Del formalismo a la emoci¨®n

Emmet Gowin encarna a la perfecci¨®n algunas de las dial¨¦cticas mayores de la fotograf¨ªa, especialmente aquellas que enfrentan las cualidades t¨¦cnicas y formales del medio, ligadas a la objetividad, con las que corresponden al ¨¢mbito de la subjetividad, encarnadas en el propio fot¨®grafo, y tambi¨¦n, en el caso espec¨ªfico de Gowin, en el registro de su mundo personal, biogr¨¢fico y afectivo.

De hecho, el componente autobiogr¨¢fico es sustancial en su obra, tal y como ocurre con otros autores americanos como Imogen Cunningham, Harry Callahan, o m¨¢s recientemente, Sally Mann, con los que se podr¨ªa establecer una l¨ªnea geneal¨®gica muy clara. Harry Callahan aparece entre sus referentes, como ocurre tambi¨¦n con el m¨¢s experimental y formalista Frederick Sommer o el escritor James Agee. Unas referencias que apuntan muy claramente hacia la s¨ªntesis que constituye su estilo: el lirismo, la capacidad de experimentaci¨®n formal propia de la fotograf¨ªa de los a?os setenta, la exploraci¨®n de las cualidades fotogr¨¢ficas del mundo, o el apunte on¨ªrico o po¨¦tico cercano en ocasiones al surrealismo. Elementos que se dan la mano en una obra que indaga siempre en busca de la armon¨ªa, en un equilibrio entre intelectualidad y lirismo, entre formalismo y emoci¨®n, entre artificio y naturalidad.

No es dif¨ªcil encontrar en su obra el acercamiento casi espiritual hacia el paisaje, caracter¨ªstico de la fotograf¨ªa americana desde sus comienzos. Del mismo modo que no es dif¨ªcil encontrar una asimilaci¨®n ¨ªntima, tambi¨¦n muy caracter¨ªstica en la tradici¨®n fotogr¨¢fica de su pa¨ªs, entre naturaleza y familia, entre cuerpo y paisaje. En cierto modo la obra de Emmet Gowin nos propone una mirada ritual a la confluencia o la disoluci¨®n entre tiempo y materia a trav¨¦s de la reflexi¨®n sobre los ciclos vitales, tanto los que corresponden al ser humano, como los que corresponden al mundo.