Con todo su dolor, pap¨¢ Fitzgerald
Las cartas del autor de ¡®El gran Gatsby¡¯ a su ¨²nica hija se publican en espa?ol Las misivas revelan los anhelos y esperanzas del malogrado escritor
?Como tantos hijos de padres demasiado autodestructivos y complicados, Frances Scott Fitzgerald construy¨® una invisible red de seguridad entre su famoso progenitor y ella. No era falta de amor, muy al contrario, era simple instinto de supervivencia. La hija de uno de los escritores m¨¢s grandes y malogrados de la historia de la literatura pec¨® de frialdad como ¨²nica tabla de salvaci¨®n frente a los tormentos de su padre. No se le puede reprochar a la peque?a Scottie, o Scottina, como a veces la apodaba ¨¦l, la a?oranza infantil por una familia m¨¢s convencional. Tampoco, que fuera una chica ego¨ªsta. Ella misma lo reconoce con pesadumbre en el pr¨®logo a Cartas a mi hija (Alpha Decay): ¡°Comprend¨ª que s¨®lo hab¨ªa una manera de sobrevivir a su tragedia, y era ignorarla¡±.
El volumen re¨²ne por primera vez en espa?ol la correspondencia que Fitzgerald mantuvo con su ¨²nica descendiente, desde su primer campamento de verano hasta la universidad. Son, sencillamente, piezas tan sabias, delicadas y desnudas, escritas con tanto amor y compresi¨®n hacia ella, con tanta esperanza, que resultan desgarradoras. Como apunt¨® el escritor Malcolm Cowley en una entrevista a The New York Times, cuando Fitzgerald escribe a su hija en Vassar lo hace en el fondo a s¨ª mismo en Princeton, antes de que todo se echara fatalmente a perder y se derrumbara definitivamente. ¡°En la vida, solo creo en las recompensas por la virtud y en los castigos por no cumplir con tus obligaciones, que sin duda se pagan caros¡±, le escribi¨® el verano de 1933. ¡°?Le pedir¨¢s a la se?ora Tyson que te deje echar un vistazo a un soneto de Shakespeare donde se lee el verso ¡®El lirio que se pudre huele peor que la maleza?¡±.
¡°Cartas a mi hija est¨¢ traspasado de una urgencia y una magia que lo dotan de entidad independientemente de que uno sea o haya sido lector de la obra de Fitzgerald¡±, se?ala Ana S. Pareja, editora del libro. ¡°Salvando las distancias, es un testimonio equiparable a las Cartas a mi madre de Sylvia Plath, es apasionante por s¨ª mismo¡±. Frances Scott Fitzgerald, periodista y escritora que falleci¨® en 1986, se decidi¨® a publicar las misivas en 1965. Ten¨ªa 44 a?os, los mismos que su padre al morir. Un poco harta de escuchar las historias que todo el mundo ten¨ªa sobre ¨¦l decidi¨® contar la suya propia y desempolvar las cartas del caj¨®n donde las hab¨ªa arrinconado durante a?os. ¡°Cuando llegaban a Vassar, me limitaba a examinarlas en busca de cheques y nuevas y luego las met¨ªa en el caj¨®n inferior derecho. Ahora estoy orgullosa de haberlas conservado. Sab¨ªa que eran magn¨ªficas, y si las conserv¨¦ no fue, desde luego, por codicia, porque pap¨¢ era entonces un oscuro escritor sin blanca y nadie pod¨ªa imaginarse que El gran Gatsby se traducir¨ªa a 27 lenguas. Las guard¨¦ de la misma manera que uno guarda Guerra y paz para leerla en otro momento o Florencia para visitarla alg¨²n d¨ªa¡±.
