Emigrantes desva¨ªdos, lesbianas inolvidables y una falsa ¡®road movie¡¯
Las pel¨ªculas m¨¢s hermosas son ¡®La vida de Ad¨¨le¡¯ y ¡®Like father, like son¡¯ Los pasotes gestuales de Phoenix cada vez me hacen menos gracia
James Gray no es un autor prol¨ªfico, su carrera se limita a cinco pel¨ªculas en 20 a?os, pero s¨ª el creador de un cine reconocible en su poderoso estilo, su envolvente atm¨®sfera y la familia como eterna obsesi¨®n de su tem¨¢tica. Interesante siempre, Gray logr¨® su cine m¨¢s penetrante con las sombr¨ªas La noche es nuestra y Two lovers,contando en la primera el dilema de alguien al que la vida le obliga de forma tr¨¢gica a tomar partido entre su familia sangu¨ªnea, de la cual pretendi¨® huir, y la familia que eligi¨® su forma de concebir la existencia. En la segunda, un esquizofr¨¦nico con tendencias suicidas y hambre de amor tambi¨¦n acabar¨¢ refugi¨¢ndose en lo que necesita y no en lo que ama, en la mujer tradicional y conveniente que le ha buscado su familia jud¨ªa en vez de luchar probablemente en vano por la problem¨¢tica vecina que colma sus sue?os y har¨ªa peligrar su realidad. El aroma rom¨¢ntico, el tono volc¨¢nico, la irremediable tristeza y el magnetismo que desprenden ambas pel¨ªculas te hac¨ªan esperar con justificada ilusi¨®n la siguiente.
Se titula The immigrant y el comienzo est¨¢ situado en el mismo lugar y circunstancias en las que desembarcaba en Nueva York el ni?o Vito Andolini en la prodigiosa segunda parte de El padrino. Es el muelle de Ellis Island. Las dos hermanas que lo pisan han huido de Polonia despu¨¦s de que asesinaran a sus padres. Esperan con angustia el reconocimiento m¨¦dico y el permiso de las autoridades para buscarse la vida en la tierra prometida. El pr¨®logo, rodeado de una ambientaci¨®n primorosa, promete drama de primera clase, pero la magia se va diluyendo. La pretendida complejidad emocional de la historia, con una hermana hospitalizada por la tuberculosis y la otra cayendo en la red de prostituci¨®n de un proxeneta que se ha enamorado de ella, no se transmite al anhelante espectador. Est¨¢n hablando de emociones fuertes en un mundo turbio y desesperado, del sentido de culpa de una superviviente que no soporta la degradaci¨®n que le impone su s¨®rdido trabajo y busca una salida con el coraz¨®n dividido, pero las emociones que presuntamente viven estos personajes que est¨¢n en el l¨ªmite no tienen capacidad de contagio. La est¨¦tica es muy cuidada, la ves y escuchas sin fastidio, pero no conmueve. No dudo del talento interpretativo ni de la belleza de Marion Cotillard, esa actriz francesa cuya presencia parece ¨²ltimamente obligatoria si aparece un personaje extranjero en el cine norteamericano de prestigio, pero su languidez atormentada me empieza a resultar demasiado previsible y la intensidad habitual y los pasotes gestuales de Joaquin Phoenix cada vez me hacen menos gracia. The immigrant no es desde?able, pero no cubre las grandes expectativas que despertaba el inteligente y original director James Gray.
Sin embargo, no esperaba nada especialmente grato de La vida de Ad¨¨le, una pel¨ªcula francesa de tres horas de duraci¨®n, dirigida por el tunecino Abdellatif Kechiche, y es junto a la japonesa Like father, like son la pel¨ªcula m¨¢s hermosa y emocionante que he visto hasta el momento en el Festival de Cannes. Comienza hablando del temeroso descubrimiento de la sexualidad en la adolescencia, en la edad de la incertidumbre. Una cr¨ªa que ha intentado seguir las normas sexuales que le aconseja su ambiente familiar, escolar y social, que ha intentado con frustraci¨®n practicar la heterosexualidad con un compa?ero sensible y enamorado, descubre que el deseo, la pasi¨®n y el amor se lo provoca su mismo g¨¦nero. Una chica que no pertenece a su mundo, sofisticada y artista, no solo sabr¨¢ c¨®mo encender su cuerpo, sino tambi¨¦n su alma.
A lo largo de 10 a?os seremos testigos de c¨®mo esta criatura se encuentra a s¨ª misma, se vuelve a perder, aprende, vive, malvive, sufre, duda, conoce el encuentro y el desencuentro, la seguridad y el miedo, los celos y la ruptura, la plenitud y el desgarro. Y sospecho que tambi¨¦n una lacerante y definitiva soledad. Abdellatif Kechiche cuenta esta historia con desarmante verdad, con realismo, con matices, con enorme poder de sugerencia, con una sensibilidad y una lucidez capaces de comprender las reacciones y los sentimientos de todos los personajes. Tambi¨¦n filma las escenas de sexo con una autenticidad ins¨®lita. Nada parece fingido, todo es placentera o dolorosamente real. Y nos descubre a una actriz extra?a y maravillosa llamada Adele Exarchopoulos, capaz de expresar lo m¨¢ximo con lo m¨ªnimo.
La pel¨ªcula de Alexander Payne Nebraska ha despertado masivo entusiasmo. No el m¨ªo, aunque inicialmente me haya esforzado. Payne, cuyo cine ama los viajes cat¨¢rticos de gente que est¨¢ a la deriva, narra aqu¨ª el que hace un anciano enfermo de alzh¨¦imer y acompa?ado de su comprensivo y piadoso hijo al pueblo en el que naci¨® y en el que vivi¨® gran parte de su alcoh¨®lica y desequilibrada existencia, ya que cree que le van a entregar un mill¨®n de d¨®lares que ha ganado en una rifa. Payne se siente muy a gusto intentando compaginar la est¨¦tica del fe¨ªsmo con un subrayado lirismo. Sus estereotipos de la Am¨¦rica profunda no me afectan lo m¨¢s m¨ªnimo, todo me parece mezquino, insustancial o caricaturesco. Tengo la sensaci¨®n de que el director est¨¢ continuamente intentando manipular mis emociones, sin dejarme elegir, exigi¨¦ndome lo que debo pensar y sentir. Utiliza un art¨ªstico blanco y negro para parecer m¨¢s aut¨¦ntico, abusa de las convenciones, su esp¨ªritu po¨¦tico suena a forzado. Es una pel¨ªcula que ni me la creo, ni me divierte, ni me ara?a ninguna fibra emocional, una cr¨®nica del miserabilismo demasiado calculada, falsa, sin alma, bobamente costumbrista. Y ya le pueden ir dando oscars y palmas de oro.
Babelia
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