Las revistas femeninas
Si me dieran a elegir entre un Time o un Vogue, no lo dudar¨ªa. Mientras el primero trata de ser una elaborada fotocopia de la actualidad, el segundo es parte exacta de la actualidad. Solo una parte de la actualidad, efectivamente, pero incomparablemente m¨¢s prometedora que todos los buenos deseos de los papas o algunos liantes mandamases. Porque si se trata de elegir un mundo m¨¢s redondo, son las revistas femeninas quienes trabajan en componer su mejor esfera.
Hace a?os, Juan Cueto y yo nos dec¨ªamos que para entender aquella sociedad de los ochenta, y hasta de los noventa, era mejor leer los textos de los anuncios que las informaciones, los faldones de las p¨¢ginas que algunos editoriales que las presid¨ªan. Dentro de cada mensaje del marketing se encerraba una idea de investigaci¨®n que reflejaba el deseo general de los posibles compradores y espectadores sociales, ciudadanos todos.
Pero, en paralelo, desde hace bastante tiempo, puede decirse lo mismo de las p¨¢ginas m¨¢s espabiladas de algunas revistas femeninas (y ahora tambi¨¦n de las masculinas feminizadas, desde Monocle a Gentleman o Esquire).
Con las revistas femeninas de calidad ha ocurrido que sus crecientes an¨¢lisis de tendencias, sus noticias sobre est¨¦tica, humanidad y consumo, rebasan los estereotipos que se les asignaba en cuanto simples escaparates de la moda textil o de los tratamientos cosm¨¦ticos. Y bien puede decirse que, a estas alturas del mundo de las apariencias en el "capitalismo de ficci¨®n", lo que era menci¨®n textil ha pasado a integrar el contexto y en cuanto a la cosm¨¦tica ha extendido su comercio a todo el mercado, desde la mujer al var¨®n, su cabal acepci¨®n no ser¨ªa ya la de una especialidad sino de un especial tratamiento del cosmos. Cosmos o corpus de la contemporaneidad reflejada en un surtido de conocimientos que jam¨¢s se recibir¨ªan de un Parlamento, de un ateneo o de la Universidad Complutense.
Si ¡®Time¡¯ es una elaborada fotocopia de la actualidad, ¡®Vogue¡¯ es parte exacta de la actualidad
Los coches, la fotograf¨ªa, la gastronom¨ªa, el amor y el sexo, el ¨¦xito y el fracaso, la arquitectura interior y exterior, el interior y el exterior del neoburgu¨¦s, el cine o el v¨ªdeo, Ralph Lauren o la Signora Versace de Mil¨¢n, la Casa Blanca de las primeras damas o el permanente asunto acharolado de Chanel.
Esta cultura, supuestamente in¨²til, ha sido tan poco atendida por la intelectualidad, autodenominada culta y mal vestida, que sus sesudos componentes han ido quedando cada vez m¨¢s revenidos y forzosamente antifeministas. Porque si se habla de frivolidad, cavilan ranciamente, ?c¨®mo no pensar enseguida en las mujeres?
En la denostada ¡ªy ya a?orada¡ª sociedad de consumo ¡ªduramente apaleada hoy por la fan¨¢tica austeridad¡ª, la publicidad y el marketing, la moda y el modo en todos sus signos han ocupado un lugar central para juzgar las respectivas ¨¦pocas. ?Ofrec¨ªan estas publicaciones y siguen ofreciendo solo corrientes veleidosas? Puede ser, pero ?qu¨¦ otra cosa fue el delirio de la especulaci¨®n y sus viscosos bonos?
En estos d¨ªas, estando las cosas como est¨¢n, parece que no hay otro vestido m¨¢s trendy que el luto absoluto ni otro maquillaje m¨¢s cool que el colorete zombi. Porque ante tanto crimen de pol¨ªtica econ¨®mica y econom¨ªa pol¨ªtica, ?c¨®mo pensar en bailar o investirse con escotados trajes de seda?
Sin embargo, incluso ahora, que no parece recomendable otra cosa que rezar rosarios, ver pel¨ªculas de Dreyer y empalidecer, las revistas femeninas de calidad procuran los brillos m¨¢s elocuentes de algunos intersticios sociales, que como muestras linf¨¢ticas son un ant¨ªdoto contra lo m¨¢s triste y peor. ?Son, sin embargo, importantes? ?C¨®mo habr¨ªan de ser importantes estas cabeceras si no son al cabo m¨¢s que cosas de chicas?
Pues no. No son cosa chica, sino gran cosa y cada vez lo ser¨¢ m¨¢s. Lo ser¨¢n en tal medida que pronto todas las publicaciones que queden flotando dentro y fuera de la Red dejar¨¢n aparte sus sermones sobre el fin del mundo, el carromato pol¨ªtico y la corrupci¨®n infame para abrazar el estilo famoso, amoral, libre y curativo del deslizante papel cuch¨¦.
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