Los peores a?os empezaron cuando Frances ten¨ªa 11 a?os. A su padre, escribe ella, ¡°el mundo se le empez¨® a venir encima¡± y comenz¨® a tomar forma lo que ¨¦l enunci¨® en su ensayo El Crack up, ese ¡°lento proceso de demolici¨®n¡± del que ya no escap¨® nunca. Mientras el alcohol y el fracaso empezaban a dar sus devastadores frutos, ¨¦l le escrib¨ªa amorosas cartas a su hija donde le regalaba consejos literarios (¡°si no logras descomponer un poco tu prosa, se quedar¨¢ en el nivel del periodista mal pagado¡±); la animaba a leer y escribir (¡°en un sentido literario, yo no te podr¨¦ ayudar m¨¢s all¨¢ de un determinado punto¡±); a construir un estilo (¡°no te habr¨ªa escrito esta carta tan larga si no hubiera atisbado, por debajo del sonsonete de tu cuento, algunas huellas de un ritmo aut¨¦ntico que tiene el sello de Scottina¡±); a que fuera una mujer atenta, (¡°el mundo, por lo general, no habita en playas ni en clubes de golf¡±); a que tuviese disciplina con sus estudios, al mismo tiempo que se mostraba tolerante con que ella prefiriese bailar, salir con chicos o pedirle dinero (¡°si no te haces a la idea, te convertir¨¢s en una de esas chicas que no saben si son millonarias o pobres de solemnidad. No eres ni lo uno ni lo otro¡±) y, finalmente, a que comprendiera la terrible tormenta que les acechaba. En una carta fechada en 1938, Fitzgerald le habla a su hija sobre su relaci¨®n con Zelda, sobre el error que fue casarse con ella, sobre el da?o que sin darse cuenta le ha causado: ¡°?Me har¨¢s el favor de leerte esta carta una segunda vez? Yo la reescrib¨ª dos veces¡±, le pide.
En la edici¨®n de Alpha Decay, el traductor, Albert Fuentes, ha creado un aparato de notas que en total incluye m¨¢s de 100 referencias que no est¨¢n en la edici¨®n norteamericana. Para ello, Fuentes ha contado tambi¨¦n con Lettere a Scottie, edici¨®n italiana de 2003 a cargo del especialista Massimo Bacigalupo, que incluy¨® 20 cartas in¨¦ditas del padre y muchas de la hija que no han visto la luz en Estados Unidos. ¡°Cuando conseguimos tener acceso a estas cartas, ya era demasiado tarde para incluirlas en nuestra edici¨®n¡±, explica Pareja. ¡°Pero ahora tambi¨¦n tenemos los derechos y puede que preparemos un peque?o volumen para ofrecer a los lectores en lengua castellana la otra cara de la historia¡±.
¡°Preoc¨²pate del coraje, de la higiene, de la eficacia¡±, le escribe en 1933
Scottie fue el personaje de uno de los mejores y m¨¢s tr¨¢gicos relatos de su padre, Regreso a Babilonia. Un exalcoh¨®lico regresa a Par¨ªs a por su hija abandonada, su redenci¨®n pasa por recuperarla, pero ella es ese horizonte de salvaci¨®n que de manera inexorable se le escapa. ¡°Alg¨²n d¨ªa volver¨ªa; no pod¨ªan condenarlo a estar pagando sus deudas eternamente. Pero quer¨ªa a su hija, y al margen de eso ninguna otra cosa le importaba¡±, se lee al final del cuento.
En su carta m¨¢s conocida, Fitzgerald le enumera a su hija (entonces a¨²n en edad escolar) una serie de cosas de las que debe preocuparse y de las que no. ¡°Preoc¨²pate del coraje, de la higiene, de la eficacia, de la equitaci¨®n... No te preocupes por la opini¨®n de los dem¨¢s, por las mu?ecas, por el pasado, por el futuro, por hacerte mayor, porque alguien te supere, por el triunfo, por el fracaso, por los mosquitos, por las moscas, por los insectos en general, por los padres, por los chicos, por las desilusiones, por los placeres, por las satisfacciones...¡±.
Quiz¨¢ por eso baste para terminar con hacer caso a la propia Scottie, que cierra su hermoso pr¨®logo tambi¨¦n con una recomendaci¨®n: ¡°Escuchen ahora atentamente a mi padre. Porque da buenos consejos y estoy segura de que, si no hubiera sido mi padre, a quien tanto am¨¦ como odi¨¦, ahora ser¨ªa la mujer m¨¢s cultivada, atractiva, exitosa e inmaculada sobre la faz de la Tierra¡±.
Babelia
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