨¦s de 40 a?os de realidad socialista, su inter¨¦s desapareci¨®. Entonces empec¨¦ a preguntarme: ?d¨®nde estaba el sue?o del socialismo alem¨¢n, d¨®nde se hab¨ªa quedado aquella realidad y valores o principios?¡±. Del interrogante sali¨® la pel¨ªcula.
En compa?¨ªa de Hoss, es la quinta vez que trabajan juntos, el autor de Yella (2007) fue hilvanando en largos paseos las lecturas sobre exiliados ¡ª¡°personas en tr¨¢nsito, parte de la idiosincrasia alemana¡±, apunta¡ª que le obsesionan desde hace a?os, con sus recuerdos de infancia. Finalmente, Petzold consigui¨® reunir la valent¨ªa suficiente para hacer una pel¨ªcula hist¨®rica en un pueblo fantasma, solo en apariencia. No aparece el muro. No se nombran gobernantes. Un velo de cotidianeidad cubre la pel¨ªcula. ¡°En un libro de Pavese sobre un exiliado del r¨¦gimen de Mussolini se identificaba siempre al migrante con pueblos o las afueras de las grandes ciudades¡±, relata. ¡°Peque?as prisiones silenciosas donde el ¨²nico ruido es el del viento o el de un vecino paseando a su perro¡±.
Por eso B¨¢rbara no suena hasta que la m¨²sica encuentra una raz¨®n. En constante vigilancia por una c¨¦lula de la Stasi, la protagonista se sienta al piano e interpreta una pieza de Chopin. La misma que suena en El cazador de Michael Cimino. ¡°Al r¨¦gimen socialista alem¨¢n no le gustaba la burgues¨ªa, ni sus manifestaciones art¨ªsticas. B¨¢rbara toca para, de alguna manera, transmitir a ese agente no solo que le gusta la m¨²sica, sino que adem¨¢s es parte de su lenguaje¡±.
La otra licencia que se permite el personaje es la lectura a sus pacientes. Su hartazgo tambi¨¦n compite con su compromiso ¨¦tico, profesional y hasta afectivo. Los pacientes de la peque?a cl¨ªnica simbolizan las referencias hist¨®ricas que Petzold elide. Una joven que se escapa de un campo de tareas forzadas. Un chico que se consuela en el suicidio. ¡°Elige Huckleberry Finn porque el agua que le separa de la libertad es el mismo que el del r¨ªo Misisipi: un horizonte que se puede cruzar para perseguir los sue?os. Es la victoria del arte¡±.
Babelia
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