Fr¨ªo vendaval de cuernos
Un a?o m¨¢s, la ganader¨ªa de Samuel Flores ha vuelto a demostrar que solo puede lucir pitones Los toreros, in¨¦ditos; venir a Madrid a ver si suena la flauta suele ser una quimera
Hizo fr¨ªo para dar y regalar, una tarde invernal donde las haya a pocas horas de que comenzara el mes de junio; el viento sopl¨® con inusitada fuerza, de modo que los toreros no pudieron controlar capotes ni muletas, con el peligro a?adido que ello supone. Y tambi¨¦n hubo cuernos, gruesos, largos y llamativos; y algo m¨¢s: mansedumbre y falta de clase y de casta. En una palabra, un horror. No puede extra?ar a nadie que muchos espectadores escaparan de la plaza mucho antes de que finalizara el festejo porque el c¨®ctel del fr¨ªo helador, el viento molesto y los toros basura no hay alma que lo soporte.
Un a?o m¨¢s, y van¡, la ganader¨ªa de Samuel Flores ha vuelto a demostrar que lo ¨²nico que puede lucir son pitones. Y se dice bien, porque sus toros no estuvieron bien presentados, pues detr¨¢s de la cara no hab¨ªa seriedad ni cuajo en la mayor¨ªa de los que salieron al ruedo. Y su comportamiento no tiene nombre. Ya el primero dio la voz de alarma; cost¨® un mundo llevarlo al caballo y del encuentro sal¨ªa en estampida cuando notaba la puya. Y as¨ª uno detr¨¢s de otro, a cual mayor calamidad, incluido el quinto, que solo ten¨ªa pitones y mala clase, o el sexto, que era un cobarde, que huy¨® de la muleta de Pinar por toda la plaza. Solo el lote de P¨¦rez Mota, que vino a confirmar su alternativa, se dej¨® dar alg¨²n muletazo detr¨¢s de una nobleza tonta que m¨¢s sonaba a simpleza. En fin, un desastre de corrida, propia de esta modernidad en la que nos hemos acostumbrado a ganader¨ªas insoportables que, sin motivo alguno, vuelven a?o tras a?o para sufrimiento de todos.
Flores/Cort¨¦s, Mota, Pinar
Toros de Samuel Flores, -el tercero, devuelto- desiguales de presentaci¨®n, descarados de pitones, muy mansos, descastado y sin clase. Sobrero, de Aurelio Hernando, manso.
Ant¨®n Cort¨¦s: pinchazo y bajonazo (silencio); estocada (silencio).
P¨¦rez Mota, que confirm¨® la alternativa: metisaca, estocada _aviso_ (silencio); estocada _aviso_ y tres descabellos (ovaci¨®n).
Rub¨¦n Pinar: estocada _aviso_ (ovaci¨®n); casi entera ca¨ªda (silencio).
Plaza de Las Ventas. 31 de mayo. Vig¨¦simo tercera corrida de feria. Casi lleno.
?Ya est¨¢ bien con la ganader¨ªa de Samuel Flores...! Ya es hora de que aparque y deje de venir a esta feria por una larga temporada. Mientras tanto, no estar¨ªa de m¨¢s que buscara algo m¨¢s que cuernos, porque ha llegado un momento en que esos feos sombreros no producen asombro, sino sonrojo. Sobre todo, porque detr¨¢s de la fachada solo queda carne amorfa de un mulo.
As¨ª las cosas, y con el invitado del vendaval, no estuvo la tarde para el triunfo, que, sin duda, necesitaban los tres toreros, que cada uno lo busc¨® como pudo, y ninguno lo encontr¨®.
La verdad es que venir a Madrid a ver si suena la flauta suele ser una quimera. La flauta no suena. Venir a la desesperada puede ser humano, pero es una actitud condenada al fracaso. A pesar, incluso, del valor, la disposici¨®n, la buena voluntad y las maneras de cada cual.
Hizo el pase¨ªllo un gaditano llamado P¨¦rez Mota, que tom¨® la alternativa en el a?o 2007 y a¨²n no la hab¨ªa confirmado. Torea poco y vino para probar suerte y, si fuera posible, relanzar su carrera. Dif¨ªcil empe?o. El torero se emple¨® a fondo, dio de s¨ª todo lo que lleva dentro, que no es poco, se jug¨® el tipo de verdad, incluso le rob¨® muletazos estimables a sus dos noblotes toros, pero al final se fue como vino. Eso de jugarse los cinco a?os de una carrera a una sola rev¨¢lida es tarea harto dif¨ªcil.
Mand¨® poco, porque su experiencia es corta, pero cuando se confi¨® con su primero, le traz¨® una buena tanda de redondos; le aconsejaron desde el callej¨®n que le bajara la mano al otro, lo hizo y dibuj¨® un manojo de derechazos largos y templados bien rematados con largos pases de pecho. P¨¦rez Mota estuvo muy por encima de sus circunstancias, pero ¨¦l necesitaba un triunfo gordo que no lleg¨®. Vuelve, con toda seguridad, al anonimato con el leg¨ªtimo orgullo torero de haber estado por encima de su lote cornal¨®n.
OVACI?N: ?ngel Otero y Miguel Mart¨ªn, de la cuadrilla de Cort¨¦s, se lucieron de verdad en el tercio de banderillas.
PITOS: Otro fracaso de la ganader¨ªa de Samuel Flores, toros corralones, muy mansos, sin clase y descastados.
Menos suerte tuvo Ant¨®n Cort¨¦s, que hace a?os dej¨® aqu¨ª buenos recuerdos, y volv¨ªa para reverdecer laureles. Su lote no fue propicio para su toreo agitanado y todos los intentos resultaron bald¨ªos, destemplados e insulsos. El primero embest¨ªa a tornillazos, sin entrega ni clase alguna, y el ¨¦xito del torero fue salir indemne del encuentro. Y el otro era la soser¨ªa andante que acud¨ªa al cite porque no ten¨ªa cosa mejor que hacer. Cort¨¦s dio muchos mantazos -quiz¨¢, no era posible hacerlo mejor ante tal oponente-, y todo pertenece ya al olvido. Todo, menos su deseo de volver a una senda que la tiene muy cuesta arriba.
El m¨¢s joven de la terna, Rub¨¦n Pinar, se libr¨® de milagro de una cornada cuando el sobrero lo volte¨® en los inicios de la faena de muleta y lo busc¨® con sa?a en el suelo. Felizmente, la sangre solo manch¨® el vestido blanco y oro del torero. Fueron evidentes sus ganas de agradar, y se pele¨® de veras contra la luz apagada de un toro sin entrega ni recorrido. El ¨²ltimo fue el peor del encierro. Manso de solemnidad, sin una gota de casta en las venas, sali¨® suelto del caballo, y huy¨® rajado de la muleta de Rub¨¦n, que lo persigui¨® con desesperaci¨®n por toda la plaza.
El fin de la corrida fue un respiro. ?Una manta, por favor¡!
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