Kechiche
Puede que la Palma de Oro para su nueva pel¨ªcula, 'La vida de Ad¨¨le', convierta por fin su nombre en alguien asequible y reconocido por el gran p¨²blico
Para un cineasta, los festivales de cine son una oportunidad y una tortura al mismo tiempo. Destrozado el mercado de salas por la avidez que ha marcado todos los sectores artesanales en las ¨²ltimas d¨¦cadas, una gran cantidad de la producci¨®n del a?o no encuentra otro espacio para reivindicarse que el de los festivales y las muestras de cine. Desterrado del consumo convencional, mucho cine ambicioso y especial necesita someterse a la competici¨®n, probablemente el m¨¢s absurdo destino de una obra art¨ªstica, y ser premiada en comparaci¨®n con otra. Pero los premios se han convertido en la ¨²nica salida promocional de quien no disfruta de una potencia de propaganda para apoyar su proyecto.
Por eso al terminar el Festival de Cannes queda lejano el recuerdo de su apertura, cuando otra adaptaci¨®n de El gran Gatsby se benefici¨® de las toneladas de prensa y glamurosa celebraci¨®n como pr¨®logo a que el gran cine se pudiera hacer visible durante la competici¨®n. El festival siempre ha jugado con inteligencia esa baza doble, aunque hace ya mucho tiempo que hemos perdido la inocencia ante sus c¨¢lculos, sus decisiones interesadas y su listado de filias y fobias. Pero el premio para Abdellatif Kechiche recupera la raz¨®n de ser de estos concursos. Es un director que ha tenido excesivos problemas para llegar a nuestro pa¨ªs, aunque fuera en circuitos minoritarios. Lo logr¨® con su pel¨ªcula La escurridiza, despu¨¦s de que fuera ignorado su extraordinario debut La faute ¨¢ Voltaire.
Despu¨¦s llegar¨ªa La graine et le mulet que en Espa?a se estren¨® como Cusc¨²s, una pel¨ªcula deliciosa, y vuelta a las dificultades para La Venus Negra, una dur¨ªsima recreaci¨®n de la explotaci¨®n de lo grotesco, en un ambiente son¨¢mbulo y desagradable. Puede que la Palma de Oro para su nueva pel¨ªcula, La vida de Ad¨¨le, convierta por fin su nombre en alguien asequible y reconocido por el gran p¨²blico. Que sea necesario pasar por la loter¨ªa de los premios y las clasificaciones deportivas aplicadas al talento, evidencia la incapacidad del mercado del cine para superar la rapacidad de su vertiente industrial. Pero bienvenido sea que nos familiaricemos con el nombre de este tunecino franc¨¦s, modernizador de Marivaux, que transporta la delicadeza y la complejidad a su hermoso retrato del mundo contempor¨¢neo.
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