¡°Es perverso y est¨²pido permitir que el 27% de la sociedad est¨¦ en paro¡±
El bi¨®grafo por excelencia de John Maynard Keynes comparte con el economista la filosof¨ªa general sobre la vida y sobre la econom¨ªa
Robert Skidelsky (Manchuria, China, 1939) es mucho m¨¢s que el bi¨®grafo por excelencia del economista John Maynard Keynes. Es un gran humanista que no ha perdido un ¨¢pice de curiosidad. Cuando la grabadora se apaga, pregunta sobre la situaci¨®n de Espa?a, c¨®mo lo est¨¢ haciendo el gobierno y el papel de la Iglesia en la crisis. ¡°En Reino Unido, la iglesia ha recuperado mucha autoridad moral con esta crisis. Ha criticado con dureza al gobierno por permitir que el desempleo escalara de forma imparable y lo cierto es que necesitamos recuperar referentes morales y ah¨ª la Iglesia puede desempe?ar un papel muy importante. ?Ha pasado lo mismo en Espa?a?¡±, pregunta sin doblez.
Skidelsky ha venido a Madrid a promocionar su principal obra, que publica RBA. 1.366 p¨¢ginas en las que condensa la esencia de uno de los economistas m¨¢s brillantes e influyentes de la historia, con quien comparte, seg¨²n sus propias palabras, la filosof¨ªa general sobre la vida y sobre la econom¨ªa. ¡°Al conocerle tan bien como le conozco el reto es imaginar c¨®mo ¨¦l habr¨ªa cambiado en este tiempo y c¨®mo lo habr¨ªan hecho sus ideas, dadas las circunstancias¡±. Lamentablemente, algunas cosas no han cambiado tanto y Skidelsky hace suyos los postulados de Keynes.
¡°Admiro mucho su humanidad y su indignaci¨®n contra las mentiras pol¨ªticas porque cre¨ªa firmemente que los pol¨ªticos deb¨ªan decir la verdad a la gente. Y, por encima de todo, su ira contra el desempleo. Aseguraba que era tan perverso como est¨²pido permitir que hubiera desempleo. Y creo que es verdad. Creo que es perverso que el gobierno espa?ol permita que el 27% de su poblaci¨®n est¨¦ desempleada y es perverso que el 50% de los j¨®venes no tenga empleo. Y es tambi¨¦n est¨²pido porque no hay necesidad de que as¨ª sea¡±, concluye.
La gran haza?a de Skidelsky fue separar al mito de la persona real, en un momento en el que las biograf¨ªas ignoraban la vida privada de los personajes. Con Keynes, si cabe, es a¨²n m¨¢s dif¨ªcil separar al economista de la persona, sostiene el profesor de la Universidad de Warwick. ¡°Sus ideas econ¨®micas eran parte de c¨®mo ¨¦l ve¨ªa la vida. Keynes no admiraba a muchos economistas y s¨ª le gustaban mucho m¨¢s los artistas y los fil¨®sofos. Tampoco tuvo amigos ¨ªntimos, uno o dos como mucho¡±. Keynes form¨® parte del grupo de Bloomsbury, integrado por artistas como Duncan Grant o escritores como Virginia Woolf, que marcaron su forma de ver la vida y, en buena medida, el resto de su obra. ¡°Para ¨¦l, lo importante era la belleza, la amistad, el conocimiento. Eran el estado mental al que todos deb¨ªamos aspirar. Y la econom¨ªa solo era un medio para alcanzarlo, no era una meta en s¨ª misma. Y una vez conseguido el entorno que lo permit¨ªa, instrumentos como la eficiencia, el gasto o el pleno empleo dejaban de ser importantes¡±.
Esas circunstancias han quedado reflejadas en su biograf¨ªa, donde desvel¨® la homosexualidad del economista brit¨¢nico y que ahora han suscitado una pol¨¦mica acad¨¦mica con el historiador Niall Ferguson.
En una reciente conferencia, Ferguson atribuy¨® la defensa del gasto p¨²blico de Keynes a su homosexualidad y su falta de descendencia. Tuvo que disculparse al d¨ªa siguiente. Skidelsky es sutil pero implacable en la cr¨ªtica. ¡°El problema de esa argumentaci¨®n es la explicaci¨®n, que se busque la justificaci¨®n de una circunstancia con otra¡±. Y a?ade: ¡°Ahora es m¨¢s dif¨ªcil hacer el trabajo de investigaci¨®n, hay m¨¢s distracciones medi¨¢ticas. Cuando alg¨²n investigador destaca en un campo o tiene una personalidad interesante, los medios suelen hacer de ellos estrellas medi¨¢ticas y acaban abandonando su investigaci¨®n. Algo as¨ª es lo que le ha pasado a Niall Ferguson, que escribi¨® muy buenos libros hace 20 a?os pero que ahora se ha entregado a los medios de comunicaci¨®n y su trabajo se resiente¡±.
Con el tiempo, la izquierda ideol¨®gica ha sido la gran abanderada del legado del keynesianismo, aunque ¨¦l nunca se declar¨® como tal. ¡°Quiz¨¢s sus ideas hayan sido reivindicadas por el centro izquierda pero estaban mucho m¨¢s en el centro y ¨¦l se identific¨® durante la mayor parte de su vida con el Partido Liberal [ahora en coalici¨®n con el gobierno del conservador David Cameron]. Una vez John Maynard Keynes dijo que era el trabajo del Partido Liberal propiciar ministros al Partido Laborista e ideas al Partido Conservador. De alguna forma, ¨¦l donde quer¨ªa estar era en el centro¡±, defiende Skidelsky.
El keynesianismo, como tal, fue denostado durante a?os, y solo la mayor crisis econ¨®mica y financiera desde la Gran Depresi¨®n lo devolvi¨® al primer plano de la actualidad e hizo aflorar a sus adeptos. ¡°Ya lo dijo Robert Lucas \[economista de la escuela de Chicago\]. Cuando estamos metidos en la trinchera, todos somos keynesianos. Es instintivo, pura supervivencia pol¨ªtica. Pero tan pronto como se consigue sacar un poco la cabeza de ah¨ª, los viejos h¨¢bitos y las posiciones ideol¨®gicas se imponen. Y la derecha quiere reducir el Estado a toda costa¡±, aclara Skidelsky.
El bi¨®grafo de Keynes entiende que la sociedad mire al pasado en busca de respuestas porque ¡°la gente ha perdido mucha fe en los economistas, que dieron una cierta bendici¨®n al sistema financiero y crediticio. Pero creo que la macroeconom¨ªa, que es la ciencia del gobierno, est¨¢ en un callej¨®n sin salida, todas sus teor¨ªas han sido destrozadas y se encuentra en serios apuros¡±. Y sin macroeconom¨ªa, asegura, la acci¨®n de gobierno se resiente. ¡°Cuando las cosas van bien, la gente no se preocupa por la econom¨ªa, solo espera que todo siga funcionando¡±.
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