El funk sale de las favelas de R¨ªo y conquista a la clase media

La m¨²sica funk, que en R¨ªo sacudi¨® durante mucho tiempo las favelas m¨¢s violentas y se convirti¨® en el ritmo del demonio, ha salido del gueto y est¨¢ conquistando el asfalto de las zonas m¨¢s adineradas de la ciudad, como Copacabana.
Las familias de clase media tem¨ªan el funk y trataban de alejar de ¨¦l a sus hijos adolescentes, a los que al mismo tiempo les fascinaban, por prohibidos, aquellos ritmos duros, que imitaban el crepitar de las ametralladoras, cantaban letras denigrantes para la mujer y hac¨ªan apolog¨ªa de la violencia y de la droga.
En las favelas fueron famosos los bailes funk en los que los j¨®venes se divid¨ªan en dos bandos cargados de agresividad, rociados de coca¨ªna y que sol¨ªan acabar con muertos y heridos.
Fue una investigaci¨®n sobre la droga que corr¨ªa en aquellos bailes funk y que en las favelas intentaban negar, lo que cost¨® la vida al periodista del diario O Globo, Tim L¨®pez. Acab¨® secuestrado por los traficantes de droga, b¨¢rbaramente torturado y su cuerpo descuartizado y quemado en una de aquellas favelas funkeras.
Hoy es bailado por las adolescentes de las clases medias que contratan a famosos cantantes para las fiestas de las quincea?eras
Todo aquello se est¨¢ quedando atr¨¢s. El funk ¡°demonizado¡± se ha ¡®angelizado¡±. Ha cambiado de ritmo y de letra hasta ser adoptado para las fiestas culturales organizadas por el gobierno. Conserva buena parte del ritmo electrizante de sus or¨ªgenes y no ha desaparecido de ¨¦l su fuerte contendido sexual, pero ha desaparecido en sus letras la apolog¨ªa del crimen y hoy es bailado por las adolescentes de las clases medias que contratan a famosos cantantes y conjuntos funk para las fiestas de las quincea?eras.
Hoy el funk est¨¢ presente en discotecas, clubes, fiestas de bodas etc. Y los funkeros se han ganado el espaldarazo de dioses de la m¨²sica como Gilberto Gil o Caetano Veloso.
Las letras, m¨¢s rom¨¢nticas, sin apolog¨ªa a las armas, no son sin embargo inocentes. Otros 'demonios' se han introducido en esos ritmos que hoy enloquecen a la nueva generaci¨®n de j¨®venes y hace surgir como hongos conjuntos musicales que multiplican sus shows hasta 15 a la semana y ganando a veces 15.000 d¨®lares por actuaci¨®n.?
En sus m¨²sicas hoy los funkeros ya no exaltan las armas ni la droga, pero lo hacen con los bienes de consumo, los coches de lujo, las marcas de ropas y cosm¨¦ticos de ¨²ltimo grito. Los art¨ªfices del nuevo funk ¡°cristianizado¡± empiezan a ser ecl¨¦cticos y aceptan desde lo mel¨®dico a lo pop. Todo, dicen, para que a ¡°nadie asuste ni escandalice¡±.
Y as¨ª es. He visto ayer, en la plaza de este peque?o pueblo donde vivo en Brasil, a un chiquito de cinco a?os, bailando y cantando un ritmo funk, francamente gracioso. Las chicas sobretodo, enloquecen a¨²n hoy con esa m¨²sica ya domesticada y m¨¢s rom¨¢ntica. A los chicos les gustaba m¨¢s cuando el funk parec¨ªa la m¨²sica salida de la boca de las ametralladoras y cargada de sexo duro.
Aquel funk no ha muerto y a¨²n puede escucharse a veces salido de las cajas de sonido gigantes de los coches de los j¨®venes llegados de las favelas, pero se ha convertido ya en objeto prohibido. Se escucha a escondidas, como se fuma el cigarro.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.