Una tarde fresca y fr¨ªa
La tarde de altos vuelos de la novillada de la Maestranza qued¨® en un quiero y no puedo
Acert¨® la previsi¨®n meteorol¨®gica, y del calor sofocante de las tardes de feria se pas¨® al fr¨ªo invernal tan impropio por estas tierras en fechas como las actuales. Pero las bajas temperaturas se mitigan con ropa de abrigo; lo que tiene dif¨ªcil arreglo es cuando el fr¨ªo se instala en el ruedo y todo lo que all¨ª sucede no hay manera de calentarlo. Algo de eso ocurri¨® ayer en la Maestranza, en la que estaban anunciados tres novilleros de post¨ªn con novillos de alta alcurnia ganadera, y lo que se presagiaba como tarde de altos vuelos qued¨®, al final, en un quiero y no puedo de extra?a explicaci¨®n. O no, seg¨²n se mire.
Lo normal ser¨ªa culpar a los novillos, que no pueden defenderse una vez que van camino de la plaza de abastos. Lo normal ¨Cque es verdad¨C ser¨ªa decir que eran de estampa enjuta, de fuerzas muy justas, de bondad infinita y algunos de excelsa calidad, junto a otros de soser¨ªa innata o invalidez manifiesta. Y estos novillos presentan una gran dificultad: que hay que ser muy buen torero para destacar delante de ellos; y no es que no lo sean los tres chavales de ayer. El problema radica, mejor, en que los novillotes eran tan buenos y de tan almibarada embestida, que no se daban a respetar. Para ser toro hay que demostrar algo de fiereza y de codicia. Hay que dar miedo, vamos. Y la novillada de ayer parec¨ªa de juguete.
DEL CUVILLO / ORTEGA, ROM?N, DE G?NGORA
Cinco novillos de N¨²?ez del Cuvillo, chicos, blandos y muy nobles; el tercero, de Fuente Rey, soso.
Juan Ortega: estocada baja (ovaci¨®n); pinchazo, pinchazo hondo y un descabello (ovaci¨®n).
Rom¨¢n: pinchazo, estocada baja, un descabello y el novillo se echa (ovaci¨®n); estocada ¨Caviso¨C y un descabello (silencio).
Lama de G¨®ngora: estocada (palmas); media, un descabello, ¨Caviso¨C ocho descabellos y el novillo se echa (silencio).
Plaza de la Maestranza. 28 de abril. Novillada de abono. Tres cuartos de entrada.
De hecho, la Maestranza no se despert¨® hasta que Lama de G¨®ngora dibuj¨® un quite por garbosas chicuelinas en el segundo de la tarde. Ya hab¨ªa matado el primero Juan Ortega, un joven prometedor, con planta de torero, experimentado para mayores empresas, que no lleg¨® a acoplarse con un becerro excesivamente bondadoso y al que cit¨® siempre con el pico de la muleta. De tal modo es ardua tarea emocionar a nadie. El cuarto fue un inv¨¢lido, soso y deslucido que no le permiti¨® m¨¢s que estar con ganas de agradar.
Algo parecido le ocurri¨® a Rom¨¢n, que derroch¨® seguridad y conocimiento, y le falt¨® exquisitez para destacar ante el muy bonancible segundo, un jabonero al que mulete¨® siempre con la suerte descargada y en l¨ªnea recta, sin posibilidad de que su labor llegara a los tendidos. No tuvo opciones ante el quinto, muy soso y descastado, al que recibi¨® con dos largas afaroladas de rodillas en el tercio.
El m¨¢s esperado por los sevillanos era Lama de G¨®ngora, que concita todas las esperanzas de los amantes de la torer¨ªa hecha arte. Y a fe que el muchacho tiene maneras y un gusto excelente. Recibi¨® a su primero con una larga cambiada de rodillas en los medios, y no hubo m¨¢s porque el animal sali¨® suelto. La faena de muleta no alcanz¨® el nivel esperado porque la embestida era corta y sosa, el novillero insist¨ªa una y otra vez con la suerte descargada, y toda su labor careci¨® de ¨¢ngel. El sexto, otro jabonero de bonitas hechuras, se dio dos costaladas en los primeros compases de la lidia y qued¨® muy mermado de fuerzas. Destac¨® su enorme calidad, pero no pod¨ªa mantenerse en pie. Aun as¨ª, Lama lo cuid¨®, lo mim¨® y alg¨²n muletazo tuvo hondura. Como en esta tierra somos exagerados, la banda rompi¨® a tocar como si la lidia de un moribundo mereciera tal honor. Lama se ejercit¨® para cuando le toque un novillo de verdad y muchos jalearon sus buenos detalles. Todo fue de m¨¢s a menos hasta que la m¨²sica comprendi¨® el sinsentido de sus notas.
Babelia
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