La Stasi se cita con el escenario en Dresde
Ocho v¨ªctimas y un funcionario del servicio secreto recuerdan sus experiencias en 'Mi acta y yo' Tras vender todas las entradas en su estreno, la obra estar¨¢ en cartel hasta junio
Una vez m¨¢s Alemania se cita con una de esas oscuras etapas de su historia a la que no tiene miedo a enfrentarse. Y no, no se trata de los nazis, esta vez le toca el turno a la Rep¨²blica Democr¨¢tica de Alemania (RDA). En Mi acta y yo (Meine Akte und ich), ocho v¨ªctimas y un funcionario del Ministerio para la Seguridad del Estado (Ministerium f¨¹r die Staatssicherheit) toman el escenario de la Staatsschauspiel de Dresde para recordar sus experiencias con la Stasi.
La funci¨®n se enmarca dentro del proyecto Vidas paralelas: El siglo XX a trav¨¦s de la polic¨ªa secreta impulsado por el Festival Internacional de Teatro Divadeln¨¢ Nitra de Eslovaquia, en el que participan ocho pa¨ªses del antiguo bloque sovi¨¦tico. "Vendr¨¢n de Hungr¨ªa, Polonia, Ruman¨ªa y Chequia, entre otros. Yo me encargo de la parte alemana y soy el ¨²nico que ha sugerido trabajar con testigos de la ¨¦poca", explica desde el otro lado de la l¨ªnea telef¨®nica en alem¨¢n Clemens Bechtel (Heidelberg, Baden W¨¹rtemmberg, 1964), director de la obra, estrenada el domingo en Dresde.
La iniciativa pretende rescatar el papel del servicio secreto antes de 1989 dentro del ambicioso marco del festival que busca poner el foco sobre fen¨®menos sociales y la recuperaci¨®n de la memoria hist¨®rica. "Uno de los puntos clave del proyecto es que se abra un di¨¢logo entre v¨ªctimas y funcionarios o autores de cr¨ªmenes. Deseamos que 20 a?os despu¨¦s empiecen a sentarse juntos y promover el dialogo".
Los textos de la obra de 90 minutos de duraci¨®n se escribieron a partir de una serie de entrevistas con los protagonistas: cinco v¨ªctimas de la polic¨ªa secreta y tres que narran su historia desde la perspectiva de la Stasi. Entre ellos, se encuentra Gottfried Dutschke (Hainsberg, Turingia, 1945). Licenciado en Ciencias del Deporte y Biolog¨ªa, el alem¨¢n fue arrestado por ayudar a un grupo de amigos a huir de la RDA para reencontrase con familiares al otro lado. ¡°A mis hijos, mi mujer y conocidos ya lo han escuchado, pero se lo quer¨ªa contar a los j¨®venes. Hay gente que quiere acabar con estas vivencias pero debe haber memoria hist¨®rica. Esta gente a¨²n existe y podr¨ªa ser peligrosa¡±, apunta sin tapujos. Tras arrestar a uno de sus compa?eros de universidad en Praga, la Stasi encerr¨® a Dutschke dos a?os y medio en la c¨¢rcel de Gera, una localidad a 133 kil¨®metros al oeste de Dresde. ¡°Fue terrible. Mi mujer le dijo a mi hijo de 10 a?os que estaba en el hospital. No les hicieron nada pero estuvieron bajo vigilancia¡±. Junto a ¨¦l, opositores, ciudadanos de otros pa¨ªses del bloque e, incluso, alg¨²n exfuncionario formaban parte de una prisi¨®n en la que Dutschke fue tambi¨¦n castigado en una celda de aislamiento. ¡°Me metieron ah¨ª durante tres d¨ªas por negarme a salir a andar y contestar a un guardia. Fue horrible: sin luz, contacto humano y sin saber hasta cuando¡±.
El hist¨®rico encuentro no ha resultado, sin embargo, sencillo de organizar. ¡°Dar con v¨ªctimas que estuvieron en la c¨¢rcel o tuvieron malas experiencias es relativamente f¨¢cil pero, l¨®gicamente, es m¨¢s si uno ha tenido algo que ver con la Stasi. Est¨¢ estigmatizado, es una marca diferenciadora. Normalmente esa gente esconde su biograf¨ªa¡±, considera Bechtel. Entre las escasas personas presentes relacionadas con los funcionarios Evelin Ledig-Adam (Vogtland, Sajonia, 1955), evoca la experiencia de su primer marido. Bajista y violinista de profesi¨®n, ¨¦l confes¨® a su mujer haberse unido a la Stasi en 1984, dos semanas despu¨¦s de haber firmado el contrato. ¡°Se uni¨® para poder viajar y su trabajo consist¨ªa en informar sobre otros m¨²sicos. Por aquel entonces pens¨¦ que era una traici¨®n a los ideales. Ten¨ªa miedo de hablar de compa?eros y de si quer¨ªan ir a la Rep¨²blica Federal. Lo que nunca sabr¨¦ es si escribi¨® informes tambi¨¦n de m¨ª¡±, sospecha la antiguamente relaciones p¨²blicas de un teatro.
