Una recidiva y un recinto ominoso
A menos que se produzca un milagro, la pr¨®xima feria L¨ªber se celebrar¨¢ en el Madrid Arena Al jazz dedica Eric Hobsbawm un tercio de su estupenda recopilaci¨®n 'Gente poco corriente'
Se equivoc¨® el maestro. A veces las cosas reincidentes no aparecen la primera vez como tragedia y la segunda como farsa, sino en ambas ocasiones como tonter¨ªa. Y es que hay asuntos que (se) repiten m¨¢s que el alioli. Ah¨ª tienen, por ejemplo, esa reedici¨®n de Todas putas (Rey Lear), el libro de relatos de Hern¨¢n Migoya que caus¨® tremendo alboroto cuando apareci¨® hace ahora diez a?itos (que han transcurrido repletos de tragedias y farsas, pero tambi¨¦n de tonter¨ªas). A lo mejor lo recuerdan: lo public¨® Ediciones del Cobre, cuya directora, Miriam Tey, hab¨ªa sido pol¨ªticamente abducida por Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, que la hab¨ªa colocado al frente del Instituto de la Mujer, donde estaba cuando estall¨® el esc¨¢ndalo. S¨ª, ya veo que se acuerdan. Eran tiempos de campa?a electoral municipal y auton¨®mica y se arm¨® la marimorena a cuenta de lo que algunas y algunos consideraron ¡°apolog¨ªa de la violaci¨®n¡±. El subid¨®n de cabreo fue tan may¨²sculo que los del PP, aquejados de un ataque de correcci¨®n pol¨ªtica no menor al de sus adversarios, dejaron sola a la se?ora Tey, una respetable editora (hab¨ªa fundado El Bronce y, m¨¢s tarde, El Cobre, dos sellos en los que se prestaba especial atenci¨®n a literaturas no eurocentradas), que hab¨ªa sucumbido a la debilidad de dejarse convencer por el poder y el coche oficial. Insisto: la proximidad de las elecciones fue un dato fundamental en la virulencia del pifostio medi¨¢tico, ya revuelto, y con mucho m¨¢s motivo, por el asunto del Prestige. A un lado se acusaba a la directora ¡ªy al Gobierno¡ª de machismo, sexismo, insensibilidad, etc¨¦tera: no olvidemos que la cifra de asesinatos de mujeres a manos de maridos y amantes ya formaba parte de nuestro cotidiano palmar¨¦s de horror. Y, al otro, se reprochaba a los cr¨ªticos pulsiones liberticidas hacia la creaci¨®n literaria. Al trapo del impostado debate acudimos casi todos, igual que esas mariposas heter¨®ceras que se golpean una y otra vez contra la l¨¢mpara en las t¨®rridas noches estivales en que ustedes ¡ªmis queridos improbables¡ª y yo descansamos en el porche de nuestros hogares, tras haber acudido a uno de los bailes del gobernador de Misisipi. La se?ora Tey cometi¨® el error de aceptar la retirada del libro a cambio de seguir en la poltronilla (quiz¨¢s Aznar volvi¨® a convencerla en la intimidad telef¨®nica), lo que no calm¨® a casi nadie. Y, luego, tras los fuegos artificiales, Leteo hizo su trabajo y todo fue olvid¨¢ndose. He repasado sucintamente la hemeroteca de entonces y el rubor amenaza con dejarme cicatrices en el rostro. Y ahora que aquel pat¨¦tico episodio ha pasado a breve nota a pie de p¨¢gina, he vuelto a releer en diagonal los relatos de aquel libro, reafirm¨¢ndome en mi juicio de entonces. Se lo resumo: ¡°Lo verdaderamente pavoroso de todo este asuntejo es que a prop¨®sito de esa colecci¨®n de cuentos mediocres y prescindibles se haya montado semejante quilombo (¡)¡±. Por lo dem¨¢s, insisto: hay cosas que se repiten, como el alioli. ?Quieren un ejemplo? Ah¨ª va: este libro ya lo hab¨ªa encestado antes.
