Resignaci¨®n
Se especula sobre si en la comparecencia del presidente Rajoy, m¨¢s que pedir paciencia a los espa?oles ante la crisis econ¨®mica, lo que quer¨ªa pedir era resignaci¨®n. A veces se produce un corrimiento de tierras entre esas palabras. Ambas nacen de un mismo esfuerzo de aplazamiento, pero la paciencia incluye el anhelo y la resignaci¨®n concluye en entrega. Aunque bastantes problemas tiene el presidente como para que andemos sac¨¢ndole punta a sus palabras y bastantes problemas tienen los ciudadanos como para andarse con diccionarios. Conviene, sin embargo, observar la distinci¨®n, a cuenta del ¨²ltimo programa de Jordi ?vole, centrado sobre el accidente del metro de Valencia que le cost¨® la vida a 43 personas en julio del a?o 2006.
?Aunque algunos reportajes de calidad y un futuro documental llamado Cero responsables mantienen viva la curiosidad, a los familiares de las v¨ªctimas se les exigi¨® resignaci¨®n. El olvido se pos¨® con urgencia sobre una tragedia que sucedi¨® cinco d¨ªas antes de la visita del papa Benedicto. Visita que ha dado para un pliego a cuenta de la presunta estafa G¨¹rtel en su sonorizaci¨®n y organizaci¨®n. Igual que existen espacios de tr¨¢nsito conocidos como no lugares, podr¨ªamos definir la instrucci¨®n de ese caso como un no juicio. Los no juicios implican resignaci¨®n. Aqu¨ª aderezada con una comparecencia parlamentaria ensayada y guionizada por una agencia de comunicaci¨®n para concluir en la ausencia de responsabilidades, m¨¢s all¨¢ de cargarle al conductor toda la culpa, el pago de indemnizaciones y las bocas cerradas.
A ?vole le sali¨® pura televisi¨®n. Esa cosa rara e inhabitual. Con calidad en los silencios y la luz, las preguntas y las dudas. Y de nuevo la incomparecencia se convirti¨® en verdadera protagonista. En este caso con el escaqueo del actual presidente de las Cortes valencianas, Juan Cotino, primero con una evasi¨®n telef¨®nica tan improbable como delirante, y despu¨¦s con una fuga muda impropia de un cargo p¨²blico. Los seguidores del programa, tanto en la Red como en antena, a¨²n se pellizcan, pese a que el asombro es nuestro pan de cada d¨ªa. Salvados va a terminar por tener el nombre de programa m¨¢s adecuado, obligados como estamos a encontrar respuestas en el m¨¢s all¨¢, porque en el m¨¢s ac¨¢ solo nos quieren esclavos de la resignaci¨®n.
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