Introspecci¨®n en palacio
El Palazzo Grassi da carta blanca a Rudolf Stingel para que intervenga en la totalidad de su espacio
Es la quinta vez que Rudolf Stingel (Merano, Italia, 1956) expone en el Palazzo Grassi desde 2006. Pero no por esa familiaridad con el palacio dise?ado por Giorgio Massari, hoy sede de la Fundaci¨®n Fran?ois Pinault, se ha comportado como un expansivo anfitri¨®n. Al contrario. ¡°El artista quer¨ªa estar presente muy discretamente¡±. Ese es el comentario que los organizadores de la exposici¨®n monogr¨¢fica Rudolf Stingel, la primera en la que un artista ocupa la totalidad del edificio ¡ªes decir, el atrio y sus dos plantas superiores¡ª, pronuncian una y otra vez cuando se detienen frente a un autorretrato del italiano realizado en su habitual paleta de grises. En la grandiosidad del atrio del palazzo, el ¨²ltimo que se levant¨® en Venecia antes de la ca¨ªda de la Seren¨ªsima Rep¨²blica, guarecido entre dos columnas, el lienzo est¨¢ tenuemente iluminado y en ¨¦l Rudolf Stingel no mira al frente sino hacia el canal, con expresi¨®n melanc¨®lica. El pintor s¨ª est¨¢ presente en una jornada primaveral en la que se ultima la inminente inauguraci¨®n de la muestra. Charla con los responsables del montaje, pero ha advertido de que no tiene nada que decir a la prensa. Stingel es un hombre de poche parole, repiten. Prefiere que sea su arte el que hable por ¨¦l. ¡°Te brinda libertad absoluta para interpretar, por eso creo que es un gran artista¡±, asegura Elena Geuna, comisaria de la exposici¨®n.
La alfombra es un elemento recurrente en Rudolf Stingel: le sirve para alterar la tradicional bidimensionalidad de la pintura
En 1991 Stingel expuso por primera vez en Estados Unidos. Ten¨ªa 35 a?os y acababa de instalarse en Nueva York ¡ªhoy vive y trabaja entre esta ciudad y su Merano natal¡ª. En una exposici¨®n que muchos cr¨ªticos recuerdan como una de las mejores del a?o, Stingel cubri¨® el suelo con una moqueta de vibrante color naranja que proyectaba un resplandor ros¨¢ceo sobre las paredes desnudas de la galer¨ªa Daniel Newburg de Manhattan. Dos a?os despu¨¦s el artista forrar¨ªa los muros del Arsenale durante la Bienal de Venecia con una obra similar: una tupida alfombra naranja que invitaba a ser acariciada por los visitantes. Cualquiera pod¨ªa dejar su huella en la obra de arte. ¡°A los artistas siempre se nos acusa de ser decorativos. Quer¨ªa situarme en el extremo¡±, justificar¨ªa Stingel a?os m¨¢s tarde.
Desde entonces las alfombras son un elemento recurrente en su trayectoria: se sirve de ellas para alterar la tradicional bidimensionalidad de la pintura y ofrecer al espectador una ¡°experiencia visual y t¨¢ctil ¨²nica¡±, en palabras de Martin Bethenod, director del Palazzo Grassi. Un total de 7.500 metros de alfombra han sido necesarios para tapizar los suelos y paredes ¡ªhasta el ascensor est¨¢ enmoquetado¡ª del majestuoso edificio restaurado por Tadao Ando que, afirman quienes lo visitan a diario, parece a¨²n m¨¢s grande ¡ªtiene una superficie de 5.000 metros cuadrados¡ª desde que luce la piel granate de Stingel. En esta ocasi¨®n, el artista ha elegido un estampado oriental que, en opini¨®n de Geuna, responde a un doble objetivo: ¡°Celebrar la historia milenaria de Venecia y evocar a Sigmund Freud¡±. El padre del psicoan¨¢lisis pose¨ªa una gran colecci¨®n de alfombras orientales que revest¨ªan el suelo y los muebles de su estudio ¡ªsobre el c¨¦lebre div¨¢n en el que reposaban sus pacientes se extend¨ªa una alfombra iran¨ª¡ª. Para la comisaria, que ha dedicado dos a?os de trabajo a la preparaci¨®n de la muestra, Freud es clave para interpretar la instalaci¨®n de Stingel: ¡°En la primera planta est¨¢ el inconsciente; en la segunda, los demonios¡±.
En ambas plantas se sucede la treintena de obras, en su mayor¨ªa fechadas entre 2009 y 2012, que Stingel cre¨® en sus estudios de Merano y Nueva York para su exposici¨®n en el Palazzo Grassi. En ellas se alterna la abstracci¨®n y la figuraci¨®n. En la primera, un piso de espacios abiertos, cuelgan luminosas obras abstractas de medio y gran formato. En 1961, el artista Lucio Fontana expuso en el mismo Palazzo Grassi ¡ªpor entonces el Centro Internazionale delle Arti e del Costume¡ª una veintena de lienzos sobre Venecia con los que el artista trat¨® de capturar la belleza de la ciudad. Y como hiciera Fontana, medio siglo despu¨¦s Stingel pretende ¡°ofrecer una interpretaci¨®n introspectiva de Venecia con la milenaria estratificaci¨®n de su historia y sus tesoros arquitect¨®nicos y art¨ªsticos¡±, se?ala Geuna. La excepci¨®n de la planta es un retrato del escultor Franz West, fallecido el a?o pasado. ¡°Yo entiendo que la presencia del austriaco es un homenaje que Stingel hace a su amigo, pero insisto en que ¨¦l huye de las explicaciones¡±.
En la segunda planta se encuentran los demonios del italiano: retratos figurativos en blanco y negro de esculturas religiosas que Stingel extrajo de libros. Los cuadros, de peque?o formato, se pierden en la imponente alfombra de apariencia gastada ¡ªpor petici¨®n del artista, que buscaba que reflejase el paso del tiempo¡ª y la disposici¨®n laber¨ªntica de las salas. Rudolf Stingel es un viaje introspectivo, que empieza en la abstracci¨®n y termina en la figuraci¨®n. Tambi¨¦n, sugiere Bethenod: ¡°Un espacio meditativo para que el espectador encuentre la paz en el revuelo de la Bienal de Venecia¡±.
Rudolf Stingel. Palazzo Grassi-Fran?ois Pinault Foundation. Campo San Samuele, 3231. Venecia. Hasta el 31 de diciembre. La Bienal de Venecia se inaugura el pr¨®ximo 1 de junio.
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