11 claves del caso Pelicot
Dominique Pelicot ha sido condenado a 20 a?os de c¨¢rcel, la pena m¨¢xima, por violar, drogar y grabar a su mujer, los otros 50 acusados tambi¨¦n han sido declarados culpables
El lunes fue la ¨²ltima sesi¨®n del que quiz¨¢s sea uno de los juicios m¨¢s medi¨¢ticos, m¨¢s impactantes y m¨¢s globalizados de la ¨²ltima d¨¦cada. Por dos cuestiones. La primera, el caso en s¨ª mismo. Durante una d¨¦cada, entre 2011 y 2020, Dominique Pelicot contact¨® con decenas de hombres a trav¨¦s de Internet para invitarlos a su casa, y tambi¨¦n para invitarlos a violar a su mujer, Gis¨¨le Pelicot, despu¨¦s de que ¨¦l la drogara con ansiol¨ªticos. No hab¨ªa dinero ni ning¨²n tipo de intercambio, solo ped¨ªa poder grabar las agresiones. Al menos 72 hombres pasaron por esa casa de Mazan, un pueblo al suroeste de Francia. La segunda cuesti¨®n ha sido lo inusual del proceso, que Gis¨¨le Pelicot quiso a puerta abierta para que, seg¨²n cont¨® durante las primeras sesiones del juicio, la verg¨¹enza cambie de bando.
Frente al pacto de silencio de decenas de hombres durante a?os, resguardados tras la certeza de que ninguno hablar¨ªa, la convicci¨®n de una mujer que cuando supo qu¨¦ hab¨ªa pasado decidi¨® que no era ella la que ten¨ªa que esconderse, y que no quiso m¨¢s silencio. Aqu¨ª, algunas claves de este caso que este jueves ha tenido una sentencia.
El juicio. Ha durado 15 semanas, comenz¨® el lunes 2 de septiembre en Avi?¨®n y se alarg¨® hasta este pasado lunes, 16 de diciembre. Ese d¨ªa, solo 16 de ellos pidieron disculpas a Gis¨¨le Pelicot; alguno sigue sin reconocer lo que hizo a¨²n a pesar de estar grabado; Dominique Pelicot, que no neg¨® nada durante todo el proceso, empez¨® su ¨²ltimo alegato ¡°alabando la valent¨ªa¡± de su mujer.
Los acusados. Dominique Pelicot, de 71 a?os, es el principal acusado, admite todos los hechos que se le imputan y, este jueves, ha sido sentenciado a 20 a?os de c¨¢rcel, el m¨¢ximo para el delito de violaci¨®n en Francia. Hay otros 50 imputados, para 49 de ellos la Fiscal¨ªa pide entre 10 y 18 a?os de c¨¢rcel por agresi¨®n sexual y violaci¨®n agravada; para otro, ha solicitado cuatro a?os de prisi¨®n por ¡°tocamientos¡±. Todos han sido declarados culpables. Y hay, al menos, otros 21 hombres que no han podido ser identificados.
Los perfiles. No los hay, y es una de las cuestiones que se ha visto reflejada de forma m¨¢s n¨ªtida en este caso. Contra la idea establecida en el imaginario social sobre quienes cometen agresiones hay una realidad que choca de frente: son hombres de cualquier edad, cualquier origen y cualquier profesi¨®n. Los acusados ten¨ªan entre 27 y 74 a?os de edad, la mayor¨ªa de ellos de pueblos a no m¨¢s de una hora de Mazan ¨Del lugar donde viv¨ªan los Pelicot y donde se produjeron las violaciones¨D, y entre ellos hab¨ªa, por ejemplo, un entrenador deportivo jubilado de 69 a?os, un hombre en paro de 40, un fontanero de 54, un alba?il de 43 o un exsoldado de 27. Muchos buenos hijos, buenos padres, buenos amigos, buenos hermanos, buenos abuelos.
El disc¨ªpulo. Jean-Pierre Mar¨¦chal tiene 63 a?os y era conductor de una cooperativa agr¨ªcola. La prensa francesa lo llama ¡°el disc¨ªpulo¡± de Dominique Pelicot porque no agredi¨® a la mujer del principal acusado pero con ¨¦l ¡°aprendi¨®¡± a agredir a la suya, Cilia M, de 53 a?os. Llevaban 30 a?os casados y tienen tres hijos. Pelicot y ¨¦l la fotografiaron, la drogaron con los mismos ansiol¨ªticos que usaba Pelicot para el resto de agresiones y la violaron al menos 12 veces.
El monstruo. Es com¨²n en torno a la violencia sexual denominar como monstruos a los hombres que la perpetran, pero son, en su mayor¨ªa, hombres perfectamente integrados en la sociedad. La acepci¨®n de monstruo, explican insistentemente expertas, te¨®ricas y especialistas de todos los ¨¢mbitos desdibuja precisamente uno de las bases de esta violencia: su estructuralidad, su no excepcionalidad, su extensi¨®n. Gis¨¨le Pelicot, al declarar ante la polic¨ªa, habl¨® de su marido como ¡°un tipo genial¡±. Y Cilia M., la mujer de Jean-Pierre Mar¨¦chal, dijo ante el tribunal que ¡°era un hombre estupendo¡±, ¡°un padre muy protector¡± con el que ¡°todo fue siempre muy bien¡±.
