Decepcionante rejoneo
Un festejo que no cubri¨® las expectativas, con la despedida de Joao Moura y la alternativa de su hijo Miguel, que no demostr¨® condiciones El navarro Hermoso de Mendoza cort¨® una oreja
A pesar de la oreja que pase¨® Hermoso de Mendoza a la muerte del quinto, el festejo de rejoneo no cubri¨® las expectativas. Quiz¨¢, el cartel no era el m¨¢s acertado; muy desequilibrado, de entrada, entre una de las m¨¢ximas figuras de todos los tiempos, un caballero que se desped¨ªa y al que se not¨® en demas¨ªa el paso de los a?os, y un chaval¨ªn, su hijo, que no demostr¨® las m¨ªnimas condiciones para confirmar la alternativa en las Ventas.
Total, que a pesar de la habitual generosidad de los p¨²blicos que jalean sin medida a los caballeros, no hab¨ªa que ser un experto para entender que all¨ª faltaba la sal necesaria para la emoci¨®n que requiere el toreo a caballo.
Los Espartales/ Moura, Hermoso, Moura
Toros despuntados para rejoneo de Los Espartales, blandos y manejables.
Joao Moura, que se desped¨ªa de Madrid: pinchazo, rejonazo trasero y un descabello (silencio); 12 pinchazos y un descabello (algunos pitos).
Hermoso de Mendoza: tres pinchazos y rej¨®n trasero y bajo (ovaci¨®n); rej¨®n trasero y desprendido (oreja).
Miguel Moura, que confirm¨® la alternativa: dos pinchazos y bajonazo (silencio); dos pinchazos (vuelta al ruedo).
Plaza de Las Ventas. 25 de mayo. Decimos¨¦ptima corrida de feria. Lleno.
Es evidente que Hermoso impuso con facilidad su diferencia de gran caballero, aunque, ni de lejos, estuvo a la altura de actuaciones precedentes en esta plaza. Excesivas fueron algunas cabalgadas, fall¨® en dos ocasiones con las banderillas y no protagoniz¨® esas faenas macizas, completas e incontestables de otras ocasiones. Mejor la actuaci¨®n ante su primero, al que templ¨® de forma extraordinaria montando a Disparate e ?caro, dos caballos que sienten el toreo. Con Disparate templ¨® a dos bandas, dej¨¢ndose llegar los pitones al pecho en una vuelta al ruedo magistral; y es una delicia comprobar c¨®mo ?caro desaf¨ªa a su enemigo con la mirada, a cent¨ªmetros de su cuerpo. Mat¨® mal a ese toro y todo qued¨® en una cari?osa ovaci¨®n. Dio la impresi¨®n de no estar a gusto con el quinto, al que le cost¨® un mundo parar de salida, y solo levant¨® a los tendidos cuando acert¨® con un par de banderillas cortas a dos manos. Total, que el rejoneador navarro hizo un buen entrenamiento para aclimatarse al toro espa?ol tras su larga estancia en M¨¦xico. Puede dar m¨¢s, mucho m¨¢s de que ayer se le vio.
Muy distinto es el caso de la familia Moura, padre e hijo. El primero se despidi¨® con l¨¢grimas en los ojos que m¨¢s bien parec¨ªan fruto de su decepci¨®n que de la emoci¨®n. Y el segundo, un ni?o todav¨ªa, no tiene la formaci¨®n necesaria para confirmar en la primera plaza del mundo.
Estas situaciones de un padre que se retira y un hijo que llega son proclives a la sensibler¨ªa, que no tiene sentido en una plaza de tanta responsabilidad como la madrile?a. Joao Moura ha sido una figura reconocida; se le nota la solera en la misma medida que la huella del paso de los a?os. Su rejoneo suena al pasado, ha perdido facultades y no ha evolucionado. No se pudo lucir con su primero, noqueado por una aparente lesi¨®n, y ofreci¨® una lastimosa imagen a la hora de matar al cuarto. Triste despedida ¡ªpitos incluidos¡ª que pudo haber evitado si no viene a Madrid. Y su hijo Miguel, que a¨²n no ha cumplido los 17 a?os, carece del bagaje necesario para presentarse en esta plaza. Fall¨® reiteradamente en su primero con rejones de castigo y banderillas, en una actuaci¨®n muy deficiente; se vino arriba en el ¨²ltimo y gust¨® al respetable a base de entusiasmo juvenil que no pudo ocultar su inexperiencia. A pesar de todo, dio una vuelta al ruedo.
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