Aqu¨ª Alicia, aqu¨ª Peter Pan
Para el gran p¨²blico, el americano John Logan es m¨¢s conocido como guionista (desde Gladiator hasta Skyfall, entre muchas otras), pero comenz¨® como dramaturgo y el teatro sigue siendo su gran pasi¨®n. Ha escrito sobre el caso de Leopold y Loeb (Never the Sinner, 1998), sobre el secuestro del hijo de Lindbergh (Hauptmann, 2005), y sobre la ordal¨ªa humana y art¨ªstica de Mark Rothko (Red, 2009, que Michael Grandage dirigi¨® en la londinense Donmar Warehouse, y al a?o siguiente se llev¨® siete Tonys en Broadway), pero su m¨¢s reciente ¨¦xito es Peter and Alice, actualmente en el Noel Coward Theatre, en el West End, que he le¨ªdo esta semana. La funci¨®n nace del encuentro real entre Alicia Liddell Hargreaves, que inspir¨® Alicia en el Pa¨ªs de las Maravillas, y Peter Llewellyn Davies, presunto modelo del Peter Pan de James Barrie. El encuentro tuvo lugar en 1932, en la librer¨ªa Bumpus de Oxford Street, donde se inauguraba una exposici¨®n sobre Lewis Carroll: Alice Liddell ten¨ªa entonces 80 a?os; Peter Davis, 35.
Los protagonistas son la veteran¨ªsima Judi Dench y Ben Whishaw, el admirable Ricardo II de The Hollow Crown (o, si prefieren, M y Q en Skyfall). John Logan imagina a la se?ora Liddell como una anciana arruinada y l¨²cida que evoca con infinita nostalgia y gratitud sus encuentros con Lewis Carroll: ¡°Yo desaparecer¨¦ pronto¡±, dice, ¡°y nadie se acordar¨¢ de m¨ª, pero todos recordar¨¢n a Alicia¡±. Peter Davis, por el contrario, es un hombre depresivo, alcoh¨®lico, traumatizado por la guerra y un rosario de tragedias familiares, al que, por llamarse igual que el personaje y ser uno de los ahijados del autor del libro, todos identifican con Peter Pan. Carga con ese peso y con la culpa secreta de ser un usurpador: ¡°El verdadero Peter¡±, cuenta, ¡°era mi hermano Michael, el m¨¢s brillante, el m¨¢s audaz, al que el t¨ªo Jim m¨¢s quer¨ªa, y que se suicid¨® a los 20 a?os¡±. El t¨ªo Jim es, naturalmente, James Barrie, que se hace cargo de los cinco hermanos Davies tras la muerte de sus padres, una historia que ha inspirado novelas como Jardines de Kensington, de Rodrigo Fres¨¢n, o la serie de la BBC The lost boys (1978). El doble perfil de la anciana se?ora Liddell y la peque?a Alicia fascinada por Lewis Carroll no est¨¢ lejos, por otra parte, del retrato trazado por Dennis Potter en la memorable Dreamchild (1985), de Gavin Millar.
De repente (y a esa constelaci¨®n se une ahora La desaparici¨®n de Wendy, de Benet i Jornet), las paredes de la librer¨ªa se difuminan y el escenario se convierte en un teatro de juguete, un cruce entre el Pa¨ªs de las Maravillas y el Pa¨ªs de Nunca Jam¨¢s al que acuden, convocados por la memoria, los fantasmas de Carroll y Barrie; de Michael Davies, el hermano muerto, y de Reggie Hargreaves, el marido de la se?ora Liddell y, c¨®mo no, de las propias criaturas de ficci¨®n, Alicia y Peter Pan, convertidos en sombra y conciencia de los protagonistas. ¡°?Nunca entender¨¦ a los adultos!¡±, se dicen: ¡°Cuando son felices desean estar tristes. Nunca ¡®aqu¨ª¡¯ y ¡®ahora¡¯, siempre ¡®all¨ª¡¯ y ¡®luego¡¯. Siempre mirando el reloj o mirando por encima del hombro; tiempo para esto y lo otro, pero nunca tiempo para proclamar: ¡®Aqu¨ª estamos ?no es maravilloso?¡±.
John Logan no ve pedofilia en Barrie ni en Carroll (y esto es una agradecida novedad), sino una compartida y terrible obsesi¨®n por fijar eternamente a sus ni?os (y ni?as) en una infancia eterna. ¡°En el mundo adulto¡±, le dice Lewis Carroll a Alicia, ¡°no hay espacio para tardes doradas ni para gatos de Cheshire: yo vivo all¨ª y lo s¨¦. Pero t¨² est¨¢s aqu¨ª, y estar¨¢s siempre en esta fotograf¨ªa que comienza a revelarse, y en la historia que estoy escribiendo. Y aqu¨ª nunca estar¨¢s sola y nunca te romper¨¢n el coraz¨®n¡±. Alicia creci¨®, nos cuenta en un hermoso mon¨®logo la se?ora Liddell, y conoci¨® el amor y la felicidad, y tambi¨¦n el atroz dolor de perder a sus hijos en la guerra, pero sigui¨® adelante, abrazando su vida entera. Peter Lewellyn Davies, como es sabido, no logr¨® escapar de los fantasmas de su pasado, y se suicid¨® en la estaci¨®n de metro de Sloane Square.
Algunos cr¨ªticos han calificado Peter and Alice de ¡°excesivamente literaria¡±. A m¨ª me ha encantado en el sentido literal del t¨¦rmino: me parece un texto absorbente, de estructura casi poem¨¢tica, conmovedor y hermosamente escrito. Tengo muchas ganas de verlo representado.
Babelia
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