Agujeros
Con los datos de poblaci¨®n activa ya pasa como con el EGM de audiencias de radio y lectores de prensa. Cuando se hacen p¨²blicos los resultados, no hay m¨¢s que esperar a las interpretaciones de unos y otros para re¨ªr hasta la extenuaci¨®n. Se agradece que los responsables de cosas tan serias le pongan humor. As¨ª, cuando llega la secuencia de cifras lo que apreciamos es el equilibrismo contable. Es verdad que los datos del paro, por su matiz de tragedia humana, no invitan tanto a la chirigota, pero algunos se superan. Comienzan con eso de las tendencias, con la observaci¨®n de inercias positivas y las comparativas con el mes de marzo de vete t¨² a saber cu¨¢ndo y a se?alar el crecimiento de empleo en un cruce de caminos cercano a la casa de verano de un subsecretario, y es que no se puede uno resistir a echar la carcajada.
Encontrarle un lado positivo a la cifra de parados espa?ola es como apreciar lo hermoso del amanecer el d¨ªa de tu fusilamiento. Sea quien sea el portavoz que lo logra, desde aqu¨ª nuestra m¨¢s sincera felicitaci¨®n. Aunque una cosa es pensar en positivo y otra distinta es que para que algo sea positivo, tengamos que dejar de pensar. Ya se predijo que la reforma laboral era una f¨¢brica de desempleos, pero se trataba de abaratar el despido y hasta ah¨ª ha funcionado, pese a que ya hay jurisprudencia que empieza a frenar algunos excesos cometidos en plena euforia. Pero en los ¨²ltimos d¨ªas hemos asistido a un espect¨¢culo medi¨¢tico digno de reflexi¨®n.
Las ganas de llevarse una buena noticia a la boca invitaban a contar los datos macroecon¨®micos y la reducci¨®n de la prima de riesgo con tintes desmesurados. En numerosos medios se escuchaban los fuegos artificiales de fondo. Puede que el ministro De Guindos haya sido capaz de enderezar los desmanes financieros y ofrecer una cara m¨¢s s¨®lida a los mercados, pero sus colegas dedicados a la pol¨ªtica interior carecen de proyecto laboral ni b¨²squeda de desarrollo industrial con futuro. Regalan tan solo la consigna enfermiza de que si soplamos entre todos volvemos a hinchar la burbuja de la construcci¨®n. Pero soplar nunca da resultado con tantos agujeros.
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