Desclasificados los papeles sobre sobornos del MI6 brit¨¢nico a militares de Franco
Los documentos revelados confirman que se pagaron 200 millones de libras al c¨ªrculo de generales Los mensajes muestran el temor de Londres a la posible entrada de Espa?a en la II Guerra Mundial
El MI6, el servicio de espionaje brit¨¢nico, soborn¨® a generales espa?oles para que estos disuadieran al dictador Francisco Franco de entrar en la Segunda Guerra Mundial del lado de Hitler. Documentos secretos ahora desclasificados revelan que se pagaron el equivalente a 232 millones de d¨®lares de hoy que fueron a parar a militares del c¨ªrculo del general Franco, armadores y varios agentes esp¨ªas.
Esta informaci¨®n publicada hoy por el diario The Guardian en su web ha sido un asunto ya mencionado por historiadores brit¨¢nicos y espa?oles pero ahora parece que por fin se muestran detalles in¨¦ditos. El historiador Jorge M. Reverte asegura que estos pagos se gestionaron "a trav¨¦s del empresario balear Juan March". Un agente ingl¨¦s en la Embajada brit¨¢nica en Madrid era el intermediario. "March habl¨® con generales importantes, como Aranda, y aunque simul¨® que el dinero lo pon¨ªa ¨¦l, ven¨ªa de los brit¨¢nicos".
El dinero se entreg¨® a trav¨¦s de una cuenta en Nueva York de un banco suizo, seg¨²n el diario brit¨¢nico, que sit¨²a como urdidor de la trama al embajador brit¨¢nico en Madrid, Samuel Hoare. Los documentos desclasificados muestran a un Hoare preocupado porque pensaba que era inminente la entrada espa?ola en la Segunda Guerra Mundial y que, por lo tanto, Franco abandonar¨ªa la neutralidad mostrada al inicio del conflicto.
"Que Espa?a entre en la guerra depende de la rapidez de nuestra actuaci¨®n", telegrafi¨® el embajador Hoare
En junio de 1940, nueve meses despu¨¦s de que Hitler hubiera empezado la guerra con la invasi¨®n de Polonia, Hoare pidi¨® parte del dinero "sin retraso" al Foreign Office (Ministerio de Asuntos Exteriores) y a?ad¨ªa en su comunicaci¨®n que si hab¨ªa dudas, se consultara al primer ministro, Winston Churchill, quien respondi¨® posteriormente en un telegrama: "S¨ª, por supuesto".
"Que Espa?a entre o no en la guerra depende de la rapidez de nuestra actuaci¨®n", telegrafi¨® Hoare en un aviso al MI6 para que pagara a los agentes al servicio de los intereses brit¨¢nicos. "La situaci¨®n es crucial. No puedo malgastar m¨¢s tiempo en explicar nuestra posici¨®n en este asunto".
La entrevista en Hendaya
La tensi¨®n aument¨® cuando en octubre de 1940 se produjo la c¨¦lebre y fotografiada entrevista de Hitler y Franco en Hendaya. Hoare explica incluso que hubo partidas que se destinaron a detener a aquellas personas que conspiraban para persuadir al dictador y que de una vez apoyara con tropas a Hitler. Entre los militares favorables a una Espa?a en guerra mundial estaba el general Mu?oz Grandes", se?ala Reverte. El historiador y escritor sostiene que un factor importante que tuvo en cuenta Franco fue el suministro de gasolina a una Espa?a reci¨¦n salida de la Guerra Civil, en manos estadounidenses.
"Franco estuvo jugando hasta 1942 con esta posibilidad de entrar o no en la guerra, hasta que se produjo el desembarco aliado en el norte de ?frica. Entonces vio que no hab¨ªa opciones de victoria nazi", asegura el historiador, autor de obras como La batalla del Ebro y La divisi¨®n azul.
En una de las comunicaciones secretas de Hoare con su superior, el secretario de Relaciones Exteriores, Lord Halifax, se mencionan tambi¨¦n reuniones de agentes brit¨¢nicos con republicanos y guerrilleros espa?oles para animarlos a una insurrecci¨®n en el caso de que en la Pen¨ªnsula entraran tropas alemanas. Ese mensaje secreto termina con una indicaci¨®n clara a Halifax: "Por favor, quema esta carta cuando la hayas le¨ªdo".
Un esp¨ªa vestido de mujer
Entre las peripecias novelescas de este asunto destaca la del oficial del MI6 Dudley Clarke, arrestado por la polic¨ªa en Madrid en la Segunda Guerra Mundial cuando iba disfrazado de mujer. Clarke dijo a los agentes que era un periodista del diario The Times que quer¨ªa escribir una novela sobre c¨®mo reaccionaban los hombres al paso de las mujeres en la calle. Tan estramb¨®tica historia mantiene el nivel cuando en el registro de los enseres de Clarke, les dice a los polic¨ªas franquistas que la ropa de mujer de su maleta era para una se?ora de Gibraltar, pero que antes hab¨ªa decidido antes prob¨¢rsela ¨¦l "para hacer una broma". John Le Carr¨¦ se quedar¨ªa boquiabierto al saber que la polic¨ªa se maravill¨® tambi¨¦n con un rollo de papel higi¨¦nico que llevaba Clarke en su maleta. La suavidad y textura del papel mosque¨® a los agentes que se lo llevaron para someterlo a an¨¢lisis qu¨ªmicos. Finalmente, Clarke fue puesto en libertad pero sus superiores le enviaron a Gibraltar. "Mantenedle vigilado y le mand¨¢is en el pr¨®ximo avi¨®n a Oriente Pr¨®ximo", ordenaron al gobernador de Gibraltar. Y por si antes mostraba "signos de trastorno mental", una ¨²ltima indicaci¨®n: "A casa en el primer barco".
Sin embargo, cuando los contactos con estos republicanos espa?oles (los rojos, como se les llama en los documentos) lleg¨® a o¨ªdos de Winston Churchill, este mostr¨® su preocupaci¨®n as¨ª que inst¨® al ministro de la Guerra, Hugh Dalton, a que interviniera para acabar con las reuniones.
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