Jazz
Una de las pocas cosas que le alivian al pobre Antoine Roquentin, el diarista de La n¨¢usea, las cotidianas zozobras de su ser contingente es el jazz. Bueno, no exactamente: lo que le gusta es lo que le suena a jazz. Lo que escucha Roquentin y le sirve de b¨¢lsamo es, por cierto, Some of These Days, interpretada por Sophie Tucker (si tienen curiosidad pueden escucharla en YouTube), una bonita canci¨®n la mar de jazzy. Me he acordado de ella hojeando Jazz, Nueva York en los locos a?os veinte, de Robert Nippoldt y Hans-J¨¹rgen Schaal, uno de esos vol¨²menes de escasa lectura, pero que quedan tan bien sobre la mesita baja del sal¨®n y en cuya producci¨®n el sello de Benedikt Taschen ha logrado merecida fama. El libro, bien ilustrado (por Nippoldt) y acompa?ado de un ced¨¦ que re¨²ne composiciones de muchos de los grandes pioneros, pasa revista a la peripecia neoyorquina de m¨²sicos emigrados a la gran urbe del norte que encontraron en el Harlem renacido de los veinte el nicho adecuado para desarrollar su estilo: desde Jelly Roll Morton o Fats Waller a cl¨¢sicos inmortales como Hawkins, Armstrong, Goodman, Ellington, Bechet. Al jazz era tambi¨¦n muy aficionado el gran historiador Eric Hobsbawm (1917-2012), que dedica un tercio de su estupenda recopilaci¨®n Gente poco corriente (reeditada por Cr¨ªtica) a ese tipo de m¨²sica, ¡°una de las pocas manifestaciones de las artes mayores cuyas ra¨ªces est¨¢n en las vidas de la gente pobre¡±. Tanto si son aficionados al jazz como si lo que les gusta es la prosa de uno de los maestros de la portentosa tradici¨®n brit¨¢nica de la historia narrativa, les recomiendo los art¨ªculos que dedica a Count Basie, Ellington o a la llegada del jazz a Europa.
Hoteles
Leo en Plano americano (Universidad Diego Portales), antolog¨ªa de perfiles y entrevistas de la reportera Leila Guerriero, unas declaraciones de Hebe Uhart (1936) ¡ªcuyo libro Visto y o¨ªdo (ediciones de Adriana Hidalgo) recomiendo a todos los viajeros¡ª, en las que la estupenda (y entre nosotros poco conocida) escritora argentina se refiere a los hoteles que prefiere: ¡°A m¨ª me gustan de tres estrellas, no m¨¢s. El otro d¨ªa la editorial me mand¨® a uno de C¨®rdoba, que era de cuatro, y hab¨ªa un tipo abri¨¦ndote la puerta. No me gusta eso. Ya le dije a la editorial que la pr¨®xima vez me manden a uno de tres¡±. Ya ven: el sue?o del departamento de mercadotecnia de cualquier editorial espa?ola. Sobre todo ahora, cuando, para ahorrar, hasta las patatas fritas y el vino (¡°espa?ol¡±) han sido extraditados de las presentaciones de libros, otra p¨¦rdida irreparable de nuestro miserable Zeitgeist.
Ahorro
Mi topo en el Ayuntamiento me sopla que, a menos que se produzca un milagro en forma de lluvia de euromillones, la pr¨®xima feria L¨ªber se celebrar¨¢ en (?atenci¨®n!) el Madrid Arena, de ominoso recuerdo. Si lo que se pretende es lanzar otro torpedillo contra la un tanto extravagante y bic¨¦fala (dos sedes que se alternan, Madrid y Barcelona, para que nadie se enfade) feria profesional espa?ola, la ocurrencia no est¨¢ mal. En la p¨¢gina web de la Federaci¨®n de Editores se silencia ladinamente la movida, pero mi topo insiste en que las vacas gordas son especie extinguida y que ya no hay pelas para pagar a IFEMA. De modo que, al final, el gato al agua se lo va a llevar Madrid Arena, cuyo ¡°recinto multiusos¡± (vale para un roto y un descosido), por cierto, fue construido sobre el espacio del antiguo Rock¨®dromo de la Casa de Campo, muy cerquita del lago donde podr¨ªa ahogarse el mencionado felino. Mi topo a?ade que, a menos que alguien se ponga las pilas a la velocidad del rayo, el lugar carece de las infraestructuras que requiere un evento como L¨ªber, de modo que algunos editores ya han manifestado su preocupaci¨®n. En cuanto al p¨²blico general, la feria nunca movi¨® a demasiado (algo m¨¢s en Montju?c que en el Campo de las Naciones), de modo que no hay que preocuparse demasiado. Por lo dem¨¢s, espero que, de celebrarse all¨ª el evento, a ning¨²n feriante se le ocurra encender bengalas para mostrar su alegr¨ªa por la marcha del negocio.
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