¡®The season¡¯, gran cr¨®nica ignorada
William Goldman eligi¨® Broadway y se sumergi¨® all¨ª durante la temporada 67-68
Se habla mucho, y merecidamente, de Gay Talese, de Tom Wolfe, de Hunter S. Thompson, de Joan Didion, y de otros fundadores del nuevo periodismo americano, pero muy poco del gran William Goldman, del que estos d¨ªas he estado releyendo esa fenomenal zambullida en el Broadway de los sesenta llamada The season. Me encantaban sus guiones, hab¨ªa devorado algunas de sus novelas (As¨ª no se trata a una dama, Marathon Man, La princesa prometida), disfrut¨¦ como un loco con Aventuras de un guionista en Hollywood y Nuevas aventuras de un guionista en Hollywood (gratitud eterna a Plot, aunque no se mataron con los t¨ªtulos) y cre¨ª que ah¨ª acababa su obra hasta que un d¨ªa, en una librer¨ªa de viejo de Nueva York descubr¨ª (?por cuatro d¨®lares!) una primera edici¨®n de The season,cuya existencia desconoc¨ªa por completo. Me qued¨¦ mudo, como si me encontrara ante una aventura ignorada de Tint¨ªn. ?Pero cu¨¢ndo hab¨ªa escrito aquello? Apareci¨® en 1969 (Harcourt, Brace & World) y se reedit¨® (Proscenium) en 1984. Y que yo sepa, est¨¢ in¨¦dito en Espa?a: a eso me refiero con lo de ¡°una gran cr¨®nica ignorada¡±.
Goldman eligi¨® Broadway como material de investigaci¨®n porque conoc¨ªa bien sus entresijos: su hermano James era el autor de El le¨®n en invierno (y, luego, del libreto de Follies) y juntos estrenaron varias obras a principios de los sesenta. Hab¨ªa pasado ocho a?os preparando Dos hombres y un destino y con los 400.000 d¨®lares que le pagaron por el guion se sumergi¨® en su tema durante 18 meses. ¡°Cubr¨ª¡±, cuenta, ¡°todos los espect¨¢culos de la temporada 67-68. Segu¨ª los preestrenos de Boston, New Haven y Washington. Vi cada funci¨®n m¨¢s de una vez y algunas hasta cinco veces. Habl¨¦ con todo el mundo, y cuando digo ¡®todo el mundo¡¯ es ¡®todo el mundo¡¯, veteran¨ªsimos y reci¨¦n llegados, operarios y protagonistas: calculo que hice unas 1.000 entrevistas, a raz¨®n de dos o tres por d¨ªa¡±. El resultado es el mejor libro que he le¨ªdo sobre Broadway, del mismo modo que los dos tomos de Aventuras son lo mejor que he le¨ªdo sobre Hollywood y la escritura de guiones.
Muchos se preguntar¨¢n a qui¨¦n puede interesar un libro sobre la escena neoyorquina de hace casi 50 a?os. De entrada, la prosa de Goldman es tan viva que resultar¨ªa apasionante aunque escribiera sobre una exposici¨®n de trilladoras en Montana. Hay textos mod¨¦licos, como el que abre el libro, un perfil de Judy Garland y sus admiradores a partir de su show en el Palace, espl¨¦ndidamente descrito. Por otro lado, los engranajes que mueven la m¨¢quina de Broadway no han cambiado tanto. Goldman te cuenta, paso a paso, como se arma una producci¨®n, desde el casting hasta el estreno; te introduce en el mundo de las grandes estrellas, los directores, los productores, el p¨²blico (o los p¨²blicos), los cr¨ªticos, el off. No se f¨ªa de lo que le cuentan: ya en el primer cap¨ªtulo revela como le minti¨® Harold Prince, a quien, por otra parte, respeta como productor. Analiza lo que ha funcionado y lo que no, y trata de rastrear las razones: un ejemplo de lo que llama ¡°the kiss of death production¡± (¡°la funci¨®n que lo tiene todo en contra para triunfar¡±) es, curiosamente, una obra espa?ola, El canto de la cigarra, de Alfonso Paso, traducida por William Layton y Agust¨ªn Pen¨®n.
El libro de William Goldman es el mejor que he le¨ªdo sobre Broadway
Es f¨¢cil no estar de acuerdo con Goldman en muchas cosas (a veces es tremendamente conservador) pero da lo mismo porque es claro, profundo, gracioso, sincero sin ser ofensivo y sabio sin mirarte por encima del hombro. Y un cr¨ªtico notable: gracias a su entusiasmo (y para citar un solo ejemplo) descubr¨ª A day at the death of Joe Egg, de Peter Nichols, que para mi sorpresa se hab¨ªa estrenado en Espa?a bajo el t¨ªtulo de La ni?a m¨¢s bonita del mundo. (Por cierto, si est¨¢n interesados, por YouTube corre, completa, la espl¨¦ndida versi¨®n que protagoniz¨® Eddie Izzard en Londres). Debo de haber le¨ªdo The season una media docena de veces, casi tantas como Act one, de Moss Hart, Broadway babies say goodnight, de Mark Steyn, o Mi vida, la monumental autobiograf¨ªa de Elia Kazan. No solo me gustan porque adoro el teatro, sino porque son libros formidables, rebosantes de vida. Y, en el caso de The season, una cumbre de la no ficci¨®n.
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