Mi acta y yo se suma as¨ª a la ya extensa memoria hist¨®rica de un pa¨ªs que, a pesar de saldar sus cuentas con la etapa comunista, ha ido a¨²n m¨¢s lejos en lo relativo a la ¨¦poca nazi. "Sobre ese periodo hay un verdadero di¨¢logo. De ni?os nos llevaron con el colegio al campo de concentraci¨®n de Buchenwald y a m¨ª me impact¨® profundamente. Es algo que no se olvida", comenta Ledig-Adam. "Despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial hubo m¨¢s juicios y castigos. Ahora, la gente ha viajado mucho, ha visto mundo, est¨¢n bien educados y a lo mejor ha llegado la fase de pensar", argumenta Dutschke. "Espero que la juventud conozca esto y no piensen solo en coches y cosas banales. Ser¨ªa triste y peligroso".
El r¨¦gimen de la RDA como protagonista en la cultura alemana
Entre los escritores quiz¨¢ fue Ronald M. Schernikau el que mantuvo una relaci¨®n m¨¢s estrafalaria con la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana (RDA): nacido en el Este en 1960, de ni?o pas¨® con su madre a la Rep¨²blica Federal escondido en un maletero. En Hannover se afiliar¨ªa al Partido Comunista y, todav¨ªa un escolar, escribir¨ªa una novela corta sobre un joven homosexual de provincias. Lo convirti¨® en una de las j¨®venes promesas literarias en alem¨¢n. Cuando todo el mundo daba por muerta (con raz¨®n) a la RDA, el escritor solicit¨® la nacionalidad de su pa¨ªs natal. Se instal¨® en Berl¨ªn oriental en 1989, apenas unas semanas antes de la ca¨ªda del Muro. Su libro de aquellos d¨ªas Die tage in l. (Los d¨ªas en L.) lleva el subtitulo "De c¨®mo la RDA y la RFA no se entender¨¢n nunca y menos a trav¨¦s de su literatura". Nunca se public¨® en el Este.
Schernikau muri¨® de algo relacionado con el SIDA en 1991, en la Alemania ya unificada. Hab¨ªa terminado su tremendo mamotreto sat¨ªrico y tr¨¢gico legende (Leyenda. Contiene episodios como "Una canci¨®n para Rostock", donde imagina una imposible victoria de la RDA en Eurovisi¨®n y la consiguiente organizaci¨®n del Festival en la ciudad norte?a de Rostock. No se public¨® hasta 1999.
En el teatro, que disfruta de gran popularidad en Alemania, ha llamado mucho la atenci¨®n la pieza de 2003 Zeit zu lieben, Zeit zu sterben (Tiempo de amar, tiempo de morir), escrita por Fritz Kater. Pone en las tablas escenas de la vida de varios j¨®venes de la RDA, entre nost¨¢lgicas y deprimentes.
La autopsia de sus reg¨ªmenes hist¨®ricos fracasados es uno de los temas principales en la cultura popular alemana. Hace d¨¦cadas que interpretar a un nazi en una gran producci¨®n sirve de trampol¨ªn internacional para actores de lengua alemana. Como segunda opci¨®n queda la RDA, cuyo abanico de personajes abarca desde el esp¨ªa noble de La vida de los otros (Florian Henckel von Donnersmarck, 2006) hasta la enternecedora comunista enferma de Good Bye, Lenin (2003), de Wolfgang Becker. El thriller sobre la polic¨ªa pol¨ªtica de la RDA y la comedia sobre la ca¨ªda del Muro fueron enormes ¨¦xitos internacionales. Menos conocida fuera, pero tambi¨¦n un ¨¦xito en Alemania, fue la comedia de Leander Haussmann Sonnenallee (1999). Desde que desapareci¨® en 1990, la RDA ha inspirado una largu¨ªsima lista de pel¨ªculas de cine y televisi¨®n.
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