Los artistas acaban con la fiesta
La que llaman primera plaza del mundo asisti¨® a un bochornoso espect¨¢culo protagonizado por becerros infames noqueados y lisiados, unas exigentes figuras de pitimin¨ª y un p¨²blico conformista
Las Ventas vivi¨® una tarde negra y la fiesta qued¨®, una vez m¨¢s, sentenciada: le quedan dos telediarios. La que llaman primera plaza del mundo asisti¨® a un bochornoso espect¨¢culo protagonizado por becerros infames noqueados y lisiados; unas exigentes figuras de pitimin¨ª; una presidencia incompetente y un p¨²blico conformista hasta el alarmismo, producto de un muy preocupante desconocimiento.
Ovaci¨®n y pitos
Tarde de buenos banderilleros: saludaron Juan Sierra, Guillermo Barbero y Joselito Guti¨¦rrez. Bronca de las gordas para la ganader¨ªa de Jandilla; un fracaso sin paliativos.
Cada vez se nota m¨¢s la ausencia de los aficionados y la presencia de aluvi¨®n de espectadores seguidores de un mal llamado toreo artista, que acuden a la llamada del morbo moderno, que no persigue la emoci¨®n del toro ¨ªntegro y el torero heroico, sino la sensibler¨ªa que solo puede producir el toro basura.
Lo m¨¢s grave de ayer no fue el estrepitoso fracaso de la ganader¨ªa de Jandilla, tan solicitada por las figuras; lo m¨¢s serio es que no hubo apenas protestas, que la gente se dej¨® enga?ar por toreros y taurinos, a la espera paciente de que el artista de turno la redimiera con una pinturer¨ªa.
Esta no es, ni por asomo, la fiesta que nos han legado nuestros mayores; esto es puro teatro con claque incorporada. Esta es la degradaci¨®n de un espect¨¢culo que es vibrante por definici¨®n.
Si el p¨²blico de hoy acude en masa al reclamo de este tipo de corridas, admite el becerro infame y no exige el toro ¨ªntegro, estamos en la antesala de la desaparici¨®n de las corridas.
Jandilla/Finito, Morante, Perera
Tres toros de Jandilla -segundo, devuelto, tercero y sexto-, y tres Vegahermosa; sobrero de Carmen Segovia, mal presentados, mansos, inv¨¢lidos, tullidos y descastados.
Finito de C¨®rdoba: _aviso_ bajonazo (silencio); metisaca, pinchazo y cinco descabellos (silencio).
Morante de la Puebla: pinchazo y estocada (silencio); tres pinchazos y un descabello (silencio).
Miguel ?ngel Perera: _aviso_ pinchazo y media (vuelta); estocada baja _aviso_ (silencio)
Plaza de Las Ventas. 23 de mayo. Decimoquinta corrida de feria. Lleno.
Si ayer, el p¨²blico de las Ventas no se tir¨® en masa al ruedo y corri¨® a gorrazos, calle Alcal¨¢ arriba, a los toreros, al empresario y al presidente es que un c¨¢ncer mortal est¨¢ irradiado por todos los confines de este espect¨¢culo.
Porque lo visto ayer no tiene nombre; de principio a final, desde que sali¨® el primer toro hasta que se arrastr¨® el ¨²ltimo. Todo fue un puro desatino, una verg¨¹enza, una lamentable visi¨®n de lo que nunca debe ser la fiesta de los toros: animales que proclamaron su ruina revolc¨¢ndose por el redondel, un tercio de varas inexistente, ausente el toreo, y la conclusi¨®n final de que todo aquello era una gran estafa.
A¨²n as¨ª, el generoso y moderno p¨²blico, no solo aguant¨® estoicamente el fraude que le ofrecieron a precio de oro, sino que aplaudi¨® a rabiar unas gaoneras descafeinadas de Miguel ?ngel Perera al noqueado tercero, un esbozo a la ver¨®nica de Morante en su segundo, una media de bella factura del sevillano al cuarto de la tarde, y, sobre todo, una faena cogida con alfileres al toro tonto que fue el primero de Perera. Estuvo bien el torero, pero todo era mentira porque su oponente era de cart¨®n, pura basura. Los tendidos aplaud¨ªan como si estuvieran viendo una obra hist¨®rica y hubiera cortado la oreja si no pincha en el primer intento, pero estaba claro que el toreo es otra cosa. A pesar de todo, Perera dio una clamorosa vuelta al ruedo. Lo intent¨® de nuevo ante el sexto, que galop¨® en banderillas y se par¨® en la muleta. El torero insist¨ªa una y otra vez y el respetable lo apoyaba con nuevos aplausos. Incre¨ªble, pero cierto.
Ni Finito de C¨®rdoba ni Morante tuvieron opciones. Pero ellos, junto a Perera, especialmente el segundo, que tiene mando en plaza, son los grandes culpables de este fraude. Ellos y otros m¨¢s son los mentirosos del toreo actual, los que beben los vientos por el toro descastado e inv¨¢lido y les importa un pimiento el p¨²blico, porque conocen bien su falta de exigencia.
Finito vino despu¨¦s de muchos a?os y no hubiera pasado nada si se queda en su casa. No solo no dijo nada con los enga?os, sino que fue tan sumamente pesado, en un intento vano de justificar lo injustificable, que toda su actuaci¨®n fue un horror que hay que olvidar cuanto antes. No encontr¨® la manera de acabar con su inservible primero, y si no lo avisan todav¨ªa est¨¢ all¨ª dando un recital de mantazos. A ver si es capaz de explicar por qu¨¦ someti¨® a semejante tormento a p¨²blico tan dadivoso. Imposible tambi¨¦n el cuarto y todav¨ªa se escuchan los ecos de ¡®je, je¡¯ de Finito en su intento bald¨ªo de que el toro embistiera.
Y Morante, que sabe que es el protagonista absoluto en tardes como la de ayer, lleg¨® y, en vista de lo que hab¨ªa, se fue. Y el que quiera m¨¢s, que vuelva otro d¨ªa. Porque ¨¦l sabe que volver¨¢ a llenar la plaza; hasta que el cansancio haga mella y ocurra como con los abonos: que antes hab¨ªa tortas para hacerse con uno y ahora las sigue habiendo pero para venderlo a alg¨²n despistado. Que tenga cuidado Morante con tanto toro basura, que un d¨ªa se puede encontrar solo en la plaza.
Como lo que sali¨® ayer al ruedo no ten¨ªa un pase, el sevillano intent¨® hacerse perdonar con el capote, pero ni eso fue posible. Su primero carec¨ªa de todos los atributos propios del toro bravo; y con el segundo, que era un cad¨¢ver, se puso flamenco antes del m¨ªtin con la espada.
Lo dicho: el que avisa no es traidor; como esto siga as¨ª, le quedan dos telediarios.
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