?lvaro Pombo: ¡°La idea del amor, como la de Dios, es imposible¡±
El escritor publica la novela ¡®Qu¨¦date con nosotros, Se?or, porque atardece¡¯ "La retirada de Ratzinger me parece de una enorme honradez¡±, asegura
La ¨²ltima vez que este cronista se sent¨® con ?lvaro Pombo para hacerle una entrevista le pregunt¨® algo as¨ª ¡ªno viene a la memoria textualmente¡ª como qu¨¦ esperaba en esta etapa de su vida. Y result¨® bastante impactante escuchar su respuesta: ¡°Un ¨²ltimo amor¡¡±.
Algunos a?os despu¨¦s, el autor de Una ventana al norte abre la puerta y el controlado desorden de su ¨¢tico parece el mismo. Los recortes de prensa sobre las l¨¢mparas, los libros en el suelo o acomodados en los sillones, alg¨²n radiador el¨¦ctrico en mitad de la habitaci¨®n, los cuadros de veleros ¡ªtan santanderinos, como ¨¦l, de buena familia, adem¨¢s¡ª, en las paredes y el aroma de las plantas por la terraza.
?Encontrar¨ªa ese ¨²ltimo amor? ?Lo disfrutar¨ªa? ¡°No, no he tenido la suerte¡±, asegura, despu¨¦s de haber intentado evadir la curiosidad. ¡°En el fondo la idea del amor, como la de Dios, es imposible. Se debe amar a alguien en su libertad cuando tendemos a poseerlo y as¨ª, no hay manera¡±.
Por eso quiz¨¢s redunda en su vena m¨ªstica. Pero preocupa m¨¢s una cierta tendencia a la misantrop¨ªa, que cuando entra en materia y habla lo mismo de Santo Tom¨¢s de Aquino que de Dan Brown ¡ª¡°y a qui¨¦n no le gustar¨ªa ser Dan Brown¡±, salta, medio en broma, medio en serio¡ª la sospecha queda descartada. El problema es el reuma y tambi¨¦n que no quiere l¨ªos, que ha decidido recogerse, en cierto sentido.
Obras destacadas
El h¨¦roe de las mansardas de Mansard (1983, premio Herralde de Novela).
El metro de platino iridiado (1990, Premio Nacional de la Cr¨ªtica).
Donde las mujeres (1996, Premio Nacional de Narrativa).
La cuadratura del c¨ªrculo (1999, Premio Fastenrath de la RAE).
La fortuna de Matilda Turpin (2006, Premio Planeta).
El temblor del h¨¦roe (2012, Premio Nadal).
Lo que le inquieta es una temida desafecci¨®n. ¡°Es que creo que no me entienden¡¡±. Habla de su ¨²ltima novela, Qu¨¦date con nosotros, se?or, porque atardece (Destino), cita del Evangelio seg¨²n San Lucas, que preludia la inevitable aparici¨®n de las tinieblas. Para estos tiempos, que ni pintado.
Obsesionado por asegurarse de que queda claro, Pombo comienza a leer partes de su novela. Duda que alcancemos a entender el hecho de que no desea mostrar su desafecci¨®n a la fe, ni enmend¨¢rsela al Vaticano, ni nada de eso en quien se confiesa creyente. Heterodoxo, pero creyente. Y para eso ha hecho zozobrar a una comunidad de frailes impactados por el suicidio repentino del hermano Abel, ¡°un farsante¡±, afirma Pombo, ¡°un farsante a la manera de San Manuel Bueno M¨¢rtir¡±.
Y es que parece que urge hablar de los temas que la gente dicta que se deben hablar. Con el riesgo de que si te atreves a ahondar en las crisis de fe, el sentimiento de abandono, la cercan¨ªa de la muerte, la orfandad de esp¨ªritu, el fr¨ªo de las tinieblas, la rendici¨®n ante el compromiso, a nadie le importe. Pero es eso lo que trata Pombo tras haber ganado el Premio Nadal con la brillante novela El temblor del h¨¦roe.
Lo hace con su brillante estilo de turbulencias. Ese que eleva los niveles de conversaci¨®n de los personajes a las alturas al tiempo que los hace caer de golpe e intencionadamente hasta la vulgaridad. En la genialidad de Pombo no cabe el equilibrio. Menos cuando habla de Cristo y la fe: ¡°Es que el drama de esta religi¨®n radica en que cuando se percibe al Cristo f¨ªsicamente, este desaparece. As¨ª es como se mueve en una dif¨ªcil dial¨¦ctica¡±.
Hay vac¨ªo en la nueva obra de Pombo. O m¨¢s bien, miedo al vac¨ªo. ¡°Yo hubiese querido titularla El peragarzal, que es lo que para nosotros es un p¨¢ramo, pero no me dejaron¡±, explica. Una palabra muy grana¨ªna, que es donde sit¨²a Pombo el convento para una historia que engarza con otras obras suyas como La cuadratura del c¨ªrculo o El cielo raso. Una oraci¨®n. ¡°Mi poes¨ªa tambi¨¦n es una oraci¨®n¡±, afirma. Cree que viene bien: ¡°El silencio, como el yoga, de lo que se trata con tanta repetici¨®n cuando se reza es de trascender ese bullicio interno del yo¡±, asegura.
No para hallar la paz, como en el caso del padre Abel, que ya no puede seguir creyendo y por eso se cuelga de una viga. ¡°Eso pasa, la gente se suicida, se suicida mucho¡±. Y se desahoga. Literariamente tambi¨¦n, aunque estos monjes consideran la escritura como un pecado de soberbia. ¡°En el fondo quien tiene miedo a la escritura soy yo¡±, comenta ?lvaro Pombo, que a?ade: ¡°Te pasas a?os metido en un mundo que consideras fascinante y que por tanto esperas que sea fascinante para mucha gente y luego no lo es¡±.
?Cansado, quiz¨¢s? ?Como Ratzinger? ?De retirada? ¡°A m¨ª me parece muy interesante lo que ha hecho y de una enorme honradez, la retirada, algo que va directamente contra el concepto de infalibilidad¡±, comenta Pombo. Aunque, de momento, ¨¦l no lo contempla para s¨ª con tres libros como tiene pensado sacar este a?o: ¡°Es una de las ventajas de la reclusi¨®n. Que produces¡±.
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