Coco. Es el nombre de la plataforma donde Pelicot encontr¨® al resto de agresores, estuvo activa entre 2003 y el pasado junio, cuando la polic¨ªa francesa consigui¨® clausurarla. Como esta, muchos otros espacios online sirven cada d¨ªa de plataforma, lugar de reuni¨®n y contacto de agresores, entre ellos y con sus v¨ªctimas. Los delitos sexuales cometidos en la red o a trav¨¦s de ella son crecientes en todos los pa¨ªses, sobre todo, contra menores.
El pacto de silencio. La violencia sexual, como muchas otras formas de violencia machista, se ha mantenido hist¨®ricamente a trav¨¦s del silencio. El de las v¨ªctimas, por miedo o verg¨¹enza; el obvio de los perpetradores; y tambi¨¦n de quienes en alg¨²n momento conocen que se ha ejercido esa violencia. En este caso, el silencio ha sido a¨²n m¨¢s esencial para mantener ese delito continuado: durante una d¨¦cada, decenas de hombres estaban agrediendo a una mujer inconsciente, sab¨ªan que otros lo estaban haciendo, se dejaban grabar, Dominique Pelicot grababa, y todos supieron que ninguno iba a delatar al resto.
La sumisi¨®n qu¨ªmica. Es una de las formas de ejercer violencia sexual a¨²n m¨¢s infraestimada, pero cada vez m¨¢s conocida, m¨¢s estudiada, analizada e incluida en la estad¨ªstica. La sumisi¨®n qu¨ªmica suele ser oportunista, es decir, que alguien aprovecha el consumo voluntario de otra persona de alcohol o estupefacientes para ejercer violencia. La otra, la proactiva, la que se dio en el caso Pelicot, que consiste en drogar a alguien sin su conocimiento para agredirla, es la menos com¨²n, seg¨²n los datos disponibles, aunque como en este caso, ocurre a veces. La cuesti¨®n en esta ¨²ltima est¨¢ en la dificultad a veces para identificarla. Gis¨¨le Pelicot fue al m¨¦dico durante a?os con dolor de cabeza, p¨¦rdida de memoria y otros s¨ªntomas y jam¨¢s pens¨® que detr¨¢s de todo eso hab¨ªa una red organizada por su marido para violarla.
La hero¨ªna. Gis¨¨le Pelicot se ha convertido ya no solo en un icono sino en la imagen de una sociedad que avanza m¨¢s r¨¢pido que nunca en los ¨²ltimos a?os frente a la violencia sexual y otras formas de violencia machista. Su decisi¨®n de no esconderse, porque no tiene por qu¨¦ hacerlo, de abrir las puertas de ese juicio para que el mundo pudiera saber qu¨¦ hab¨ªa pasado y qui¨¦nes hab¨ªan perpetrado la violencia, la ha convertido en la destinataria de adjetivos y sustantivos como ¡°hero¨ªna¡± o ¡°valiente¡±. Lo es. Pero hay otra cara en este poliedro que conforma todo lo que hay en torno a esta violencia, y es por qu¨¦ lo es: si la sociedad, y el sistema, estuvieran preparados para atajar y tratar esa violencia, y funcionaran sin grietas para proteger a las v¨ªctimas, no juzgarlas, creerlas y no responsabilizarlas en mayor o menor grado de sus propias agresiones, las mujeres no tendr¨ªan que luchar doblemente, contra la violencia que han recibido y contra ese sistema y la sociedad. En este caso era casi imposible que todo se diera de distinta forma porque hab¨ªa pruebas, miles, que lo demostraban. Pero, ?qu¨¦ hubiese pasado si no hubiese habido ni una sola grabaci¨®n, ni una sola foto, ni un solo rastro en Internet?
Nunca es solo una v¨ªctima. Cuando se produce una violaci¨®n, la v¨ªctima directa es quien la sufre, pero la violencia se dispara siempre en m¨²ltiples direcciones, y las consecuencias tambi¨¦n. Las agresiones afectan de una u otra forma a familias al completo. La hija y los dos hijos de Dominique y Gis¨¨le Pelicot, y sus nietos, son el ejemplo en este caso. Caroline Darian, de la que tambi¨¦n se encontraron fotos desnuda entre el material de su padre, dijo sentirse ¡°una v¨ªctima olvidada¡± del proceso porque no hay nada que indique si hubo o no violencia f¨ªsica y directa contra ella. Florian, de 38, el menor, le pidi¨® a su padre en una de las sesiones que si ten¨ªa dignidad, le dijera la verdad a su hermana. El mayor, David, de 50 a?os, dijo en el juicio que su infancia ¡°hab¨ªa sido borrada¡±. De entre todos los lugares donde se produce la violencia, es la familia el espacio a¨²n m¨¢s desconocido, m¨¢s oculto y m¨¢s protegido.
La frase. La verg¨¹enza tiene que cambiar de bando se ha convertido ya en uno de los lemas frente a la violencia sexual que, sin embargo, tiene m¨¢s de 40 a?os. La pronunci¨® por primera vez Gis¨¨le Halimi, la abogada que llev¨® el caso Tonglet-Castellano, tambi¨¦n conocido como el proceso d¡¯Aix-en-Provence ¡ªciudad donde se produjo el 2 y 3 de mayo de 1978¡ª, que supuso una ruptura social, pol¨ªtica y legislativa en torno a la violaci¨®n. Anne Tonglet y Araceli Castellano, una pareja de belgas, fueron violadas por tres hombres la noche del 21 de agosto de 1974 en una cala cerca de Marsella. Y, como ha hecho ahora Gis¨¨le Pelicot, ambas, empujadas por su abogada, Halimi, quisieron que el juicio fuese a puerta abierta para que la sociedad, en violencia sexual, mirara en la direcci¨®n correcta: a los agresores.
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