¡°A veces es una tortura sentarme a escribir¡±
El escritor publica 'Restos humanos', sobre un periodista ficticio especialista en historias raras
Todos los d¨ªas, durante a?o y medio, Jordi Soler (Veracruz, 1963) escuch¨® la Misa Bruselense de Heinrich Ignaz Franz von Biber mientras escrib¨ªa Restos humanos (Mondadori). Esa m¨²sica instrumental barroca, a veces espiritual, a veces heroica, comenzaba a sonar a las cinco de la madrugada, hora en que el escritor inicia sus jornadas de trabajo, y se deten¨ªa hacia el mediod¨ªa. Con ese fondo sonoro, su obsesi¨®n era crear una "trama t¨ªpicamente hispana sobre la manera de entender o despreciar a Dios": el recorrido de un predicador por el mercado o el burdel de un barrio, en cualquier sitio de la geograf¨ªa iberoamericana.
Las p¨¢ginas de Restos humanos son la bit¨¢cora de un periodista especializado en historias exc¨¦ntricas que cuando comienza a seguir a ese "santo" sabe que est¨¢ ante una gran historia. Y, como toda buena historia, las cosas se complican a media que pasa el tiempo y se adentra en un universo esperp¨¦ntico. "Me parece que en el fondo de esta novela est¨¢ toda nuestra imaginer¨ªa. Y, quiz¨¢ por eso, me empe?¨¦ en utilizar una prosa nutrida de todas las formas de hablar espa?ol. Una prosa mestiza", dice el autor en el restaurante de un hotel madrile?o, donde lleva buena parte de la ma?ana recibiendo, uno tras otro, a los reporteros.
Siempre he tenido la inquietud de preguntarme por la tiran¨ªa de la mirada
Habla con soltura y no toca la cerveza y las patatas fritas que tiene enfrente, sobre la mesa. Detr¨¢s de sus delgadas gafas de pasta, Jordi Soler confiesa que quisiera tener m¨¢s facilidad para escribir. "Es que a los escritores nos cuesta mucho. M¨¢s que a alguien que no se dedica a esto. Porque tenemos una hiperconciencia del lenguaje. A veces es una tortura sentarme a escribir. Es muy complicado lograr que la novela parezca ligera, con humor, como esta".
Tan ins¨®lito como el protagonista es otro personaje. Se llama Childeberto, como un antiguo rey de los francos, y un d¨ªa le pide al predicador que le guarde un tupper con un ojo humano dentro. "Siempre he tenido la inquietud de preguntarme por la tiran¨ªa de la mirada: los ojos siempre ven hacia afuera y ser¨ªa muy valiosos que pudi¨¦ramos ver hacia adentro. A partir de eso nace Childeberto. Me interesaba crear un personaje al que se le iba el ojo. Yo tengo un t¨ªo al que le desaparece el ojo cuando se enfada. Le empieza a vibrar y, de pronto, se le queda en blanco. Pues ese rasgo siempre lo hab¨ªa querido utilizar y hasta ahora no pude hacerlo".
No es la primera vez que Soler se ocupa de lo curioso y lo extravagante. En 2011 public¨® Salvador Dal¨ª y la m¨¢s inquietante de las chicas ye-y¨¦ (Mondadori), un conjunto de hilarantes perfiles que inclu¨ªa a gente como el g¨¢nster Al Capone o Luc¨ªa Z¨¢rate, "la enana mexicana m¨¢s c¨¦lebre de la historia". "He notado que mi experiencia en el periodismo me ayuda much¨ªsimo. Sobre todo ahora con Restos humanos. Pero soy un periodista defectuoso o hasta p¨¦simo. Porque siempre tiendo a redondear o a hermosear la realidad o a llevarla hacia donde a m¨ª me gustar¨ªa. Quiz¨¢ por eso eleg¨ª a un periodista como narrador de esta novela. Porque es mi ¨²nica oportunidad de ser un buen periodista".
Junto a otros escritores como Eduardo Lago o Enrique Vila-Matas, Soler es un caballero miembro de la Orden del Finnegans, creada para venerar el Ulises de James Joyce. Cada 16 de junio, sin falta, acude a Dubl¨ªn para leer alg¨²n fragmento (en espa?ol) de la novela y recorrer los sitios que le sirven de escenario. "Los caballeros vamos caminando con m¨¢s seguridad por el mundo porque somos caballeros. Todo es bastante literario, pero luego tiene su tajada de realidad. Ahora vamos a publicar un libro que se llama Lo desorden, con relatos de la infancia de cada miembro de la orden. En mi texto cuento c¨®mo mi hermano y yo ¨¦ramos ni?os de la selva en Veracruz (M¨¦xico). Digo, pues, c¨®mo ese ni?o de la selva acaba como un caballero que escribe libros. Porque la vida es as¨ª".
Babelia
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