El pr¨ªncipe destronado
Como se dice por aqu¨ª, la primavera se hab¨ªa vestido de gala para recibir al pr¨ªncipe de Sevilla. La tarde era espl¨¦ndida, soleada, luminosa, adornada por una ligera brisa. Una temperatura ideal. Los ¨¢nimos, encendidos; la esperanza, por los cielos y los cuerpos festivos.
As¨ª estaba la Sevilla taurina, con el pa?uelo en la mano y el sue?o del triunfo revoloteando por los arcos de la Maestranza cuando se abri¨® la puerta de cuadrillas y apareci¨® ¨¦l, Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares, vestido de celeste y oro, y la plaza entera se puso en pie para vitorear a su ¨ªdolo.
Casi dos horas y media m¨¢s tarde, el torero estaba recostado sobre las tablas de la barrera, el ment¨®n hundido en el pecho y los clarines anunciaban la salida del sexto toro. Todo hab¨ªa salido mal. Ni un solo recuerdo que no fuera la esperanza desvanecida, la ilusi¨®n echa a?icos y los planes trastocados. ?Qu¨¦ ha pasado, por Dios? Si estaba Sevilla dispuesta a salir en volandas por la Puerta del Pr¨ªncipe con su pr¨ªncipe en brazos para mimarlo y quererlo, y entronizarlo como hijo suyo que lo considera. Nadie sabe qu¨¦ ha pasado, ni el torero mismo. Lo cierto es que la luz de la tarde se ha ido y la oscuridad lo cubre todo por incre¨ªble que parezca. El triunfo so?ado se ha tornado en fracaso real. Inexplicable, pero cierto.
Seis ganader¨ªas / Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares
1?, de N¨²?ez del Cuvillo, chico y muy noble; 2?, de Domingo Hern¨¢ndez, chico y noble; 3?, de Victorino Mart¨ªn, justo de presentaci¨®n, manso y peligroso; 4?, de El Pilar, justo e inv¨¢lido; 5?, de Toros de Cort¨¦s, devuelto; sobrero de Juan Pedro Domecq, bien presentado, blando y noble; y 6?, de Juan Pedro Domecq, anovillado, inv¨¢lido y nobil¨ªsimo.
Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares: estocada atravesada (palmas); pinchazo hondo ¡ªaviso¡ª y dos descabellos (palmas); dos pinchazos, media atravesada ¡ªaviso¡ª, pinchazo, casi entera tendida y dos descabellos (silencio); pinchazo y media (silencio); dos pinchazos y casi entera tendida (silencio); estocada, un descabello y el toro se echa (dos orejas). Plaza de La Maestranza. Cuarta corrida de feria. Lleno.
Es entonces cuando la plaza reacciona, se levanta toda ella y alienta a su torero con una ovaci¨®n de cari?o extremo. Manzanares se resiste a saludar, hundido, quiz¨¢, en su m¨¢s certera intimidad, pero las palmas echan fuego y el torero levanta la vista, toma aire, recupera el ¨¢nimo perdido, aprieta el capote y, en un gesto de rabia, enfila con paso firme hacia la puerta de chiqueros, dispuesto, qui¨¦n sabe, a echar un pulso a su destino.
Se arrodill¨® en los medios, se tom¨® su tiempo, rez¨®, se santigu¨® y esper¨® la salida de Guas¨®n, un torete de Juan Pedro Domecq que ven¨ªa para devolverle moment¨¢neamente la sonrisa. Una larga cambiada y dos m¨¢s en otros terrenos de la plaza, dos ver¨®nicas y una media de rodillas hacen estallar la alegr¨ªa. El animal era un inv¨¢lido y as¨ª lo demostr¨® en el caballo, pero galop¨® en banderillas para que se lucieran Curro Javier y Luis Bl¨¢zquez con los garapullos y Juan Jos¨¦ Trujillo con el capote. Brind¨® Manzanares a su plaza y, entonces, el toro, ese blandengue animal con aspecto de novillo, vino a demostrar que era un artista de los pies a la cabeza, y embisti¨® con fijeza, con recorrido, con suavidad, con calidad suprema, y permiti¨® que Manzanares diera rienda suelta a su est¨¦tica y dibujara muletazos largos, hondos, hermosos y magn¨ªficamente abrochados con el de pecho. Mejor por el lado derecho que por naturales, pero algunos compases de la faena encerraron una exquisita belleza. Le concedieron las dos orejas al torero y se pidi¨® la vuelta al ruedo para Guas¨®n, que no se concedi¨® acertadamente porque su juego en el caballo fue muy deficiente.
Ovaciones y pitos
La cuadrilla de a pie de Manzanares, formada por Curro Javier, Juan Jos¨¦ Trujillo y Luis Bl¨¢zquez, volvi¨® a triunfar, y as¨ª se lo reconoci¨® el publico.
Fracaso sin paliativos del torero alicantino a pesar de las dos orejas cortadas al sexto toro.
Un toro artista del fallecido Juan Pedro Domecq impidi¨® la debacle del torero de Alicante.
De cualquier modo, este triunfo de ¨²ltima hora no puede ocultar que la encerrona de Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares en Sevilla ha sido un fracaso sin paliativos, una dolorosa decepci¨®n para sus muchos seguidores y la constataci¨®n de que este torero no est¨¢ capacitado para una gesta de estas caracter¨ªsticas.
Porque lo grave no es que no diera ni una sola vuelta al ruedo en los cinco primeros toros; que no fuera capaz de enjaretar una tanda airosa, que se comportara como un insufrible pinchauvas... Lo m¨¢s grave es que se le vio sin ideas, con la mente obnubilada, como un pegapases cualquiera. Ya es parad¨®jico que antes de que saliera el sexto la gran ovaci¨®n de la tarde y los sones de la m¨²sica se los hubieran ganado Juan Jos¨¦ Trujillo y Luis Bl¨¢zquez al banderillear magistralmente al toro de Victorino, un animal muy peligroso que se las hizo pasar canutas al jefe de filas. Fatigas de verdad pas¨® Manzanares con ese toro, con cara ani?ada, pero con malas ideas en las entra?as. Regate¨® con habilidad cuando intent¨® pararlo con el capote, fue un manso de libro en el caballo, se adue?¨® del ruedo; lo dominaba todo con la mirada y, en el tercio final, fue muy exigente y desarroll¨® un peligro enorme, con la cara siempre a media altura y el recuerdo permanente de lo que se dejaba atr¨¢s en cada embestida. Una papeleta. El torero se zaf¨® como pudo de los derrotes, lo mat¨® de mala manera, y seguro que no lo olvidar¨¢ en mucho tiempo.
Sevilla estaba dispuesta a sacar al alicantino por la Puerta del Pr¨ªncipe
Mal estuvo Manzanares con los dos primeros, suaves y nobles, a los que tore¨® muy despegado, a medio gas, como dormido, con las ideas poco claras y la muleta aburrida.
El cuarto fue un inv¨¢lido que debi¨® ser devuelto a los corrales, como ocurri¨® con el quinto. Pareci¨® que habr¨ªa resurrecci¨®n ante el sobrero, el mejor presentado de la corrida, pero solo una tanda, con la derecha y nada m¨¢s. Despu¨¦s llegar¨ªa el aliento de Sevilla y esas dos orejas que saben a poco, a muy poco; porque era mucho, demasiado, quiz¨¢, lo que se esperaba.
De cualquier modo, vaya desde aqu¨ª el respeto y la admiraci¨®n para quien es capaz de encerrarse con seis toros, aunque sean chicos, en La Maestranza y exponerse a la dura realidad del fracaso. Manzanares fue recibido con los honores de un pr¨ªncipe y se dej¨® la corona en el albero, Si es inteligente, que lo ser¨¢, aprender¨¢ esta lecci¨®n de humildad y, destronado, resurgir¨¢ como lo que es, un gran torero.
Cartel para hoy: toros despuntados para rejoneo de Ferm¨ªn Boh¨®rquez, para Diego Ventura, en solitario.
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